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sábado, 24 de junio de 2023

EGO NON TE ABSOLVO.

EGO NON TE ABSOLVO.

El ego humano lleva a cabo la búsqueda de un mundo proyectado para su estrato inconsciente y predecible. Un egoísmo fuerte, constituye una enfermedad contra el amor. (Sh. Ahmad Salah).

El fanatismo es un signo de la falta de amor y de una grave disposición a la violencia. Surge por la carencia de inteligencia y de amor. Quien mantiene ese orden de manera fanática, intenta encubrir los problemas de su propia alma a través de un orden aparente. Muchas personas intentan ocultar el caos interior por medio del control exterior. Pero también hay caóticos que rechazan ese orden por comodidad, falta de ánimo, depresión, resignación o por un gesto de obstinación frente a la sociedad. 
Cada vez más encontramos éste rechazo en nuestros jóvenes, ya que se ven confrontados con un mundo en el que se les trata solamente como trabajadores y consumidores. Por ello, es perfectamente posible que la ola de rebelión y revolución regrese a la humanidad. La mayoría de las personas que rechazan el orden y prefieren vivir caóticamente son depresivas y resignadas, ya que han perdido la esperanza de obtener una vida mejor. No solo renuncian así a la esperanza, sinó también a sí mismos. Algunas personas caóticas intentan generar compasión entre sus semejantes a través de su vida caótica para poder vivir cómodamente sin hacer mayores esfuerzos. Intentan activar a sus semejantes por medio de la compasión en favor de sus propias metas. Por ello, despiertan conscientemente en los demás el sentimiento de que no serían capaces de vivir ni de sobrevivir sin su ayuda; eso se llama, el efecto garrapata.

En su propio interés, toda persona debería examinar en qué es ordenada y en qué es caótica. Si deseamos convertir nuestro caos en un orden inteligente, primero debemos de averiguar las causas con honestidad. Es mucho más fácil superar algo o liberarse de ello si conocemos sus causas en nuestra alma.

El orden verdadero surge a través del amor.

La solución a la crisis de devaluación del ego es más estable y realista, y también menos traumática y degradante que cualquier solución alternativa abierta al hombre en éste momento. Dado que los sentimientos de adecuación (autoestima) son en gran parte una función para lograr un estatus acorde con el nivel de aspiración del ego, la retención de aspiraciones grandiosas de independencia volitiva y omnipotencia, frente a una realidad que constantemente las contradice, tendería obviamente para hacerlo crónicamente vulnerable a una grave deflación de la personal autoestima.

Por otro lado, existen límites al grado de devaluación del ego que están en consonancia con el mantenimiento de los sentimientos de adecuación. Si las aspiraciones del ego del hombre se redujeran hasta el punto necesario para alinearlas con su capacidad real de manipular el entorno, el trauma abrupto y precipitado resultante para la autoestima probablemente sería aún mayor que si se mantuvieran las insostenibles pretensiones de omnipotencia. La garrapata, el yo, por lo tanto, evita alternativas desfavorables y mantiene el grado máximo de autoestima compatible de manera realista con el papel y el estatus de los hombres en nuestra cultura.. su mundo interpersonal, por ejemplo, no parece esperar recibir el mismo grado de deferencia del de sus hermanos mayores o de sus padres. Su inmadurez perceptiva se manifiesta más bien al nivel de percibir los aspectos más sutiles, encubiertos o motivacionales de las actitudes. Así, de acuerdo con sus nociones en la independencia volitiva y omnipotencia, el hombre-ego tiende a manifestar la percepción errónea bastante comprensible de que el padre está de alguna manera obligado a servirlo, no que este último lo haga de manera altruista por deferencia a su extrema impotencia. Aunque ésto, no resta valor esencial a su autoconcepto de omnipotencia e independencia volitivas relativas. También percibe su impotencia y dependencia de los demás, sin duda; sin embargo, cuando quiere la satisfacción de sus necesidades, parecen estar satisfechas. De ahí que su percepción de dependencia se limite sólo al ámbito ejecutivo. Un individuo volitivamente poderoso (por ejemplo, un gran jefe) obviamente no tiene una necesidad básica de competencia ejecutiva en tanto tenga a su disposición los servicios ejecutivos de otras personas competentes. De hecho, puede incluso aumentar la estimación del hombre de su propio poder en el hecho de que ese éxito es la gratificación de la necesidad y que tenga lugar a pesar de su manifiesta desventaja de incompetencia ejecutiva. Por lo tanto, podría, (dadas las circunstancias), pensar legítimamente: "Mi voluntad debe ser realmente poderosa si una criatura diminuta e indefensa como yo puede obligar a los otros omniscientes a implementar mis necesidades y satisfacer todos mis deseos".

A lo sumo, la dependencia ejecutiva percibida calificada limita el alcance real de la voluntad de esta persona en ésta etapa del proceso del ego para someterlo a la disponibilidad de un brazo ejecutivo dócil. Los sentimientos de dependencia ejecutiva, (por lo tanto), se integran satisfactoriamente como un aspecto subsidiario de la autoimagen más inclusiva de omnipotencia volitiva. Y a pesar de la incompetencia biosocial objetiva, el sentido de adecuación (autoestima) del hombre en éste punto -su sentimiento de valor personal, importancia y capacidad para controlar y manipular el entorno para sus propios fines- es predominantemente otro nivel de verificación.

¿Qué nos proporciona el maestro del tímpano? 
La historia está llena de historias de profetas y otros autoproclamados, pero los linajes espirituales siempre han contado con un sistema integrado de controles y contrapesos -el anciano, la comunidad de practicantes y las enseñanzas- que enseñan a los practicantes el modo adecuado de sortear y escapar de las enfermedades espirituales, en el caso de caer en ellas, y de las innumerables trampas (pruebas) con que necesariamente se tropiezan a lo largo del camino.

El verdadero maestro señala a su discípulo la enfermedad espiritual y le ayuda, cuando es necesario, en la tarea, propia de los médicos del alma, de curar. La cuestión es: si nosotros sabemos escuchar. 
Hay muchas personas conocidas entre los miembros de la comunidad, por su especial debilidad por las mujeres y su tendencia a seducirlas en circunstancias de lo más inapropiadas. Aprovechándose de ellas y después las dejan caprichosamente por otras con mayores recursos económicos. O por su insistencia y cariño en los bienes terrenales y el poder político.. fue tal la ansiedad egoísta, que el maestro les acabó llamando al orden.. pero, ¿nadie se extrañaba de aquella forma de actuar que se entremezclaba con las manifestaciones mafiosas para seguir con la hegemonía del poder?.. Y aunque el maestro le sugirió entonces que abandonase la enseñanza por un tiempo, para reciclarse y corregir esas actividades distorsionadas, heredadas de su anterior vida (antes del Islam).. tal duro de cerviz decidió, por el contrario, alejarse de la comunidad y seguir enseñando por su cuenta y riesgo desde el otro extremo puntiagudo (secta) que le permitía seguir con su juego del egocentrismo más fanático si cabe. 
Las llamas se alimentan de tales sujetos. ¿Acaso no temerán?. 
Cómo he manifestado al principio.. un egoísmo fuerte y sin control, supone una enfermedad peligrosa contra el amor espiritual.

Assalamo aleikum.