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lunes, 2 de enero de 2023

LOS ESTADOS EVOLUTIVOS DEL HOMBRE Y DE LA HUMANIDAD. (Segunda parte). HACIA LA ESPIRITUALIDAD.

LOS ESTADOS EVOLUTIVOS DEL HOMBRE Y DE LA HUMANIDAD. (Segunda parte). 
HACIA LA ESPIRITUALIDAD. 

La mente plantea interrogantes complejos para sobrevivir en un ambiente familiar o en un cerco hostil. El corazón se guía por la intuición perfecta para seguir los dictados del espíritu libertador. 
(Shaykh Ahmad Salah As Sufi).

La mente y la vida misma no pueden crecer plenamente si no hubiese una apertura de la conciencia más amplia y mayor a la que la mente solamente se aproxima. Tal conciencia más amplia y mayor es la espiritual, pues la conciencia espiritual es, (no sólo superior al resto), sinó que abarca más. Tanto en lo universal como en lo trascendente, la mente y la vida lo pueden asumir en su luz y así recordarles la verdadera y máxima realización de todo aquello por lo que trabajan: pues tiene un mayor número de herramientas de conocimiento, una fuente de poder y voluntad más profundos, un ilimitado alcance en intensidad de amor en dicha belleza. Estas son las cosas por las que nuestra vida y cuerpo se afanan, el conocimiento, el poder y la dicha del amor sublimado, (y quien rechaza ésto), indudablemente no encontrará nunca la plenitud espiritual. La máxima plenitud es el vínculo necesario para la reconciliación de la vida y el espíritu; pues nos permite tomar en cuenta la total naturaleza del hombre y reconocer el sitio legítimo de su triple atracción: a la tierra, al cielo y/a la Realidad Suprema. Pero, hasta que no se completa la solución de sus oposiciones, sólo está sobre la base de la conciencia inferior de la mente, la vida y el cuerpo y no pueden alcanzar su pleno significado hasta que sea asumida, restablecida y transformada por la luz, poder y dicha de la superior conciencia espiritual; mientras, asimismo, que lo superior no esté en su relación plena con lo inferior, por existir ese rechazo, estará en la presunción del dominio sobre sus irrealizados valores. Éste restablecimiento y transformación es una espiritualización y supra-mentalización de la naturaleza mental, vital y física. El ideal terrestre, que fue tan poderoso en la mente moderna, restauró al hombre y/a su vida en la tierra y/a la esperanza colectiva de la raza en una prominente posición y creó una insistente demanda de solución; esto es en lo bueno que efectuó.. Pero esa sobreacción y exclusividad limitó indebidamente el ámbito del hombre, ignoró lo que es excelso y, al fin, lo máximo en él, mediante ésta limitación dio en el error con la persecución plena de su propio objeto. Si la mente fuese lo supremo en el hombre y la naturaleza, entonces ésta frustración no se produciría ciertamente; pero, estaría allí el ámbito limitativo, la estrecha posibilidad, la circunstancia perspectiva. La mente es sólo un parcial desenvolvimiento de la conciencia, aunque hay poderes más allá de los cuales la naturaleza de nuestra raza resta incapaz para llegar; entonces no se realizan nuestras esperanzas máximas sobre la tierra, y se deja sólo lo que está más allá de ella dependiendo del desarrollo de aquéllos, sinó que también esto se convierte en el único camino apropiado para nuestra evolución.. al excluirlos de su más excelsa consumación. Una opuesta exageración que demanda sólo alguna incolora pureza de existencia espiritual que anula la acción creadora del espíritu y nos excluye de todo lo que el Divino manifiesta en su ser; no deja lugar para una evolución sin sentido, o bien una realización, pues una erradicación de todo lo que ha sido evolucionado es la única culminación; retorna el proceso de nuestro ser en la ininteligible curva de una inmersión en la ignorancia y retorna de ella o se erige como la rueda cósmica que sólo tiene una salida para escapar. La aspiración intermedia y supra-terrestre interrumpe la realización del ser superior, no procediendo a su suprema realización de la unidad y lo achica bajo para no permitirle una apropiada amplitud de sentido a su presencia en el universo material y su aceptación de la vida en un cuerpo terrenal. Una gran relación de unidad, una integración, tiene que restaurar el equilibrio, iluminar la verdad total del ser y vincular los pasos por la naturaleza hasta el límite permitido por el ente espiritual. 

En ésta integración, la Realidad se alza como la Verdad suprema del ser; captada por el alcance más excelso de nuestra conciencia. Pero es ésta suprema Realidad, (que es también cósmica), la conciencia cósmica, la voluntad y vida cósmica: la que presentó éstas cosas, no de afuera, sinó en su propio ser, y no como un principio opuesto, sinó como su propio autodesenvolvimiento y autoexpresión. El ser cósmico no es un capricho o fantasía sin sentido, ni es un error por azar; hay en él significación y verdad: la múltiple autoexpresión del espíritu es su elevado sentido, y el Divino es la clave de su enigma. Una perfecta autoexpresión del espíritu es el objeto de nuestra existencia terrestre. Esto no puede lograrse si no tomamos conciencia de la Realidad Suprema; debemos llegar a ser universales, pues sin ésta apertura a la universalidad el individuo estará incompleto. El individuo tiene que separar el terruño, para alcanzar lo Supremo, sinó, se perderá en las excelsas cumbres; incluyendo en sí la conciencia cósmica, recobrando su total dominio sobre el yo, que aún mantiene su idealización sobre el logro de la trascendencia.. si se quiere realizar una integridad cósmica. Una realizada unidad de lo trascendente, lo universal y lo individual es una condición indispensable para la plenitud del espíritu autoexpresivo: pues el universo, es el campo de su total autoexpresión, mientras, que es a través del individuo en que su autodesenvolvimiento evolutivo como llega aquí a su punto de perfección. Pero esto no sólo supone un ser real del individuo, sinó también la revelación de nuestra secreta unidad eterna con el Supremo y con la existencia. En su integración, el alma del individuo, debe despertarse a la universalidad y trascendencia.

La existencia supra-terrestre es también una verdad del ser; pues el material, no es sólo el plano de nuestra existencia; hay otros planos de la conciencia que podemos alcanzar y que tienen en nosotros sus vínculos ocultos: no alcanzar cualquiera de las mayores regiones del alma abiertas para nosotros, no experimentarlas, no conocerlas ni manifestar su ley en nosotros mismos.. es privarnos de la cumbre de plenitud de nuestro ser. Los mundos de una conciencia superior no son el único escenario y habitación posibles para el alma perfeccionada; ni podemos descubrir en cualquier inmutable mundo típico el sentido final o total de la autoexpresión del Ser en el cosmos: el mundo material, ésta tierra, ésta vida humana son una parte de la auto-expresión del Ser y tienen su posibilidad divina; esa posibilidad es evolutiva y contiene las posibilidades de todos los otros mundos en ella, irrealizadas pero realizables. La vida terrenal no es una caída en el barro de lo no-divino, vulgar y miserable, que algunos pueden pensar; sólo se ofrece como un espectáculo (o lo ofrece al alma corporizada) como algo que se debe sufrir y después descartar: es el escenario del desenvolvimiento evolutivo del ser que se desplaza hacia la revelación de una luz, poder, dicha y unidad espiritual, pero incluye también en él la múltiple diversidad del autorrealizante espíritu. En la creación terrestre hay una finalidad omnivisoria; es un plan divino que se estructura a través de sus contradicciones y desconciertos y que son un signo del logro multilateral en pos del cual se conducen el crecimiento del alma y se aprecia el esfuerzo de la naturaleza.

Es cierto, que el alma puede ascender a mundos de una conciencia mayor y más allá de la tierra, pero también es cierto que el poder de estos mundos, el poder de una conciencia mayor ha de desarrollarse aquí; la corporización del alma es el medio de esa corporización. Todos los poderes de la conciencia existen porque son poderes de la Realidad Suprema. Nuestro ser terrestre también tiene la misma verdad; es un devenir de la Realidad Única de donde recibe en sí estos poderes mayores. Su apariencia presente es una figura parcial, velada y limitativa de esa primera figura; la fórmula que actualmente observamos, es una humanidad que no es del todo perfecta por sus propios motivos, así como el excluir nuestras potencialidades divinas; hemos de producir un significado más amplio en nuestra vida humana y manifestar en ella mucho más de lo que somos secretamente. Nuestra mortalidad se justifica solamente por la luz de nuestra inmortalidad espiritual; nuestra tierra (materia) puede conocer y ser todo solamente por la apertura a los cielos; el individuo puede ver correctamente y usar su mundo divínico sólo cuando ha entrado en los espacios mayores del ser y ha visto la luz de lo Supremo y ha vivido en el ser el poder de lo Divino y Eterno. Una integración de ésta índole, no sería posible sin una evolución espiritual, y que no fuese sólo el sentido de nuestro nacimiento en la existencia terrestre; la evolución de la mente, la vida y el espíritu en la materia, es signo de que ésta integración, puede ser completada y que es una manifestación de un yo secreto contenido en ella por su significación. La involución de todo ésto, (sería), que el Espíritu no tendría autodesenvolvimiento evolutivo y estaría sobre el doble término de nuestra existencia material. 

Hay una posibilidad de autoexpresión mediante un siempre no velado desarrollo luminoso del ser, una posibilidad también de variada expresión en los perfectos tipos establecidos y completos en su propia naturaleza: ese es el principio del devenir en los mundos superiores; son típicos y no evolutivos en su principio vital; existen cada uno en su propia perfección, pero dentro de los límites de una estacionaria forma mundana. Pero también hay una posibilidad de autoexpresión por el descubrimiento, un despliegue que toma forma y atraviesa la progresión de encubrimiento y que es una aventura de recuperación: es el principio del devenir en éste punto universal, de atravesar la apariencia primera de la involución de la conciencia para eliminar el ocultamiento del espíritu en la materia.. reconocerlo y avivarlo con la realización de un recogimiento en la paz o éxtasis contemplativo supremo, un recogimiento en la bienaventuranza de la Presencia Divina, cada factor está abierto para el alma en ésta existencia terrena: pues el Infinito (en su manifestación) tiene muchas posibilidades y no se encuentra constreñido por las fórmulas. Salvo que, ninguno de éstos recogimientos pueden ser aquí la intención fundamental del proceder material mismo; pues solamente son herramientas para emprender la progresión evolutiva, y tal progresión, tiene que tener como objetivo la autorrealización como una progresiva manifestación de ésta clase de ejercicios espirituales, aunque únicamente pueden tener su significación para el alma con la revelación del Ser en un perfecto Devenir.
El objetivo es espiritual.. no comercial. Tampoco es un entretenimiento para pasar el rato.. y en menor medida, ésto no es ningún juego.  

Assalamo aleikum. 

Shaykh Ahmad Salah As Sufi.