Cuando el sabio ha adquirido la ciencia pensando en Allah y no en los príncipes del mundo; cuando sus actos han sido puros y siempre loables por ser ésta su naturaleza y no por poder obrar de otro modo (obligados por las circunstancias), un sabio de estas características es guía e inspiración para sus contemporáneos con respetuoso temor, humildad y grandeza. Consciente o inconscientemente, el mundo recibe la irradiación de su luz. Si un sabio así visita a un príncipe, él es aparentemente un peregrino, pero en realidad es el objeto de la peregrinación. Pues quien recibe la ciencia es el príncipe, mientras que el sabio se basta a sí mismo como un sol que irradia: da sin distinción, transforma las piedras en ágatas y rubíes, las colinas de polvo en minas de cobre, oro y plata, la tierra seca en refrescante verdor, y da frutos múltiples a los árboles. "Concede, ofrece y no recibe." «Aprender a dar y no a tomar». El visitado es, pues, el sabio y el principe es el visitante.
"Si Allah encuentra algún bien en vuestros corazones. Él os dará algo mejor que lo que se os ha quitado y os perdonará. Allah es indulgente y misericordioso".
He aquí la causa de la revelación de éste versículo al Profeta. El Profeta (Sall'Allahu Alayhi Wasallam) había vencido, había conseguido eliminar los grilletes puestos en los pies y en las manos de los prisioneros, entre los que se encontraba su tio 'Abbas, (Allah se complazca de él).
Dar para recibir de nuevo.
Dijo el Altísimo: "No os apoyéis en vuestro propio conocimiento, en vuestra propia fuerza, ni en vuestro propio poder. Sabed que Yo soy el Sabio, el Fuerte, el Poderoso". Así evitaréis el pedir socorro a otros o hayáis de solicitar la ayuda de los principes y sultanes. Decid: "A Ti solo adoramos y a Ti solo imploramos ayuda". (Corán, Sura 1, verso 5).
Assalamo aleikum.