Gracias al amor, sentimos todo lo que la carne tiene del espíritu.
La mente nos dice: ¡nada!, mientras el corazón nos dice ¡todo!, y entre la nada y el todo, ¡todo! se va fundiendo.
Consultemos pues al corazón y dejemos que la mente, en su fantasía, pinte las lontananzas del Universo.
Per se.
[Homo sum], soy hombre, y/a ningún otro hombre puedo estimar por extraño. Porque el adjetivo humano, es tan sospechoso como su sustantivo abstracto de humanidad. Ni lo humano ni la humanidad, ni el adjetivo simple, ni el adjetivo sustantivo, sinó el sustantivo concreto: el hombre. El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere.. el que come y bebe, duerme y piensa, el que quiere, el que se ve y/a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano confraternizado.
Porque hay otra cosa, al que llaman también hombre, y es el sujeto de no pocas divagaciones más o menos científicas. Y es el bípedo implume de la leyenda, el Quds de Aristóteles, el contratante social, el homo sapiens de Linneo, o, si se quiere, el mamífero vertical. Un hombre que no es de aqui ni de allí, ni de ésta época o de la otra, que no tiene ni sexo ni patria, ni una idea, en fin.. Es decir, es un no hombre. El nuestro es el otro, el que es de carne y hueso; como tú, lector mio.. Aquel otro hombre, del más allá, de cuantos pesamos sobre la tierra, y éste hombre en concreto, de carne y hueso, es el sujeto y el supremo objeto a la vez de toda espiritualidad metódica, lo quieran o no ciertos sedicentes filósolos.
En todas las historias de la filosofía que conozco, se nos presentan a los sistemas como originándose los unos de los otros, y sus autores, (los filósofos), apenas aparecen sinó como meros pretextos vocacionales. La íntima biografia de los filósofos, y de los hombres que filosofaron tanto, solo ocupa un lugar secundario. Y es ella, sin embargo, esa íntima biografia, la que más cosas nos explica. Nos cumplimos en decir, ante todo, que la filosofía se acuesta más en la poesia que en cualquier otra ciencia. Cuantos sistemas filosóficos se han fraguado entre la historia de las aberraciones de la humanidad, de los inconcebibles extravios de criterio público; es algo profundamente desalentador e inquietante, que al reconstruirla, se comprende cómo puede su recuento imprimir ese sello de triste resignación, fruto de cierta experiencia, o ese gesto de salvaje rebeldía, brote de la indignación, que aparecen sobre la faz de todos los que han sentido el trágico derrumbamiento de la fe en el hombre y la dolorosa inanidad de la vida. Cuando presenciamos uno de esos irritantes abusos de la fuerza bruta, uno de esos crímenes cuya reparación no se alcanza a ver, vibra aún en un pliegue de nuestra alma la esperanza de que la reprobación de la conciencia humana, incorruptible y superior a los egoismos de la politica y/a las cobardes claudicaciones de la diplomacia, pese a lo menos como una sanción sobre el detentador de los derechos de los debiles. Quizás sea una ilusión; pero la experiencia demuestra que el éxito afortunado puede alcanzar también a corromperse en ese tribunal, y reservado éste a las inultas victimas del doble ultraje de presenciar cómo la aceptación de las naciones legitima el despojo y cómo el aplauso universal consagra al despojador con el nimbo de los supuestos benefactores de la humanidad. La razón puede recusar el veredicto de la opinión pública, no sólo el de un país, sinó en el mundo entero, cuando aparece, como en el caso ilustrativo que se verá en seguida, en que las decisiones de esa opinión pesa más que el poder del derecho y se tienen más en cuenta las consideraciones de la política que los fueros de la equidad.. ¿Habrá necesidad de establecer sobre qué bases reposa la paz del mundo y cuál es el mandamiento de honor de las naciones? "Es un principio esencial de la ley de las naciones que dictan los protocolos de la famosa conferencia del Mar Negro, allí en el 17 de enero de 1871 y que ninguna potencia puede por sí sola libertarse de las obligaciones de un tratado, o modificar sus estipulaciones sin el previo consentimiento de la otra parte contratante y por medio de arreglos amigables". Eliminar el sentido del honor de las relaciones internacionales, por medio de violaciones que hieren de muerte el derecho público externo, es destruir toda base cierta, toda esperanza de permanente paz en el mundo, semejante golpe a la moralidad universal es la regresión a las peores formas de la barbarie, es la sustitución del Estado pirata por el Estado caballero, es la sociedad de los pueblos contra la patria, de los principios que por ella se delimita y por ella se muere. Tal parece, que la infortunada estirpe de Caín, vinculada al error, lleva el estigma en una eterna subordinación mental que la hace levantar nuevos ídolos sobre aras despobladas y ya barridas por la razón.. En algunas democracias, el espiritu de partido ha sido el ídolo ebrio de sangre a quien se le han ofrecido a torrentes el rojo y viscoso licor. Ya pueden verse, empero, cómo se reducen a sus verdaderas proporciones esas divinidades implacables y omnipotentes cuando se las somete a lo que Hegel llamó "la terrible disciplina del conocimiento propio".. disciplina, que ha de llevar inminentemente, y que hay que esperarlo, pues una de las más hermosas conquistas del espíritu humano: es el libre albedrío y examen.
Las supersticiones democráticas.
Si al derecho divino de los reyes, le ha sucedido el derecho divino de las asambleas, al de éstas.. se las ha sustituido en alguna ocasión por el derecho de las rigurosas analíticas de la filosofia crítica, que no puede condenar a priori a ninguna noción que la crítica histórica puede afirmar en la virtud eficiente de esa noción o de su esterilidad en una época y en función de circunstancias determinadas.. Cuando a las ciencias de la Naturaleza, cuyos métodos excluyen toda base diferente de la observación, la experiencia y la razón, si es verdad que poseen mayores quilates de fijeza en sus aplicaciones, también lo es que, (en cambio), esas aplicaciones están restringidas por estricto modo al bien deslindados de los dominios y fuera de ellos son impotentes, son ciegas y son mudas dentro de los límites de su propio reino interior de las certidumbres.. y que esas ciencias, son también puramente relativas en todo el mundo, (y nos recuerda), cómo son sus maravillosas investigaciones sobre las últimas ideas que la filosofia sintética nos muestra entre el impenetrable océano del misterio que hay más allá de las nociones comprobables.. misterio que, por una dotación curiosa de las ideas, abre en la misma la extremidad del campo que el positivismo enseñorea con la rigidez de sus deducciones, como un horizonte nuevo y sin limites en las revelaciones de la fe y/a los vuelos de la esperanza. "Nadie" <dice un pensador contemporáneo> ha logrado descubrir las bases primeras de cada ciencia, ni definir sus definiciones, ni demostrar sus axiomas, ni justificar sus postulados", es como una pirámide delineada en su parte central pero, con degradaciones sucesivas de penumbra en penumbra, que se esfuma y se desvanece hasta apagar su arista entre lo insondable del ciclo y el hundimiento basal. No hace recato en la noche de los origenes ni sobre su cimiento y su cima, y tampoco está sobre las lejanias del porvenir.
Del gran movimiento de ideas contemporáneas.
La totalidad de las obras plenas, de las ideas y de la orginalidad, de la reveladora investigación y de una cultura pasmosa, que forma una contribución definitiva del tiempo maestro al patrimonio intelectual de todas las edades, surge, (como ya se ha dicho), una intensa y unánime orientación con sus rectificaciones al criterio que privaba en veinte años sobre éstas rectificaciones, y que ahora, están encaminadas en armonizar o en declarar su incompatibilidad y condenar la una en nombre de la otra. Ha sido un empeño muy visible en el movimiento de ideas del presente en cuanto de siglo es. En su anhelar de certidumbres absolutas, el espíritu busca una sanción definiva a sus concepciones y porfia por descubrir la montaña inconmovible sobre la cual han de asentarse la riqueza de más ideas; cuando lo sagrado y el mandamiento no basta yá como razón última, se acostumbra a coger lo consagrado del mandato científico y se aspira a la ineficiente irradiación de la estrella fija para su incierto urdir sobre la razón encendida, en medio de algo desconocido, como una hoguera que arde ante la doble hostilidad de la noche y del viento.
Suponer, que la ciencia ha de ser (para esa institución) una garantia segura de verdad, es suponer que la ciencia está definitivamente constituida de redundante verdad.. cuando también contiene fallos. Sin hablar de ese linaje de infatuación mental, en un mismo tiempo cientifista y sectarista en que la ironía supo esculpir para siempre la tipica ilusión de la infalibilidad del conocimiento, que tiende a cortar el vuelo de toda investigación obstruyendo el paso a ulteriores estudios de fenómenos, cuyas leyes son irrevocablemente establecidas por la entidad Superior y le resta legitimidad al dogmatismo estrecho, eterno enemigo de toda originalidad, en donde la sanción de la historia personifica en el Consejo de sabios y entre los sexólogos que desconoció y condenó en Salamanca a multitud de inocentes en nombre de la intitulación maravillosa.. más grandiosa en los ensueños de la civilización occidental y de la ofrenda al mundo.
Para comprender la esencia de las cosas y conquistar los átomos del conocimiento, sobre el misterio universal, el hombre propone su propia inteligencia, y esa inteligencia <digan lo que quieran sobre el audaz idealismo y la filosofía> no puede alcanzar lo Absoluto.
En cuanto al mundo exterior, no nos llega otra representación distinta de la que el trémulo espejo de nuestra mente refleja a cada instante, y si por ventura, esa mente fuese un espejo delarmado de la vida, las percepciones del universo fisico y del intelectual <que por ello obtuviésemos> no podrían ser otra cosa que una ilusión, por eso, la razón humana no puede, ni podrá jamás afirmar nada de cuanto se encuentre allende de los limites de lo relativo. De ésto puede deducirse.. que las ideas cuya falsedad han sido demostradas no son sinó aquellas cuya evidencia está por demostrar y que aún no podrán demostrarse jamás