Las cosas inmateriales, por lo mismo que no están realizadas en ninguna materia ni en ningún cuerpo, no forman, es cierto, ni fantasma ni imágen por sí mismas: "el Incorporeorum, non sunt phantasmata" (que decía Tomás); pero tampoco es menos cierto que el entendimiento no puede formarse de la concepción general o la idea de esas mismas cosas inmateriales y hacerse inteligible en la quiddidad o la naturaleza, si no es en lo particular. Porqué todo cuanto existe, aún en el mundo espiritual y moral, no es más que particular: todo es generado por la misma Deidad particular, que es un Ser indeterminado, un Ser lógico, un Ser de razón. Pero la abstracción, una idea, una palabra (seria el dios de los racionalistas, de los panteistas o de los ateos); Allah es una Realidad Absoluta, una individualidad actual, necesaria, completa, eterna, infinita y perfecta. Y aún cuando no lo sea en el género (por no ser material): siendo sólo y Único en Su naturaleza y por Su naturaleza, no necesita jamás pasar al estado sólido para poder Ser y actuar, porqué el poder de Ser se fusiona en Él y no es más que una misma cosa con el Ser, la Luz dentro de la Luz.. sin embargo, podemos, por una operacion de nuestro espíritu, distinguir en Él lo que le conviene Ser de lo que Es: podemos considerar la quiddidad o su naturaleza separadamente de Su existencia, y así formarnos idea de ella. En cuanto a las demás cosas del orden espiritual y moral, es evidente que no existen en abstracción y en general, sinó en concreto y en particular. El sólo ángel no existe, existen más que ángeles: el sólo alma no existe, existen más que almas: como en el orden corporal no sólo existe el hombre, existen más que hombres. El bruto sólo no existe, existen más que brutos: la planta sola no existe, existen más que plantas; y así indefinidamente con el orden para el color, el sonido, el sabor, etc. No existen en ellos mismos.. no existen más que cuerpos con colorido, cuerpos sonoros y sustancias con sabor; del mismo modo en el orden moral y científico, la virtud y el vicio, la ciencia, el arte y la industria no existen, no existen más que actos u hombres virtuosos o criminales, sabios, artistas o industriales. En cuanto al ángel, el alma, la virtud, el vicio, la paciencia, el arte, la industria, lo mismo que el hombre, el bruto, la planta, el color, el sonido y el sabor, no existen más que en nuestro entendimiento, en el estado lógico, intencional, en el estado de concepción mental, en el estado de idea que se ha formado él mismo, y no en el estado físico, y según su naturaleza. Decía Tomás: "Res intellecta est in intellectu secundum speciem ejus, non secundum propriam naturam."
Más, como es imposible que el entendimiento se forme sólo de la concepción general, la idea de la quiddidad, sobre la naturaleza de una cosa que no es corporal, es una forma de entendimiento que parte de la forma de la concepcion general de una cosa espiritual o moral, a menos que la teoría viera cierta doctrina sobre el mismo asunto relacionado con las cosas sensitivas y corporales, basta que los sentidos trasmitan sus fantasmas a nuestra imaginación, para que nuestro entendimiento operante las pueda generalizar y se forme su idea, y comprenda su quiddidad o naturaleza. Más con respecto a las cosas espirituales e invisibles, Allah, el alma, el deber, que por lo mismo que son invisibles y espirituales se comprenden de ese modo.
(Se comprende también, porqué entre la mayoría de los estudiosos, particularmente, no se presentan, ni pueden presentarse, a nuestro espíritu en un fantasma, no se pueden formar su idea abstrayéndolas del fantasma que no tienen, sinó que obtenemos su conocimiento comparándolas con las cosas sensibles que son capaces de ser representadas por un fantasma. Así, por ejemplo, no conocemos a la Deidad abstrayendo su idea de un fantasma, sinó que le conocemos como causa, y separando de Él todo cuanto es material e imperfecto, y amplificando hasta lo infinito su Ser, su manera de Ser con todas sus perfecciones.)
Todo poder cognoscitivo está siempre proporcionado a la cosa que está destinado a conocer: así, el entendimiento angélico, separado enteramente por su naturaleza de todo cuerpo, y hallándose destinado a conocer, como objeto que le es propio, las sustancias sin la materia, está formado de manera que pueda conocer esas sustancias independientemente de toda materia. Pero el entendimiento humano, unido al cuerpo sustancialmente, hallándose destinado a conocer, como objeto que le es propio tambien, las quiddidades o las naturalezas existentes en la materia corporal, está formado de manera que no pueda conocer esas quiddidades o esas naturalezas más que en la materia. De dónde se sigue, que el ángel, miéntras por lo inteligible inmaterial conoce las cosas materiales, nosotros, por el contrario, sólo por el conocimiento de las quiddidades o de las naturalezas de las cosas visibles, podemos elevarnos en cierto modo al conocimiento de las cosas invisibles. He ahí, pués, de qué
modo, según lo Angélico, el entendimiento humano se sirve de las ideas que se ha formado de las cosas corporales, para hacerse inteligibles las cosas espirituales. Esa manera no excluye, sinó qué, por el contrario, supone, con respecto al entendimiento, la noción recibida por la instrucción de las individualidades, de los particulares existentes en el mundo invisible, como base y materia de sus operaciones en ese nuevo orden de seres. Se puede decir, que en la formación de sus ideas sobre las naturalezas materiales, el entendimiento obra por un procedimiento analítico, en cuanto que despoja al fantasma de todas las condiciones de individualismo, y se forma la concepción universal de la cosa, miéntras que en la formación de las ideas de las naturalezas inmateriales obra por un procedimiento sintético, puesto que toma prestadas de sí mismo las concepciones universales que se ha formado en el orden material y las aplica a las individualidades, a los particulares del orden inmaterial. En el primer caso procede de lo particular a lo universal: en el segundo, procede de lo universal a lo particular. Pero siempre resulta que como no puede extraer lo universal de lo particular material, a menos que ese particular no le sea presentado por los sentidos, del mismo modo no puede aplicar lo universal a lo particular inmaterial, a menos que ese particular le sea revelado por la instrucción. Por manera, que no puede operar cosa alguna sobre la nada, y siempre le será necesario algo que venga de lo exterior y que le sirva para su operación, para aplicar la concepción universal a lo particular, como para extraer de lo particular la concepción universal. Y puesto que lo particular inmaterial sólo le es suministrado por la instrucción y los sentidos, siempre venimos a parar en que la instrucción por la cual se hacen inteligibles las cosas espirituales, le es tan necesaria como la sensación para que se hagan inteligibles las cosas corporales. Eso está bien claro.. hace falta que lo entiendan los demás para que dejen yá su opinión atea materialista.
Esa necesidad resulta, no solamente de la condicion del espíritu humano durante ésta vida, como acabamos de ver, sinó tambien de la naturaleza misma de las cosas inmateriales: vamos a revisarlo.
La imposibilidad en que se halla el hombre de formarse sin la enseñanza exterior, con la menor idea de las cosas espirituales, está probada también por la naturaleza de esas mismas cosas. Como el hombre no se forma monstruosidades físicas sinó sobre objetos que le son conocidos por los sentidos, no se forma monstruosidades intelectuales o errores sinó sobre los objetos que le son conocidos por la enseñanza. Cómo la existencia de la Deidad es una verdad conocida por Sí misma.. entonces la imposibilidad se halla en el hombre de conocer a la Deidad sin la revelación social. Aunque parte de ésto también es admitido por los incrédulos.. no supone un menoscabo en el orden de la naturaleza, las sustancias inmateriales están muy elevadas sobre nosotros. Decía Tomás: "Substantiæ separatæ sunt in ordine naturæ supra nos." (Lo que está elevado es seguro de su existencia.)
Para el hombre que ha recibido yá por la instrucción social una idea cualquiera de la Divinidad: para el hombre que desde su nacimiento ha encontrado en la sociedad esa idea sobre la Deidad, (que ninguna sociedad ignora), es posible, aunque, no muy fácil el depurar por medio de la razón esa idea, agrandarla en sí mismo por la consideracion del espectáculo de la naturaleza, penetrarla, comprenderla todavía más, demostrarla y afirmarse en ella.. llevará tiempo e "Intellecta conspiciuntur" Pero el hombre, tal y como nuestros adversarios le suponen, el que no haya oido hablar jamás una palabra de la Deidad, que nunca haya recibido el menor conocimiento de Él, la menor idea, aunque fuese incierta y oscura, que semejante hombre pueda elevarse a ese conocimiento, a esa idea, he ahí lo que es, no sólo difícil, sinó hasta imposible. Es atribuir al hombre aislado la facultad de trasportarse de un salto, desde el mundo corporal al espiritual, mundos que se separan a lo infinito: es atribuirle el poder de descubrir lo que ni aún podía sospechar: es atribuirle el formarse la concepción general de una cosa, cuya particularidad no conoce: es, en fin, como yá hemos dicho, (poder atribuirle la facultad de construir sin materiales y de obrar sobre la nada.)
¿Se ha visto jamás a nadie buscar un tesoro del que no tiene el menor conocimiento, ni la más leve sospecha, y sin saber, ni áun aproximadamente, el sitio en dónde podria encontrarse? Pues del mismo modo se puede asegurar que no habrá nunca, en la humanidad quien se haya puesto, ni se ponga, a buscar lo más grande de los tesoros, la creencia en Allah; en la que se necesita salir decidido a la aventura sin que se decida, ni explicarla, para demostrar su necesidad, sin haber tenido de antemano algun conocimiento de Él, alguna conjetura o alguna sospecha.
Es cierto que la existencia de Allah es una verdad que puede conocerse por Sí misma; pero, como verdad conoscible por sí misma, por relacion a sí misma, porqué en la proposicion de "Allah Es", lo que se afirma de Allah es el mismo Allah, que es Allah en su propio Ser. Pero, se añade, que no es una entera conoscibilidad con relacion a nosotros, porqué antes necesitamos saber lo que andamos buscando, y entonces es preciso tener la disposición de un guía que nos muestre el camino correcto y nos pueda facilitar el mapa a seguir para ese encuentro.
¿Y eso es admisible, es posible? Ciertamente es una manera de encontrar a ese doctor para que os pueda diagnosticar e indicar las pautas a seguir.
(La imposibilidad de que fuera de toda revelación y de toda tradición el hombre conozca a la Deidad, está reconocida por el legislador mismo, lo que implica esa distincion que Es incontestable, dice: que tenemos en el alma una inclinación, una propensión natural de querer conocer lo que la Deidad Es; pero esa inclinación, esa propensión no nos conduce a conocerLo sinó de una manera implícita, confusa y mezclada con alguna cosa que yá conocíamos, a saber, un sentimiento de nuestra inclinación que nos es natural, porqué el hombre se halla inclinado a conocer naturalmente lo que desea naturalmente. Pero eso no es conocer precisa y distintamente lo que la Deidad Es; del mismo modo que mirando de lejos a alguno que se va acercando a nosotros, vemos que se nos aproxima algo, pero no distinguimos si es fulano o zutano, (por ejemplo), aunque efectivamente sea uno de los dos.
Es también cierto, cuando dice el Angelical, que el alma tiene una cierta instrucción para tener la conciencia de sí misma, para comprender su yo. Por el acto mismo con que comprende las otras cosas, y que es su acto propio, conoce su propia virtud y su propia naturaleza. Pero ni por ese medio, ni por el conocimiento de otras cualidades que se encuentran en las cosas materiales, podrá conocer de una manera exacta la virtud y la naturaleza de las sustancias inmateriales, porqué las cualidades de éstas no tienen nada en común con las cualidades aquellas..Y obsérvese bien, a las sustancias inmateriales creadas; porqué aunque entre esas sustancias inmateriales y las materiales no haya, ni pueda haber, ninguna relación de semejanza (en el género natural), hay por lo ménos una relacion en el género lógico, pues que esas sustancias inmateriales se encuentran, como las materiales, en la categoría de las sustancias.
(El Anima humana intelligi seipsam, per suum intelligere quod est actus.)
Las sustancias y su quiddidad, es lógicamente separable de su ser, y no es su ser. Pero Allah no tiene nada de semejante a los materiales, ni en el género natural, ni en el género lógico, porqué Allah es el Único Ser, en el que la quiddidad y el ser son una misma cosa: el Único Ser que no tiene nada que se le asemeje bajo ningún aspecto, el Único que no está en ningún género. Podemos, por la semejanza de las cosas materiales, conocer afirmativamente alguna cosa en cuanto a los ángeles, según el modo de existir que les es común con los demás seres (porqué todos son seres creados), aunque jamás podamos conocer nada de ellos, según la manera particular de su especie. Más, por lo que "Allah Es", ahí sí que no podemos conocerle.
Hubo un filósofo árabe llamado Avempace, un verdadero racionalista de su tiempo, que queriendo desembarazarse de la necesidad de toda revelación, sostenia, qué, según los verdaderos principios de la Filosofía y por la inteligencia de las sustancias materiales, el hombre puede llegar a comprender las sustancias inmateriales: Gran error, le dijo un santo Doctor; eso sería posible si las mismas sustancias inmateriales fuesen simultáneamente, como lo creian los platónicos, las formas y las especies de las sustancias materiales. Pero una vez desechado semejante absurdo, y admitido, por el contrario, que las sustancias inmateriales son de una naturaleza enteramente diferente de las quiddidades y de las ideas que nos formamos de las cosas materiales, nuestro entendimiento, por más esfuerzos que haga para abstraer cuanto le sea posible sobre las quiddidades materiales de su materia, haciendo siempre nuevas abstracciones de las abstracciones mismas que yá se ha hecho, no llegará jamás a nada que se aproxime, ni aún remotamente a las sustancias inmateriales.
Es pués imposible, que por la inteligencia de las sustancias materiales lleguemos jamás a comprender de una manera perfecta, perfecta a todas las sustancias inmateriales.
Por las cosas materiales podemos, proseguía el sabio Doctor, elevarnos a algún conocimiento, pero no al conocimiento completo de las cosas inmateriales; porqué para obtener esa especie de conocimiento, no basta con la simple comparación de las cosas materiales con las inmateriales; y, por el contrario, si podemos percibir algunos rasgos de semejanza entre esos dos diferentes ordenes de cosas, esos rasgos serían siempre de tal modo desemejantes que no podrían servirnos mucho para comprender las cosas inmateriales.
Éstos razonamientos de la escuela del ladrillo, sacados de las profundidades de la verdadera metafísica, no son menos claros, aunque cortan por su raíz con todos los sofismas de la escuela semiracionalista. Para el sabio Doctor, el hombre, aún tal y como lo suponía del filósofo árabe, el hombre filósofo, instruido, avanzado en los verdaderos principios de la Filosofía, y sabiendo hacer buen uso de ellos, ese hombre, (si no ha sacado de otra parte alguna noción de la Deidad), jamás podrá, por el procedimiento de las abstracciones, formarse ninguna especie de conocimiento: eso solamente es un modo nulo de trabajar con elucubraciones que no hacen avanzar al hombre en su búsqueda espiritual.
Assalamo Aleikum.