Assalamo aleikum.

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miércoles, 14 de septiembre de 2022

EL VIAJE ESPIRITUAL.

EL VIAJE ESPIRITUAL.

Las etapas del viaje espiritual.

Una persona materialista pasa su vida en el oscuro páramo del materialismo. Está inmersa en el mar de los apetitos y la pluralidad y es arrojada continuamente de un lado a otro por las olas de los apegos materiales a la riqueza, el dinero, la esposa y los hijos. Grita en vano pidiendo ayuda y al final lo único que obtiene es decepción.

Algunas veces, mientras se encuentra en este mar, siente el roce de un soplo de brisa reanimadora (la atracción Divina-yadhbah) que aviva en él la esperanza de que quizás pueda ganar la orilla a salvo. Pero esta brisa no sopla regularmente; solamente es ocasional.

En vuestras vidas, os llegan algunos y agradables alientos de vuestro Señor. No dejéis de beneficiaros de ellos y no les volváis la espalda.

Movido por la atracción Divina, el aspirante decide atravesar de un modo u otro este mundo de pluralidad. Este viaje recibe entre los gnósticos ('urafa') el nombre de sayr wa suluk (viaje espiritual).

Suluk significa recorrer el camino, y sayr significa contemplar las características y los rasgos destacados de las etapas y estaciones de la vía espiritual.

El esfuerzo y las austeridades (riyadat) emprendidos para disciplinar el alma son las provisiones (zad) requeridas para este viaje espiritual. Puesto que no es fácil renunciar a los apegos materiales, el aspirante puede comenzar con cautela su viaje desde el mundo material ('alam-e tab) rompiendo lentamente los lazos con el mundo de la pluralidad.

No pasa mucho tiempo antes de que penetre en otro mundo denominado 'barzaj". Este es el mundo de la multiplicidad psíquica (katharat-e anfusiyyah). Aquí descubre que los apegos materiales han ido acumulando gran cantidad de impurezas en su corazón. Estas impurezas, que son un vastago de sus apegos materiales, son el producto de sus pensamientos voluptuosos y deseos sensuales.

Estos pensamientos estorban al aspirante en su continuación del viaje espiritual, con el resultado de que pierde la paz mental. Quiere disfrutar del recuerdo de Allah durante algún tiempo, pero estos pensamientos le interrumpen súbitamente y echan a perder sus esfuerzos.

Alguien ha dicho acertadamente que el hombre siempre está dedicado por completo a sus pensamientos baladíes y obsesionado con las ideas de ganancia y pérdida. Como consecuencia de ello, no solamente pierde su compostura y paz mental sino que además no puede prestar atención a su viaje espiritual hacia un mundo superior.

Es obvio que el desasosiego producido por las pluralidades psíquicas es más perjudicial que cualquier pérdida o dolor físico. El hombre puede evadir el encuentro de las relaciones e intereses externos, pero es dificil para él desembarazarse de sus propias ideas y pensamientos porque siempre están con él.

De todos modos, el verdadero buscador de Allah y caminante de Su vía no se perturba ni se desanima por estos obstáculos y continúa con energía su avance hacia su destino con la ayuda del impulso Divino, hasta que sale indemne de este mundo de ideas insignificantes y en conflicto que se llama 'Barzaj. Tiene que mantenerse muy vigilante y en guardia por temor a que cualquier pensamiento vicioso pueda permanecer al acecho en algún oculto rincón de su mente.

Cuando estos pensamientos viciosos son expulsados por lo general se esconden en algún perdido rincón de la mente. El pobre viajero espiritual piensa equivocadamente que se ha librado de su mal, pero cuando encuentra el camino hacia la fuente de vida y desea beber de ella, aparecen de improviso para perderle.

Este viajero espiritual puede ser comparado con un hombre que ha construido en su casa un aljibe y no lo ha usado durante mucho tiempo. Mientras tanto las impurezas y suciedades se han depositado en su fondo aunque, vista desde fuera, el agua parezca clara. Piensa que el agua está limpia, pero cuando penetra en el aljibe o lava algo en él, aparecen manchas negras en la superficie y se da cuenta de que el agua está sucia.

Por esta razón es necesario que el salik (viajero espiritual) concentre sus pensamientos con la ayuda de riyadat y actos de autodisciplina para que su atención no se desvíe de Allah. Finalmente, cuando el viajero espiritual ha atravesado el Barzaj y penetra en el mundo espiritual, aún le quedan por recorrer muchas más etapas cuyos detalles describiremos más adelante.

Pero para resumir diremos que el viajero espiritual, con el auxilio Divino, habiendo observando su propio yo inferior y los Nombres y Atributos Divinos avanza gradualmente hasta que al final alcanza el estadio de la aniquilación total (fana' kulli), que significa la muerte de su propia voluntad, y luego la estación del Baqa (la permanencia en la Voluntad eterna de Allah). Cuando llega a esta estación se le desvela el secreto de la vida eterna.

Jamás mueren aquellos cuyos corazones han sido avivados por el amor. Podemos inferir esta doctrina también del Sagrado Corán si reflexionamos sobre algunos de sus versículos:

"No penséis que están muertos quienes han perdido la vida por la causa de Allah. No, están vivos. Con su Señor reciben sustento".
(Surat Al-'Imran, III:169)

«Todo perece salvo Su faz»
(Corán; XXVIII:88)

«Lo que está con vosotros desaparece, y lo que está con Allah permanece».
(Surat an-Nahl, XVI:96)

Si ponemos juntos estos versículos nos mostrarán que la faz de Allah son quienes están vivos y con su Señor reciben sustento. Según el texto del Corán, ellos jamás perecerán. Otros versículos indican que la Faz de Allah significa los Nombres Divinos (asma'ullah), que son imperecederos.

En uno de sus versículos el Corán mismo ha interpretado la Faz como los Nombres Divinos, siendo las características de ella la gloria y el honor:

«Todo cuanto hay sobre ella (la tierra) es perecedero, y solamente permanece la faz de gloria y honor de tu Señor»
(Surat al-Rahman, LV:27)

Todos los exegetas (doctos del Corán) están de acuerdo en que en esta aleya la frase de gloria y honor califica a la faz (wayh), y significa la faz de gloria y honor. Como sabemos, la faz, el rostro de cualquier cosa es aquello que lo manifiesta (mazhar). Las manifestaciones de Allah son Sus nombres y atributos. A través de ellos la creación contempla a Allah o, en otras palabras, Le conoce. Con esta explicación llegamos a la conclusión de que todo cuanto existe perece y desaparece excepto los gloriosos y hermosos nombres de Allah. Esto también muestra que los gnósticos a quienes se le aplica la aleya, «no, están vivos. Con su Señor reciben sustento», son las manifestaciones de los gloriosos y hermosos nombres de Allah.

Por lo que acabamos de decir se entiende claramente el sentido de la expresión de los Imames (de Ahlul Bait) cuando decían:
"Nahnu asma'ullah" (Nosotros somos los Nombres de Allah). Obviamente, ser la cabeza de un gobierno o la suprema autoridad religiosa y legal no es una posición que pudiera ser descrita mediante estas palabras. Lo que estas palabras realmente indican es el estado de extinción y aniquilación (fana') en la Esencia del Uno (dhat-e ahadiyyat), lo cual está implícito en el hecho de que sean la wayhullah (la faz de Allah), y la completa manifestación de Sus gloriosos y hermosos nombres y atributos.

En relación con el viaje espiritual, otra cosa importante y esencial es la meditación o contemplación (muraqabah). Es preciso que el viajero espiritual no ignore la meditación en ninguna etapa desde el comienzo hasta el final. Hay que comprender que la meditación tiene muchos grados y es de muchas clases. En las etapas iniciales el viajero espiritual tiene que hacer un tipo de meditación y en etapas posteriores son de otro tipo. A medida que el viajero espiritual avanza, su meditación se fortalece tanto que si alguna vez un principiante quisiera ponerla en práctica debería dejarla por su bien, o si no se consumiría o perecería. Pero después de completar con éxito las etapas preliminares, el gnóstico se vuelve capaz de emprender las etapas superiores de meditación. En ese momento, muchas cosas que al principio eran lícitas para él ahora le quedan vedadas.

Como consecuencia de la meditación cuidadosa y diligente, una llama de amor comienza a encenderse en el corazón del viajero espiritual, porque es un instinto innato (fitrah) en el hombre amar la Belleza Absoluta y la Perfección. Pero el amor de las cosas materiales eclipsa este amor natural y no le permite crecer y manifestarse.

La meditación debilita este velo hasta que al final es levantado totalmente. Entonces aparece en todo su esplendor ese amor innato y conduce la conciencia del hombre hacia Allah. Los místicos a menudo denominan vino a este Amor Divino.

"Pregunté al anciano del círculo cuál es la vía hacia la salvación, 
Pidió una copa de vino y dijo: ¡Los Secretos hay que mantenerlos secretos!
Conduceme a mi intima soledad, para que, Después, conTigo beba un dulce vino,
y no piense más en las amargas aflicciones del mundo".

Cuando el gnóstico continúa con la meditación durante un tiempo prolongado, comienzan a serle visibles luces Divinas. Al principio estas luces resplandecen como el relámpago durante un momento y luego desaparecen. Gradualmente las luces Divinas se fortalecen y aparecen como pequeñas estrellas. Cuando crecen más, aparecen primero como la luna y luego como el sol. Algunas veces se manifiestan también como una lámpara ardiente. En la terminología gnóstica estas luces son conocidas como el sueño gnóstico (nawm-e 'irfani) y pertenecen al mundo del Barzaj.

Cuando el viajero espiritual ha pasado esta etapa y su meditación se hace más fuerte, ve como si el cielo y la tierra estuvieran totalmente iluminados desde el oriente hasta el occidente. Esta luz es llamada la luz del alma y es vista una vez que el gnóstico ha atravesado el Barzaj. Cuando después de salir del mundo del Barzaj comienzan a ocurrir manifestaciones primarias del alma (tayalliyat e nafs), el viajero espiritual se contempla a sí mismo en una forma material. A menudo siente que está de pie junto a sí mismo. Este es el comienzo de la etapa de auto-despojamiento (tayarrud-e nafs).

Al'lamah Ali Qadi contaba que un día cuando salió a la galería desde su habitación y repentinamente se vio él mismo de pie junto a sí mismo. Cuando observó con atención, vio que en su cara había un lunar. Volvió a su habitación y se miró al espejo. Encontró en su rostro un lunar que jamás había advertido antes.

A veces sucede que el gnóstico siente como si no existiera en absoluto. Intenta encontrarse pero no lo consigue. Estas son las observaciones de las etapas preliminares del auto-despojamiento, pero no están libres de las limitaciones de tiempo y espacio. En la etapa siguiente, y con la ayuda de Allah, el viajero espiritual puede Elevarse también por encima de estas limitaciones y contempla la realidad completa de su yo. Se cuenta que Yawad Malaki Tabrizi pasó catorce años completos en la compañía de Ajund Mulla Husayn Quli Hamadani y estudió con él la 'irfan (gnosis). Solía decir:
"Un día mi maestro me habló de uno de sus discípulos de cuya formación yo debería ser responsable en lo sucesivo. Este discípulo fue muy esforzado y diligente. Durante seis años se mantuvo ocupado con la meditación y las austeridades. Al final alcanzó el estadio del conocimiento de sí mismo y del despojamiento de su alma pasional. Consideré apropiado que el maestro mismo pusiera al corriente de este hecho al discipulo. Así pues, lo llevé a la casa del maestro, a quien le conté lo que quería. El maestro dijo: Eso no es nada. Al mismo tiempo movió su mano y dijo: 'Esto es despojamiento. Ese discipulo solía decir: "Me vi despojado de mi cuerpo y al mismo tiempo senti como si otra persona exactamente como yo estuviera de pie junto a mi".

Puede mencionarse aquí, que ver las cosas que existen en el mundo del Barzaj es comparativamente de poca importancia. Tiene una mayor trascendencia ver la propia alma inferior (nafs) personal en un estado de despojamiento absoluto, porque en este caso el alma aparece como una realidad pura, libre de las limitaciones de tiempo y espacio. Las visiones de las primeras etapas son preliminares y parciales en comparación, mientras que esta visión podríamos decir que es la percepción del todo.

Sayyid Ahmad Karbala'i, otro famoso y destacado discípulo del difunto Ajund, cuenta:
"Un día estaba durmiendo en un lugar cuando de repente alguien me despertó y me dijo: Levántate ahora mismo si quieres ver la luz eterna. Abrí los ojos y vi una luz brillantisima que resplandecía por todas partes y en todas direcciones".

Esta es la etapa de la revelación del alma (tayalli-ye nafs) y aparece en la forma de una luz ilimitada.

Cuando el afortunado viajero espiritual ha atravesado esta etapa, recorre también otras etapas con una rapidez proporcional a la atención que preste a la meditación. Contempla los Atributos de Allah o toma conciencia de los Nombres de Allah como una cualidad absoluta. En esa situación siente repentinamente que todas las cosas que existen son una sola unidad de conocimiento y que no existe nada más que un único poder. Esta es la etapa de la visión (shuhud) de los atributos Divinos. La etapa de la visión (shuhud) de los nombres Divinos es todavía superior. En esta etapa el aspirante ve que en todos los mundos solamente existe un solo conocedor y un solo ser vivo y omnipotente. Este estadio es muy superior al de la conciencia de los atributos Divinos, es un estado que aparece en el corazón, porque ahora el viajero espiritual no halla ningún ser conocedor, poderoso y vivo que no sea Allah. Este grado de visión se obtiene normalmente durante la recitación del Corán, cuando el recitador siente que es otro, y no él, quien está recitando el Corán. Algunas veces también siente que hay alguien que está escuchando su recitación.

Puede recordarse, que la recitación del Corán, es muy efectiva para la consecución de este estado. El aspirante debería realizar las plegarias nocturnas y debería recitar en ellas las azoras coránicas en las que hay prosternaciones obligatorias, es decir las Suras Saydah, Hamim Saydah, al-Naym y al-'Alaq, porque es muy grato caer en prosternación mientras se recita una Sura. La experiencia también ha demostrado que es muy efectivo para este propósito recitar la Sura Sad en las plegarias de la noche del jueves (wutairah). Esta característica de esta Sura es indicada también por las narraciones referentes a sus méritos.

Cuando el espirante ha completado todas estas etapas y visiones, es rodeado por impulsos Divinos y a cada momento está más cerca de la etapa de la verdadera extinción, hasta que siendo atrapado de tal manera por un impulso Divino queda totalmente absorbido en la belleza y perfección del Verdadero Bienamado. Deja de prestar atención a sí mismo o/a cualquier otro. Contempla a Allah en todas partes. «Allah era y nada había con Él».

En esta condición el aspirante se sumerge en el insondable mar de la visión Divina.

Es preciso recordar que esto no significa que todo cuanto hay en el mundo pierda su existencia. Realmente, el aspirante ve la unidad en la pluralidad. Por lo demás, todo continúa existiendo como es. Un gnóstico ha dicho:
"Estuve entre las gentes durante treinta años. Ellos tenían la impresión de que yo participaba en todas sus actividades, pero, en realidad, durante todo este tiempo no los veía a ellos ni conocía a nadie salvo a Allah".

La realización de este estado es de gran importancia. Al comienzo puede producirse solamente durante un momento, pero gradualmente su duración aumenta: primero puede durar unos diez minutos más o menos, luego una hora y más adelante puede prolongarse aún más. Este estado puede incluso hacerse permanente por la gracia de Allah.

En el lenguaje de los gnósticos este estado ha sido denominado la permanencia en Allah o la vida eterna en Allah. El hombre no puede alcanzar esta etapa de perfección a menos que muera a sí mismo. Al alcanzar esta etapa el aspirante no ve nada excepto a Allah.

Se cuenta que había un sufi raptado que fue arrebatado por un impulso Divino. Su nombre era Baba Farayullah. La gente le pidió que dijera algo acerca del mundo. Él respondió: "¿Qué puedo decir sobre él? No lo he visto desde que nací".

Al principio, cuando la visión es débil, recibe el nombre de "estado" (hal), y su aparición está más allá del control del aspirante. Pero cuando, como consecuencia de la meditación continuada y por la gracia de Allah, este estado se convierte en una característica permanente, entonces se le llama 'estación' (maqam). Entonces el estado de visión queda bajo el control del viajero espiritual.

Obviamente, un viajero espiritual fuerte es quien junto con la contemplación de estos estados también tiene en cuenta el mundo de la pluralidad y mantiene bien sus relaciones con el mundo de la unidad y el de la pluralidad al mismo tiempo. Esta es una posición muy elevada y no puede lograrse fácilmente. Quizás esta posición está reservada a los Profetas y algunos otros elegidos que son los favoritos de Allah y que pueden decir: "El estado de mi relación con Allah es tal que ningún arcángel puede alcanzarlo" y al mismo tiempo declarar: "Yo soy un ser humano como vosotros".

Alguien podría decir que solamente el Profeta y los selectos pueden lograr estas altas posiciones. ¿Cómo es posible que otros lleguen a ellas? Nuestra respuesta es que la Profecía y la Imamah son indudablemente misiones especiales a las que los demás seres no pueden aspirar. Pero la estación de la Unidad absoluta y la extinción en Allah, que recibe el nombre de wilayat, no está reservada exclusivamente para los Profetas y los Imames, los cuales de hecho han invitado a sus seguidores a intentar conseguir esta estación de perfección. El Santo Profeta pidió a su Ummah (comunidad) que siguiera sus pasos. Esto demuestra que es posible que otros avancen también hacia esta posición, pues si no, no tendría sentido esa instrucción.

El Corán dice:
"Ciertamente tenéis en el Enviado de Allah un excelente ejemplo para quien tiene esperanza en Allah y el Ultimo Día, y recuerda mucho a Allah".
(Al-Ahzab, XXXIII:21)

En los libros sunnies se recoge una tradición en la que se cuenta que un día el Santo Profeta dijo: "Si no hubierais sido habladores y de corazones intranquilos habríais visto lo que yo he visto y habríais oído lo que yo he oído".

Esta tradición muestra que lo que verdaderamente impide alcanzar la perfección humana son los pensamientos diabólicos y los actos viciosos. Según una tradición recogida también en otras fuentes, el Santo Profeta dijo: "Si no fuera porque los satanes rondan alrededor de sus corazones, los seres humanos habrian visto la totalidad del reino de los cielos y la tierra".

Una de las características de esta elevada posición humana es que permite a quien la detenta comprender los reinos Divinos según su capacidad. Obtiene el conocimiento reservado del universo y puede dominar y controlar todo en todas partes. 

El famoso gnóstico ('arif) 'Abd al-Karim al-Yili escribe en su libro el Hombre Perfecto (al-insan al-kamil) que en una ocasión fue dominado por una condición tal en la que sintió como si hubiese sido unificado con todas las cosas existentes y pudiese ver todo. Este estado no duró nada más que un momento.

Evidentemente, la preocupación del aspirante espiritual por sus necesidades físicas le impiden que este estado se prolongue mucho.

Un famoso sufi de la India, el Shayj Waliyullah de Delhi, ha dicho en sus Hama'at que el hombre se libera de las huellas de la vida material solamente quinientos años después de su muerte. Este periodo equivale a medio día para Allah, ya que Él -exaltado sea- ha dicho:
«En verdad que un día de vuestro Señor es como mil años de los que contáis vosotros». (Corán; XXII:47)

Está claro que las bendiciones, dones y favores Divinos del otro mundo son innumerables e ilimitados. Las palabras que los expresan han sido acuñadas en función de las necesidades humanas y nuevas palabras continúan siendo ideadas a medida que las necesidades humanas aumentan. Es por ello que no pueden expresarse con palabras todas las verdades y favores Divinos. Todo cuanto se ha sido dicho es únicamente simbólico y metafórico. Es imposible comunicar mediante palabras las verdades superiores. Se ha dicho: "Estáis en el mundo más oscuro". Según esta tradición, el hombre vive en el más oscuro de los mundos (la tierra) creados por Allah.

El hombre acuña palabras para satisfacer sus necesidades diarias sobre la base de lo que ve y siente en este mundo material. No tiene conocimiento de las relaciones, bendiciones y condiciones de los otros mundos y por ello no puede idear palabras para ellas.., Por eso no existen en ningún lenguaje humano palabras adecuadas que puedan expresar las verdades y conceptos superiores. Ahora bien, ¿cómo puede resolverse este problema cuando nuestro conocimiento es limitado y nuestro pensamiento es imperfecto?.

Hay dos grupos de personas que han hablado sobre las verdades superiores. El primero es el de los Profetas. Ellos tenían contacto con los mundos inmateriales, pero ellos también dijeron: "Se nos ha ordenado a los Profetas hablar a las gentes según su capacidad intelectual". Esto significa que estaban obligados a expresar las verdades de una manera comprensible para el pueblo común. Por consiguiente, evitaron describir la naturaleza de las luces espirituales y su brillo. No hablaron de las verdades ininteligibles para el hombre. Solamente emplearon palabras como paraíso, huries y palacios para expresar la verdad acerca de la cual se ha dicho: "Ningún ojo lo ha visto, ningún oído la ha escuchado y nadie la ha imaginado". Incluso admitieron que las verdades de los otros mundos son indescriptibles.

El segundo grupo lo forman quienes caminan por el sendero prescrito por los Profetas y perciben las verdades según su capacidad. Ellos también usan un lenguaje figurado.

Debe recordarse que sin la sinceridad (ijlas) en la senda de Allah no es posible alcanzar las estaciones y estadios espirituales. Al viajero espiritual no se le desenmarañará la verdad a menos que sea completamente sincero (mujlas) y sea firme en su devoción.

La sinceridad (ijlas' o 'julus') tiene dos estadios. El primero es el del cumplimiento de los mandamientos religiosos solamente por Allah. El segundo es el de la entrega y dedicación completa de uno para Allah. Al primer estadio hace alusión la siguiente aleya:
«Y no se les ha ordenado sino que adoren a Allah con una sinceridad perfecta>>
(Corán; XCVIII:5)

El segundo estadio aparece indicado en la aleya siguiente: «Salvo los siervos libres (de falta) ('al-mujlasin') de Allah»
(Corán; XXXVII:128)

Hay una conocida tradición profética que dice que quien se mantiene puro por Allah durante cuarenta días, fuentes de sabiduría fluyen de su corazón a su lengua.
Esta tradición también se refiere al segundo estadio de la sinceridad.

En ciertas partes del Corán un acto aparece descrito como salih (virtuoso y piadoso). Por ejemplo, se dice: «Quien hizo un acto salih (virtuoso y piadoso)». Y en otros pasajes el Corán aplica este mismo término de salih a algunos hombres; por ejemplo, en un lugar dice: «Ciertamente él fue uno de los salih (piadosos)». Similarmente, unas veces ha descrito una obra como sincera y otras veces a un hombre como sincero. Resulta evidente que la sinceridad del hombre depende de sus actos y no puede ser sincero a menos que sea sincero en todos sus actos y en todo cuanto hace o dice. Allah dice:
«Hacia Él asciende la palabra buena, y la acción virtuosa la eleva» (Corán; XXXV:10)

Puede recordarse que un hombre que alcanza el grado de la sinceridad personal, está dotado de unas particulares características que no poseen otros.

Una importante característica que adquiere es que, según un pasaje del Corán, se vuelve inmune al dominio de Satanás. El Corán cita a Satanás diciendo:
<Juro por Tu Honor que les embelleceré el sendero del error, extraviándolos a todos salvo a Tus siervos sinceros (mujlasin)>.
(Corán; XXXVIII:82)

Esta claro que los siervos sinceros de Allah han sido excluidos aquí, no porque Allah haya obligado a Satanás a hacerlo, sino por que debido a que han alcanzado la estación de la unidad, Satanás ya no puede obtener el control sobre ellos. Como estas gentes se han hecho puros para Allah dondequiera que fijen la mirada ven a Allah. Ellos ven en cualquier forma que Satanás pueda asumir la manifestación en ella de la gloria de Allah. Por eso Satanás ha admitido desde el principio su impotencia frente a ellos. Por lo demás, su trabajo es seducir a la progenie de Adán y de extraviarla. No puede tener compasión de nadie..

El segundo punto es que los siervos sinceros de Allah serán excluidos de la rendición de cuentas en el Día del Juicio. El Corán dice:
«<Y se tañerá la trompeta y todos cuantos hay en los cielos y la tierra se desvanecerán, excepto quien Allah quiera»
(Corán; XXXIX:68)

Este aleya muestra claramente que un grupo no especificado de gente será salvado de los horrores del Día del Juicio. Cuando emparejamos este aleya con otra que dice:
«Y ciertamente se les hará comparecer, excepto a los siervos sinceros de Allah ('ibada Allah al-mujlasin')» (Corán; XXXVII:127-128)

Queda entonces claro cual será ese grupo. Las gentes de devoción sincera no necesitan ser presentadas para rendir cuentas, pues ellas ya se han asegurado la vida eterna como consecuencia de sus meditaciones, auto-aniquilación e incesantes actos de devoción. Ya han pasado la rendición de cuentas y el juicio y habiendo ofrecido sus vidas en la vía de Allah, tienen provisión con su Señor.

«No penséis que quienes ha sido muertos en la vía de Allah están muertos. ¡Por cierto que no! Están vivos. Tienen provisión con su Señor» (Corán; III:169)

Además, solamente puede ser presentado quien no está presente, y estas gentes ya están presentes antes incluso del comienzo del Día de la Resurrección, porque Allah dice que tienen provisión con su Señor.

El tercer punto es que mientras que en el Día del Juicio los hombres en general serán retribuidos y recompensados por sus obras, estos siervos sinceros serán favorecidos con recompensas que exceden a sus obras. Allah dice:
«Y no recibiréis como recompensa sino lo que hicisteis, excepto los siervos sinceros de Allah ('ibada Allah al mujlasin')»
(Corán; XXXVII:39-40)

Si se afirmase que esta aleya significa solamente que los transgresores serán castigados por sus faltas, pero la recompensa que reciban los virtuosos será simplemente un favor que les conceda Allah, nosotros diríamos que esta aleya tiene una connotación general y no se refiere exclusivamente a los transgresores. Además, no existe ninguna contradicción entre el favor de Allah y Su recompensa, porque el favor de Allah significa que Él algunas veces premia en gran medida por acciones pequeñas. A pesar de esta clase de favor, la recompensa permanece sin embargo para los actos realizados. Pero lo que esta aleya dice es algo completamente diferente. Dice que lo que Allah conceda a Sus Siervos sinceros será un puro favor, no una recompensa por ninguna obra en concreto o absoluto.

Otra aleya dice:
«Allí tendrán lo que quieran, y con Nosotros hay más»> (Corán; L:35)

Esta aleya significa que los moradores del Paraíso tendrán todo lo que el hombre puede desear o querer. No solamente esto, sino que Allah les concederá lo que no pueden imaginar ni pensar. Este es un punto digno de consideración.

El cuarto punto es que este grupo disfruta de una posición tan elevada que quienes lo integran pueden glorificar a Allah de la manera más apropiada.

Allah dice:
«<Glorificado sea Allah por encima de lo que Le atribuyen, excepto los siervos sinceros de Allah ('ibada Allah al-mujlasin')» (Corán; XXXVII:159-160)

Esta es la posición más elevada que un hombre puede ocupar.

Los detalles que hemos mencionado muestran cuales son las bendiciones de esta última etapa de la gnosis. Pero debe tenerse en cuenta que estas bendiciones pueden obtenerse solamente cuando la incesante devoción del viajero espiritual alcanza el estadio de la auto-aniquilación, de manera que pueda decirse de él que ha entregado su vida y voluntad en la senda de Allah y se ha hecho digno de recibir la recompensa reservada para los mártires. Así como en el campo de batalla la espada corta la relación entre el cuerpo y el alma del mártir, de forma similar un viajero espiritual rompe la conexión entre su cuerpo y su alma combatiendo contra su alma (nafs) concupiscente. Para ello obtiene la ayuda de su poder espiritual en lugar de emplear la fuerza fisica.

Al comienzo de su viaje espiritual el aspirante debería llevar una vida ascética y debería reflexionar constantemente sobre la carencia de valor de las vanidades de este mundo para así romper su relación con el mundo de la pluralidad. Cuando haya dejado de estar interesado en el mundo, ninguna ganancia material le alegrará jamás ni ninguna pérdida material le entristecerá.

«Para que no os entristezcáis por lo que habéis perdido y no os alegréis por lo que se os ha dado» (Corán; LVII:23)

La indiferencia hacia la felicidad y la pena no significa que el viajero espiritual no sienta felicidad ni siquiera por los dones de Allah o no se entristezca por lo que Le desagrada, porque la felicidad por los favores de Allah no es el resultado de su amor por las trivialidades mundanas tales como la riqueza, el rango, el honor, la fama, etc. Él ama los dones de Allah porque se encuentra abrumado por Su misericordia.

Después de pasar esta etapa el aspirante siente que todavía se ama ardientemente. Cualquier esfuerzo y práctica espiritual que realiza es consecuencia de su amor por sí mismo. El hombre es egoísta por naturaleza. Está siempre dispuesto a sacrificar todo lo demás por sí mismo. Destruiría cualquier cosa por su propia supervivencia. Le resulta dificil poner fin a este instinto natural y vencer su egoísmo. Pero mientras que no lo haga no podrá esperar que la luz Divina se manifieste en su corazón. En otras palabras, a menos que el viajero espiritual aniquile a su yo individual no podrá establecer su conexión con Allah. Por lo tanto, es necesario que primero debilite y finalmente destruya el estatus de egoísmo para que cualquier cosa que haga sea hecha enteramente por la causa de Allah y su sentido de amor por sí mismo se convierta en amor por Él.

Para este fin es necesario un esfuerzo incesante. Una vez que esta etapa ha sido atravesada desaparece el apego del aspirante no solamente a su cuerpo sino también a cualquier cosa material, e incluso termina su atadura con su alma. Ahora todo lo que hace, lo hace solamente por Allah. Si come para saciar su hambre o provee a las necesidades básicas de la vida, lo hace solamente porque su Eterno Bienamado quiere que continúe vivo. Todos sus deseos quedan sometidos a la Voluntad de Allah. Por eso no busca ningún poder milagroso para sí. Cree que no tiene derecho alguno a emprender ninguna práctica espiritual con el objetivo de conocer el pasado o predecir los acontecimientos futuros o practicar la lectura del pensamiento o recorrer largas distancias en un tiempo muy corto, o hacer algún cambio en el orden universal o fortalecer sus facultades libidinosas, porque semejantes acciones no son hechas para satisfacer a Allah, ni pueden estar motivadas por una sincera devoción a Él. Significan solamente auto-adoración y son realizadas para así satisfacer los más bajos deseos de uno, aunque quien lo haga pueda no admitir este hecho y pueda, en apariencia, estar dedicado sinceramente a Allah. Pero según la siguiente aleya él adora solamente a sus deseos:
«¿No has visto a quien ha hecho de sus deseos su dios? » (Corán; XLV:23)

Por lo tanto, el viajero espiritual debería pasar por todas estas etapas cautelosamente y esforzarse al máximo para obtener el control completo sobre su vanidad. 

Cuando el aspirante alcanza esta etapa final, comienza a perder gradualmente el interés en sí mismo y por último se olvida de sí mismo completamente. Entonces no ve nada excepto la eterna y perpetua belleza de su Verdadero Bienamado.

Hay que tener presente que es esencial para el viajero espiritual conseguir una victoria absoluta sobre la horda diabólica de los bajos deseos, el amor a la riqueza, la fama y el poder, el orgullo y la presunción. No es posible alcanzar la perfección si queda algún rastro de egoísmo, y es por eso que se ha observado que muchos hombres distinguidos, incluso después de realizar prácticas espirituales e incesantes actos de devoción durante años, no pudieron alcanzar la perfección en la gnosis y fueron derrotados en su batalla contra su yo fenoménico. La razón fue que su corazón no estaba completamente purificado, y los deseos insignificantes se escondían en algún rincón de su corazón, aunque ellos tenían la impresión de que todas sus malas cualidades habían sido suprimidas. El resultado fue que en el momento de la prueba los deseos reprimidos levantaron de nuevo su cabeza y comenzaron a medrar, con la consecuencia de que los pobres devotos atravesaron tiempos dificiles.

El éxito en el combate contra el yo inferior depende de la gracia de Allah, y no puede lograrse sin Su ayuda.

Se dice que un día el difunto Sayyid Bahr al-'Ulum estaba muy alegre. Al preguntarle por el motivo respondió: "Después de realizar durante veinticinco años incontables actos de devoción (muyahadah) ahora encuentro mis actos libres de ostentación (riya'), y por fin he conseguido eliminarla". La lección de esta anécdota merece no ser olvidada.

Debe recordarse que un viajero espiritual tiene que obrar de acuerdo con las leyes y mandatos islámicos desde el mismo inicio
de su andadura por la Vía del Conocimiento hasta el final de la misma. No le está permitida ni siquiera la más mínima digresión de la ley. Si encontramos que alguien que dice ser un gnóstico ('arif) no sigue todas las normas de la ley islámica y no es estrictamente piadoso y virtuoso, podemos considerarle como un hipócrita y un impostor. Pero si comete un error y tiene alguna razón válida para justificar su mala acción, el caso entonces es diferente.

Constituye una gran mentira y calumnia sostener que a un wali (santo) le está permitido ignorar la ley islámica. El Santo Profeta detentó la posición más elevada entre todas las criaturas y sin embargo respetó y cumplió los mandatos legales del Islam hasta el final de su vida. Por lo tanto, es absolutamente falso decir que un wali no está obligado a observar la ley. De todos modos, se puede decir que un hombre ordinario adora a Allah para consumar sus potencialidades, mientras que un wali Le adora porque su elevada posición se lo exige. 
Se cuenta que 'A'ishah (PyB) le dijo al Profeta: "Cuando Allah ha dicho acerca de ti: Para que Allah te perdone de tu falta lo que es pasado y lo venidero (Corán; XLVIII:2), ¿cómo es que entonces te esfuerzas tanto en la realización de actos de adoración?". El Santo Profeta le respondió: "¿Acaso no habría de ser un siervo agradecido de Allah?".

Esto muestra que ciertas personas adoran a Allah no para su desarrollo espiritual, sino para mostrarle su gratitud.

Los estados que un viajero espiritual experimenta y las luces que contempla deberían ser un preludio a su adquisición de determinados rasgos y cualidades. De otra manera, un simple cambio de su condición no es suficiente. El viajero espiritual tienen que deshacerse completamente de todos los residuos que en él quedan del mundo inferior mediante la mediación e incesantes actos de devoción. No es posible obtener la posición de los virtuosos y los puros sin adquirir sus cualidades. Un pequeño desliz en las cuestiones de la meditación y los actos de devoción puede ocasionar al viajero espiritual un tremenda pérdida. La siguiente aleya arroja luz sobre este punto:

«Muhammad no es nada más que un enviado; otros enviados le han precedido. Entonces, si muere o le matan, ¿daréis la espalda?» (Corán; III:144)

Por lo tanto, el viajero espiritual tiene que limpiar su corazón y purificarse interior y exteriormente para ser agraciado con la compañía de las almas puras.

Allah dice:
«Evitad las faltas manifiestas y las ocultas»> (Corán; VI:120)

Actuando conforme a esta aleya el viajero espiritual tiene que atravesar todas las etapas que le permitan llegar al estadio de la devoción sincera. Estas etapas han sido enumeradas brevemente en el aleya siguiente:

«Quienes creen y emigran (de sus hogares), y se esfuerzan en la senda de Allah con sus riquezas y sus vidas, disfrutan de un rango enorme ante Allah. Ellos son los triunfadores. Su Señor les albricia una misericordia y El viaje espiritual una satisfacción procedentes de Él, y jardines donde disfrutarán de bendiciones permanentes. En ellos morarán eternamente. Ciertamente con Allah hay una recompensa inmensa»
(Corán; IX:20-22)

Según esta aleya hay cuatro mundos que preceden al mundo de la devoción sincera:

1. El mundo del Islam.

2. El mundo de la fe (iman)

3. El mundo de la emigración (hiyrah). 

4. El mundo del esfuerzo en la senda de Allah.

Según la tradición profética que dice: "Hemos regresado de una guerra santa menor a una guerra santa mayor", la lucha del viajero espiritual es una guerra santa mayor (yihad akbar), y como tal su Islam también debería ser un Islam mayor y su fe igualmente una fe mayor. Después de recorrer las etapas del Islam y la fe debería reunir el coraje suficiente para poder emigrar en compañía del mensajero interior con la ayuda del mensajero exterior o su sucesor. Así debería entregarse al esfuerzo y las austeridades para ganar la condición de una persona guiada en la senda de Allah.

El viajero espiritual tiene que tener presente que desde el comienzo de su camino espiritual y hasta que llegue al estadio de las austeridades deberá enfrentarse con muchos obstáculos, creados por el hombre o por Satanás. Tendrá que atravesar los mundos del Islam mayor y la fe mayor antes de alcanzar el estadio de las austeridades y lograr el rango de un mártir. En el viaje espiritual el Islam mayor, la fe mayor, la emigración mayor y el yihad (esfuerzo) mayor son etapas preliminares que preceden a la etapa final. Los obstáculos mayores en el camino hacia estas etapas son la infidelidad mayor y la hipocresía mayor. En este estadio los satanes menores no pueden dañar al viajero espiritual, pero Satanás, que es su jefe supremo, continúa intentando obstruir su progreso. Por lo tanto, mientras atraviesa estas etapas no debe pensar que está fuera de peligro. Hasta que no salga de esos mundos mayores mencionados, Satanás no dejará de obstaculizar su camino. El viajero espiritual no debe dejarse desanimar y tiene que mantenerse en guardia contra Satanás, no sea que caiga en la infidelidad mayor o la hipocresía mayor. Después de recorrer los mundos del Islam mayor y la fe mayor, el viajero espiritual emprende la emigración mayor y luego mediante la autodisciplina atraviesa la auto-resurrección mayor y penetra finalmente en el valle de quienes están sinceramente entregados a Allah. ¡Quiera Allah concedernos a todos este triunfo!.

Assalamo aleikum.