EL CONOCIMIENTO TRASCENDENTE.
Nos consta, (ciertamente), que todos esos anhelos requieren de la aprobación divina.. es decir, de la Existencia Superior, y que no es algo que podamos esgrimir de manera exacta al gusto de cada cual. Tampoco se trata de un ciclo limitativo sobre ciertas apetencias "llámense" espirituales o morales de cada persona. Puesto que la espiritualidad, no es ningún juego para utilizarla cuando uno se encuentra aburrido.. no es ningún videojuego zangani para usar monedas materiales.
Los avanzados espirituales saben trabajar con el sentido del "yo soy" desde dentro, de manera neutral y nunca en forma circunstancial.. no se pueden poner límites de espacio ni de tiempo para estos ejercicios.
La contemplación de los elementos es también una poderosa herramienta para combatir el engreimiento, el cual, constituye un patrón profundo y condicionado. El engreimiento, está profundamente arraigado en el yo soy--yo era--yo seré. Ésta es una de las impurezas que se necesita desarraigar, y que constituye, uno de los velos más sutiles de la ignorancia y que deben ser eliminados antes del despertar completo. Fijaos, con qué frecuencia esta sensación del "yo soy" surge en relación con nuestro cuerpo, sobre todo, cuando lo tratamos de comparar con el de los demás. Prestar atención, entonces, a la cantidad de pensamientos y patrones emocionales que resaltan una vez que empezamos con esas compararaciones de los unos con los otros. A menudo nos decimos: "si adquiero ésta marca XxxX" voy a ser (o voy a parecer) más bello, como todos los chicos y las chicas que aparecen en ciertos anuncios televisivos. ¿Cuánto tiempo perdemos en esas apariencias?
Estas pasarelas comparativas son una artimaña del ego, y/a menudo nos condiciona en nuestro comportamiento. Se trata de un patrón muy arraigado en nuestra mente. Al ver el cuerpo como un conjunto de partes, (donde ninguna de las cuales es por sí sola particularmente atractiva), y al experimentar después el cuerpo como un juego de elementos, la presunción del "yo soy" desaparece. Los sentimientos de orgullo, o de la falta de mérito, (en relación con el cuerpo) ya no tienen sentido.
Un discípulo del Sharif dijo una vez: "El agua de los grandes océanos no son suficientes para mojar un dedo".. (musitando el párrafo del célebre y gran maestro Ibn Arabi).. intentando con esa comparación, (sobre el elemento externo), hacerse denso y llamar nuestra atención sobre la desaparición del cambio sobre el sujeto.. porque muchos continúan aferrados sobre la idea de la permanencia. Con lo cual, el Sharif le dijo: "No tiene ningún sentido hablar del agua, cuando estamos hablando del yo, del mío o del yo soy".
En primer término hay que decir, (que el ego), si bien no constituye nuestro ser esencial es, al menos, un artífice necesario de nuestra naturaleza para la afirmación del individuo, que logra así una cierta autonomía sobre la sustancia indefinida del subconsciente. Es decir, es una individualidad ilusoria, pero práctica y efectiva en el ámbito de nuestra vida superficial. Esta estructura surge antes de la aparición de la mente, pero es sólo con la aparición del hombre, (es decir), con la conciencia mental que llega a tener su expresión máxima. Así como es complejo el ser del hombre, también lo es dicho ego, pues está constituido sobre capas en lo físico, lo vital y lo mental con orden para ayudar a la centralización e individualización de la conciencia externa y de la acción. Es decir, si bien el ego es una formación de la naturaleza "negativa" no es sólo una estructura física sinó también algo emocional y mental. Pero tales estructuras no tocan a la esencia, (y por ello), "espiritualmente" el ego es la base de toda inconsciencia, de todo sufrimiento, de todo lo superficial y negativo, porque una mirada egocéntrica que está condicionada por intereses y cargada de deseos personales, no sólo nos limita el acceso a la verdad, sinó que además la deforma con la distorsión.
Nos viene a la mente un cuento, (de cierta tradición) que nos ilustra un poco sobre el aspecto de éste ego: Permítanme el relato..
"Esto era un ermitaño de muy avanzada edad. De blanco cabello y barba amarilla. Su rostro estaba surcado por las profundas arrugas de un nonagenario. Aunque su mente continuaba siendo ágil y despierta. Su cuerpo flexible como un junco.. pensamos que era por los ejercicios, las disciplinas y austeridades. Él había obtenido un asombroso dominio sobre sus facultades psíquicas. Pero, (a pesar de ello), no había conseguido debilitar a su arrogante ego. Más allá de ésto, sabemos que la muerte no perdona a nadie, y cierto día, fue llamado para ese momento nupcial. El ermitaño, con sus facultades desarrolladas, intuyó las intenciones de la muerte y, como experto en el arte de la ubicuidad, proyectó treinta formas idénticas a la suya. Cuando llegó la muerte, contempló treinta cuerpos iguales y, siendo imposible detectar el cuerpo orgánico auténtico, no pudo posar su dedo sobre al astuto ermitaño y llevárselo consigo. Fracasando en su misión, la muerte regresó para exponer lo acontecido.
Una vez obtenidas las instrucciones necesarias, la muerte regresó para buscar al ermitaño.
Otra vez el ermitaño, intuyó que la muerte se aproximaba. En unos instantes, volvió a reproducir el truco al que ya había recurrido anteriormente y recreó treinta formas idénticas a la suya.
La muerte se encontró esas formas iguales y exclamó:
-Muy bien, muy bien..
¡Qué gran hazaña!
Tras un breve silencio, agregó: ¡Pero..!, indudablemente, hay un pequeño error.
-Entonces el ermitaño, herido en su arrogancia, se apresuró y preguntó:
-¿Cuál error?..
Y así la muerte pudo atrapar el cuerpo auténtico del ermitaño y conducirlo a las esferas de la muerte."
¡Así, es el ego..! que abre el camino hacia la "muerte" espiritual y nos hace vivir de espaldas a la realidad del ser.
Indudablemente, en el camino del perfeccionamiento, el ego ha de ser superado, (sin embargo), cualquier esfuerzo no tiene que ser suficiente para el camino íntegro, pues éste implica además, trascender a la idea y al sentido del ego, que muchas veces confundimos con nuestro verdadero ser. Si bien, la montaña del egoísmo es fácil de superar, porque no es difícil reconocerlo y corregirlo, el ego es un obstáculo mucho más difícil de trascender, pues la gran mayoría estamos identificados con él sin tener conciencia de ello. Más aún, para reconocerlo, debemos hasta cierto punto haberlo superado. Si bien el ego nos ayuda en el proceso de individuación, también nos impide alcanzar nuestra meta real y la estatura espiritual. Porque el ego, es el principio que nos hace conscientes del ser individuos separados, pero en tal estado nunca hay felicidad, en la medida en que representa una contracción de la conciencia, y una división, desarmonía, y, en consecuencia, el fracaso del amor y de la comprensión.
Así, el correcto punto de inicio para reconocer a nuestro ser, es buscar en las profundidades de éste principio eterno que es el interior independiente del cuerpo y de las circunstancias de la vida; una realidad que no deriva de los esquemas mentales ni del lenguaje ni de las costumbres de ningún contexto particular en el que nos hallamos desarrollado. Encontrar tales principios, es reconocernos como seres universales y eternos, y así, las barreras que nos separan de los otros se derriban y nos sentiremos solidarios con toda la existencia: vivimos en unidad con todos los seres, pues la conciencia del alma se descubre trascendente a todos esos límites.. ya sea ontológicos, geográficos, culturales o raciales. Entonces, si tenemos conciencia de todo ésto en nosotros mismos, y/a la vez que somos un punto en medio de millones de otros seres que configuran un grandísimo Todo.. entonces comprenderemos el conocimiento del alma que es la base de la sabiduría espiritual, pues como nos dijo nuestro Profeta: "La misma naturaleza atrae la misma esencia".. o lo que traducido sería: solo lo semejante puede conocer a lo semejante. Asi, sólo el espíritu puede conocer al espíritu. Sin embargo, muchos pretenden conocer nuestro ser interior, utilizando los sentidos y las parafernalias externas, arrimándose finalmente a la negación del alma y de la interioridad. Más aún, cualquier conocimiento que no provenga de la visión espiritual inmanente será absolutamente limitado y no tendrá el derecho para negar aquello que le trasciende.
Existen muchos escépticos con respecto a está espiritualidad que se preguntan cosas tales como: "¿Cómo podemos saber qué es el alma?.. O bien, ¿Cómo podemos saber el principio a partir del cual pretendemos conocer el espíritu? Pero antes que responder éstas preguntas, la actitud más responsable es, precisamente, adquirir la conciencia de todo lo que implica, (y que es sin duda), un largo trabajo interior. Más aún, ninguna de estas preguntas se suscitarían si los escépticos hubiesen realizado el necesario trabajo interior para el descubrimiento y, (por tanto), tales preguntas sólo están revelando la inconciencia del propio ser interior, ya que quien está consciente de ésto ha disipado todas sus dudas con una experiencia interior.. que no se puede ni plagiar ni inventar.. hay que experimentarla. La sabiduría no es un conocimiento de apariencias, sinó de esencias, y en esa medida, es algo absoluto.
Más allá del estallido de las emociones de la mente, el alma se escucha en nosotros con voz sosegada. Ella es interior y nos hace discernir lo verdadero de lo falso, lo luminoso de lo oscuro. Así, cada vez que frente a una decisión haya poderes que se precipitan ruidosamente para inclinarnos por determinada opción: chocolate bendito.. peonzas giratorias.. New-Age.. hippismo.. luces de colores.. pipas de la risa.. etc. estaremos seguros de que no es la decisión del ser interior, sinó la del ego.
Assalamo aleikum.