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jueves, 6 de julio de 2023

LA ESENCIA Y EL CORAZÓN.

LA ESENCIA Y EL CORAZÓN.
Muchas personas, especialmente aquellas que buscan descubrir su verdadera naturaleza a través del amor y la devoción, piensan que la esencia es una especie de estado reconductor de todo lo emocional. Por supuesto, la esencia se caracteriza por la libertad, la belleza, el amor y la
felicidad, todas esas son las cualidades de un corazón abierto. Buscan la dicha, que ven como un maravilloso estado emocional. Este enfoque puede ser muy engañoso, yá que una emoción está más cerca de la experiencia de la esencia que del pensamiento o una imagen. Esta similitud entre las emociones y la esencia requiere que estemos más alerta y que nuestra comprensión sea mucho más precisa. Por profundas, placenteras y hermosas que sean las emociones, éstas, no son la esencia. Esto pertenece a una dimensión diferente aparte de la experiencia.

La principal diferencia entre los estados emocionales y la esencia es que los primeros son el resultado de una descarga del sistema nervioso, mientras que los segundos no lo son. Los estados emocionales son fundamentalmente procesos fisiológicos acompañados de un cierto contenido ideario. La esencia no es un proceso fisiológico y no es el efecto de una descarga por parte del sistema nervioso. Es independiente de éste último, y trasciende a los procesos fisiológicos y puede, de hecho, existir sin el organismo físico. La esencia, cuando está presente, afecta al sistema nervioso, pero no en la descarga o la emoción, lo que resulta de la interacción entre la esencia y el sistema fisiológico.

Esta es una diferencia muy importante, que implica que las emociones no existen excepto en el sentido en que existe cualquier actividad. Son actividades y éstas no tienen presencia ontológica. La esencia, por su parte, no es una actividad.. es presencia, y su cualidad fundamental es que existe como una actualidad ontológica. Una emoción es una actividad que tiene un principio y un fin, mientras que la esencia es una presencia. Una emoción es como el movimiento del agua, es esa actividad que llamamos movimiento, pero el movimiento del agua no es el agua misma. El agua puede estar completamente quieta y aún así existir. La esencia es como el agua: existe haya o no haya movimiento.

El individuo que identifica su verdadera naturaleza, o esencia, con sus emociones positivas, se pierde la verdad. Tal individuo continuará desarrollando la vida de la personalidad, basada en ciertos estados emocionales, mientras que está descuidando la vida de la esencia. Pero ésto no es más que la condición del individuo no realizado que siempre está buscando experiencias emocionales placenteras. Y es precisamente ésta búsqueda de emociones positivas lo que le impide a la mayoría de las personas entrar en contacto con la esencia viva, que trasciende a las emociones, tanto positivas como negativas.

Aunque hemos visto aquí que existe una diferencia fundamental entre las emociones y la esencia, ésto no siempre es fácil de entender, especialmente para los principiantes, yá que la experiencia de las emociones y la esencia tienen muchas similitudes y es sencillo equivocarse. La situación se complica más aún por la condición del hombre occidental moderno, que generalmente está muy alienado en sus emociones. Hay otros que no sienten sus emociones en absoluto, y hay quienes las sienten, aunque no suelen sentirlas a un nivel profundo. Las emociones que se sienten suelen estar tan distorsionadas y dominadas por la negatividad, que se necesita un trabajo intenso de limpieza para comenzar a sentirlas de manera profunda y equilibrada.

Aquellos que participan en muchos de los nuevos movimientos de crecimiento personal o que se someten a una de las muchas terapias asociadas con la New-age suelen pensar que están trabajando en su "crecimiento" espiritual, cuando su objetivo es en realidad el crecimiento emocional. Y ésto es generalmente cierto, incluso para aquellos que piensan que están siguiendo su propio "crecimiento espiritual”. Lo que realmente quieren, por lo general, es lograr una pauta de satisfacción emocional y lograr estados emocionales placenteros. A menudo, lo que obtienen no es crecimiento, sinó una descarga emocional.
Por supuesto, la capacidad de descarga emocional es un requisito previo necesario para el crecimiento y el equilibrio emocional. Y un crecimiento emocional equilibrado es fundamental para descubrir y desarrollar la propia esencia. Sin embargo, la vida emocional no es la vida de la esencia. En éste punto, debemos considerar la diferencia entre un individuo emocionalmente saludable y uno que yá está realizado. Sabemos lo pobre que es la vida de una persona emocionalmente bloqueada en comparación con la de un individuo normal que disfruta de una vida emocional plena y completa. Desde el punto de vista de la esencia, las experiencias de quien vive una vida emocionalmente satisfactoria son tan pobres como las del individuo realizado, yá que las de la persona bloqueada se comparan con las del individuo emocionalmente sano, de hecho, son más pobres en muchos órdenes de magnitud. A los ojos del individuo esencial, la persona normal, con una vida emocional sana, es incompleta, todavía es un niño en términos del desarrollo del potencial humano.

Es común, aunque no exacto, escuchar que la esencia se experimenta como una emoción, ya que se siente y no se piensa. Pero una experiencia sentida no es necesariamente una emoción. Esto es fácil de entender: podemos, por ejemplo, sentir nuestro estómago, pero ésto no es una emoción. El estómago existe, y lo mismo ocurre con la esencia: podemos sentirla, pero no es algo emocional. Es una realidad existencial. Sin embargo, dado que se siente y muchas veces produce efectos similares a los de las emociones, y también porque no es una presencia física, muchos la confunden con un estado emocional y, por lo tanto, no la identifican como lo que es. ¿Podemos describir ésta situación? Ciertamente: ¿Cuál es la parte de ti que puedes sentir, incluso si no es una emoción o una parte del cuerpo?

Algunas escuelas confunden esencia con afectos. Esto se debe a que la esencia posee algunas cualidades afectivas, lo que significa que puede percibirse como suave, cálido, cariñoso, dulce, duro, espeso, etc. Pero no es un cariño. Las enumeradas son algunas de sus cualidades, pero no representan su naturaleza fundamental. La dureza del diamante no es el diamante. Así, la esencia es como un diamante. Tiene cualidades, al igual que un diamante tiene cualidades de dureza, brillo, etc. Las cualidades de la esencia, entonces, pueden llamarse afectos. Si bien todo ésto es muy claro y se da por sentado por aquellos que conocen la esencia, puede ser muy confuso para los demás. Para aclarar aún más la diferencia entre la experiencia del amor y la de la verdad, consideremos el caso de alguien que busca la esencia y tiene una experiencia de revelación profunda y significativa. Supongamos que esta persona siente que su corazón está completamente abierto y por lo tanto experimenta un sentimiento de gran amor y profunda dicha. Esto les sucede a muchos buscadores que practican uno de los muchos métodos de meditación o uno de los muchos ejercicios espirituales.

En algún momento de la práctica, el centro del corazón se abre y el individuo se inunda con sentimientos profundos e intensos de alegría y amor. Se siente transportado. Entra en un estado en el que se siente emocionalmente libre, a veces acompañado de maravillosas visiones, imágenes o pensamientos. El corazón está lleno de amor y compasión por el individuo mismo y por los demás. Durante ésta experiencia, esa persona puede ver luces intensas de hermosos colores, o incluso puede sentir que está hecha de luz. Puede que de repente se dé cuenta de que "estoy hecho de luz". Todo ésto es hermoso y maravilloso. De hecho, es necesario para el crecimiento espiritual, pero no es la esencia. Este es el tipo de experiencia que suele tener lugar cuando se activa una de las lataif (latifas) del cuerpo. Las latifas son centros que poseen varios tipos de energía. Suelen encontrarse en relación con los plexos principales del sistema nervioso y están íntimamente relacionados con estos y sus funciones. Su tarea más importante es coordinar algunos procesos fisiológicos y autonómicos fundamentales de descarga. Las energías de las diferentes latifas son las energías de los diversos estados emocionales. Cuando una latifa está activa, o es "abierta", en lugar de experimentar las emociones, tenemos las energías sutiles que las subyacen. Es por eso que cuando se abren, en el corazón, - sentimos una gran libertad emocional - la energía allí se libera temporalmente de las diversas emociones conflictivas que típicamente llenan nuestro corazón. La energía básica del corazón se experimenta como alegría, amor y felicidad. Cuando se ve, se percibe como luz coloreada, en diferentes tonos.

La activación de las otras latifas irá acompañada de una sensación similar de expansión, libertad y luz, pero no es necesariamente de amor. En estas aperturas, el individuo generalmente se siente inundado de emociones profundas e intensas, es una experiencia que se considera excepcional y altamente enérgica. Siente que le sucede algo muy importante, que sólo puede definir en términos de experiencia espiritual o unión mística. Esto es cierto, pero es igualmente cierto que es sólo una parte de la transmutación. Después de un tiempo, el sentido es reemplazado por procesos más sutiles y profundos. Sin embargo, dado que el nivel de las lataif tiene su propio sistema, y ​​es intensamente emocional y está lleno de visiones de hermosas luces fosforescentes y de todo tipo, tienen un efecto seductor y cautivador para la mente. El individuo continúa así buscando estas experiencias intensas y no desarrolla interés en los procesos más sutiles necesarios para alcanzar la dimensión de la esencia. Los destellos de luz son en gran parte el resultado de la naturaleza de la emoción de la experiencia. Dado que las latifas contienen emociones intensas, profundas y acumuladas durante muchos años, cuando se activan, todas las emociones contenidas son finalmente liberadas e inundan la conciencia del individuo. 

Las emociones más profundamente contenidas en el corazón son las del amor y la alegría, las que emergen con toda su fuerza, produciendo maravillosas luces, sensaciones de gran placer y estados de éxtasis.

Las experiencias asociadas con las lataif, como la apertura del corazón, son vistas por muchos sistemas de desarrollo interno como tentaciones que deben de evitarse si no existe una preparación y orientación maestra oportuna. El analista-investigador puede desarrollar una adicción a ésta dimensión de la experiencia, abortando el proceso que lleva a la esencia de raíz. Esta forma de dependencia de la dimensión de la experiencia también se puede observar en aquellos que siempre buscan altos niveles de emoción. La energía es la misma que trabaja en las latifas. Incluso hay quienes tienen una adicción al desarrollo del miedo. Intentan sentir miedo poniéndose en situaciones peligrosas. Aunque pueden obtener el mismo efecto viendo películas de terror. La energía del miedo es la misma que la de la pura excitación; es una energía que opera con los efectos de la adrenalina. La dependencia de la excitación y del miedo, por lo tanto, es la misma que la de una dimensión dramática. No nos referimos aquí a individuos neuróticos aquejados de ansiedad y miedo, sinó a aquellos que necesitan estar en situaciones peligrosas para sentirse excitados. La lataif del corazón, (Ibrahímico), como todas las demás, cuando son abiertas, representan la entrada a través del cual se entra en un dominio más profundo, el dominio de la esencia. Este dominio es un universo entero, el universo de la esencia. Pensar, que la experiencia de abrir la lataif del corazón representa el final del viaje de uno, es como quedarse en la puerta de éste universo sin ir más allá. Es cierto que la puerta estará abierta, pero la puerta no es el universo de la esencia. La puerta es colorida, hermosa, fascinante, pero sigue siendo sólo una entrada ornamentada a un dominio que supera a todos los demás en belleza y significado. El nivel de la energía de las lataif, se usa en muchas historias para simbolizar un guardián de un tesoro, un guardián que debe ser derrotado antes de que el héroe pueda conquistar el tesoro. El tesoro es el reino de la esencia. El guardián que cuida del tesoro, (la esencia), debe protegerlo de las impurezas del ego del héroe para que éste pueda disfrutar de la vida de la esencia.

Así, el nivel de las latifas, la acción, es una etapa de desarrollo individual, pero no es el destino. Aunque se utiliza para continuar adelante. Si el individuo se permite ir más allá del brillo y la emoción hacia a la presencia más sutil y tranquila en el corazón. De hecho, puede suceder que la experiencia de la apertura del corazón sea el resultado de contactar con su esencia en el corazón. La presencia de la esencia <puede en sí misma> abrir el corazón. La experiencia extática no es solamente emocional, sinó también esencial; en algunos casos, es la esencia que emerge, pero se experimenta como una emoción. En otros casos, la energía de la esencia se mezcla con la de las emociones. Cuando el individuo queda cautivado por el aspecto emocional de la experiencia, la presencia de la esencia tiende a eludirlo, por lo que pierde la oportunidad de profundizar en el rico dominio de la esencia. Sin embargo, si permanece presente durante la experiencia y observa objetivamente sus componentes, puede encontrarse con la presencia de la esencia y entonces tiene la posibilidad de experimentar el dominio esencial en su pureza, no contaminado por las emociones. La calidad de la experiencia del corazón será, en esa medida, muy diferente de la del nivel de las lataif. Dicho nivel siguiente es la experiencia de la esencia, también llamado "nivel lataif" por los sufíes. Estos centros, a veces, también se denominan "órganos de percepción".

En Ibn Arabi, como en el Tasawwuf-sufismo en general, el corazón (qalb) es el órgano que produce el conocimiento verdadero, la intuición inteligente, la gnosis (ma'rifa) de Allah y los misterios, en definitiva, el que percibe todo lo relacionado con lo "esotérico". "ciencias interiores" (ilm al-Batin). Es el órgano perceptivo que es a la vez experiencia y conocimiento íntimo (dhawq).. Nos encontramos aquí con una forma de "psicología sutil" elaborada "a base de experiencias ascéticas, extáticas y contemplativas".. En resumen, ésta "psicología mística" actúa a través de un "cuerpo sutil" formado por órganos psico-espirituales.

Estas latifas, y en particular, la del centro del corazón, está asociada con la experiencia de la compasión. En éste nivel de experiencia, la emoción, el brillo, el drama del centro del corazón ya no existen. En el centro de la cavidad torácica, sin embargo, se percibe el vacío. Es como si todo el cofre se hubiera ido. No queda nada más que un espacio sereno, claro, silencioso, vacío. No pasa nada, todavía prevalece un sentimiento de apertura y claridad. Si el individuo presta mucha atención, se le hace evidente que ese vacío sereno está permeado por una presencia delicada y sutil, tan delicada y sutil que generalmente no se nota. Esta presencia delicada y sutil que impregna el vacío del corazón es la latifa, o su primera manifestación. El individuo sentirá una sutil pero exquisita sensación de compasión, por sí mismo y por los demás.

Si el individuo observa aún con más atención, se dará cuenta de que no hay emoción, no hay descarga emocional. ¿Cuál es, entonces, el origen de la compasión? La persona se da cuenta de que la presencia sutil que invade la cavidad torácica tiene una cualidad particular que podría denominarse afecto. Esta cualidad se puede describir mejor como bondad amorosa. Si el individuo trata de identificar exactamente la cualidad de esta presencia, verá que no se trata de compasión, ni de bondad amorosa, sinó que estas son las dos expresiones que más se le acercan en el lenguaje humano. Entre las características de ésta cualidad están la calidez, la amabilidad, una sensación de novedad virgen, como la de un niño recién nacido, pero también una simpatía intrínseca que es difícil de describir. Podría llamarse una iluminación agradable. Se podría agregar mucho más sobre ésta sutil presencia.

La expresión "bondad amorosa" se acerca lo suficiente, pero no es correcta. La emoción de la compasión, tal y como se siente normalmente, es la descarga nerviosa que se produce como resultado de ésta presencia sutil. No es la presencia, sinó la reacción emocional del sistema nervioso ante ella. Se acerca a la experiencia esencial, pero no la alcanza. En este ejemplo, podemos ver muy claramente la diferencia entre la experiencia y la esencia (a nivel lataif). La experiencia tiene un proceso de descarga; la esencia es nuestra verdadera naturaleza. La primera es una actividad, la segunda es una presencia ontológica, como se dijo al principio.

En la literatura espiritual, el término corazón se usa a veces para denotar el punto del corazón, y en otras ocasiones para denotar el centro del corazón, la latifa llamada akhfa, "el más oculto". A veces también se usa para referirse a otra latifa, qalb, que se encuentra en el lado izquierdo del pecho. “El término qalb (corazón) puede considerarse como la ubicación anatómica del órgano a despertar. Está ubicado en el lado izquierdo del pecho, en el punto donde se percibe el latido físico del corazón”. A veces, sin embargo, algunos maestros, especialmente los sufíes, usan la palabra corazón para indicar la esencia misma, la presencia de la verdadera naturaleza en todos sus aspectos. Muchos autores que discuten sobre el desarrollo espiritual usan el término corazón sin distinguir entre sus varios significados. Esto no genera problemas particulares para el principiante, pero después de un tiempo el uso exacto se vuelve de fundamental importancia, para que el individuo comprenda qué tipo de experiencia está teniendo.

Por supuesto, el espacio interior no es el espacio físico habitual ni se relaciona únicamente con las imágenes corporales. Está influenciado por los límites del yo que son inherentemente más emocionales y psicológicos. Hay una correspondencia, a nivel ontológico, con la relación entre autoimagen e imagen corporal. En otras palabras, así como en la teoría de las relaciones objetales la imagen del yo incluye la imagen del cuerpo, en la experiencia del espacio el espacio psicológico interno incluye el concepto de espacio como una extensión espacial. El espacio interior no se limita a la extensión espacial, al igual que la autoimagen no se limita a la imagen corporal, que es análoga a la extensión espacial. Podemos apreciar, por tanto, cuán útiles son los descubrimientos de la teoría de las relaciones objetales sobre la relación entre la imagen propia y la imagen corporal para comprender con mayor claridad el concepto de espacio interior y ampliar nuestro análisis a la naturaleza de la mente entendida como espacio. El espacio interior es más grande, más abierto e inclusivo que el concepto de espacio como extensión espacial. Centrarse en la disolución de los límites de la imagen corporal, que son las contrapartes mentales de los límites físicos, puede llevarnos a considerar el espacio solo en términos de extensión espacial. Pero superar estos límites, que son por naturaleza mentales, nos ayuda a abrir la experiencia del espacio hacia otras dimensiones más psicológicas. Vemos entonces que la apertura espacial es sólo una dimensión del espacio interior.

Las dimensiones de apertura tienen que ser en Él, y podremos ampliar nuestro conocimiento de las relaciones objetales y obtener una visión más profunda de la estructura psíquica. En particular, podremos explorar en un nivel más profundo de la naturaleza de la identidad, del yo y su relación con la imagen del yo. Podremos ampliar los hallazgos de la teoría de las relaciones objetales para incluir una comprensión de la naturaleza ontológica del yo, una cuestión que aún no ha sido abordada por el psicoanálisis tradicional y rutinario.

El concepto de espacio, pensado como una apertura a otras dimensiones en el espacio, nos ayudará a construir una teoría del espacio interior y la imagen del Yo Primero, sin embargo, necesitamos expandir un poco más sobre éste nuevo concepto de espacio a medida que la experiencia del espacio se repite, se profundiza y se amplía en el proceso gradual de disolución de los límites del Ser, el individuo se vuelve consciente de la existencia de límites más sutiles. Se vuelve consciente de (y es capaz de disolver) los límites con respecto a la profundidad y amplitud de sus sentimientos, los tipos de emociones y sensaciones que puede tener, la amplitud de su conciencia de la mente y el cuerpo, y las categorías de posibles experiencias de sí mismo y de la realidad. 

El espacio produce la expansión de las cualidades de nuestros sentidos, de nuestras sensaciones, de nuestras facultades mentales. Profundiza en nuestra intuición. Amplía nuestra conciencia a nuevas dimensiones de nosotros mismos, que tal vez, ni siquiera sabíamos que teníamos. Nos da nuevos poderes de percepción y experiencia. Además, el espacio tiene la asombrosa y poderosa capacidad de expandirse, aumentando continuamente la apertura disolviendo las fronteras, lo que nos permite desarrollar una comprensión cada vez mayor de nosotros mismos y de todo lo que nos rodea.

Assalamo aleikum.

Sh. Ahmad Salah As Sufi.