LA REALIDAD INTERIOR.
BREVE EXPLICACIÓN SOBRE EL BATIN.
La raíz triliteral b-t-n se refiere no sólo a lo interno, sinó a lo que, permaneciendo inmanifestado, mantiene una relación de correspondencia con lo externo y manifiesto: "el zāhir". Ésto es claramente evidente en el tercer verso de la Sura Del Hierro: Huwa l-Awwalu wa l-Akhiru wa l-Zahiru wa Al-Batinu wa Huwa bi-kulli shay'in 'Alīm ("Él es el Primero y el 'Último') Lo externo y lo interno, Él conoce todas las cosas.' (Sura 57:3).
Los bellos nombres divinos (al-asma' al-husnā) han sido, desde los primeros siglos del Islam, objeto de un amplio debate capaz de traducir en toda su profundidad el complejo problema que representan, (es decir), la posibilidad misma de que sabiendo, entre la aspiración legítima y el miedo vertiginoso, Él Es Allah. Un conocimiento mediado precisamente por Sus atributos, las cualidades a través de las cuales Allah se hace comprensible a las criaturas a través de Su Misericordia. Una comprensión que, comprobando la dependencia de la criatura respecto del Creador y reconociendo la Realidad que informa dicha relación, puede transformarse en una auténtica posibilidad de realización, como señala uno de los más grandes estudiosos andaluces de la Edad Media, Sīdī Shu'ayb Abū Madyan (m. 594/1198): "En los nombres de Allah, exaltado sea Él, hay tres aspectos: la relación de dependencia (ta'alluq), la caracterización (takhalluq), la realización (tahaqquq). Dependencia es sentir (shu'ūr) el significado del nombre; la caracterización consiste en manifestar en ti el significado del nombre; la comprensión es que estás aniquilado en el significado."
En ésta dinámica está presente, la lógica omnicomprensiva de los Nombres divinos, el calibre específico del nombre Interior (al-Bāțin) que no se distingue del nombre Exterior (al-Zahir), así como de los dos aspectos, exterior e interior que reverberan en ellos. En el Islam actual, (a pesar de todo), se ha conservado una fuerte definición de los dos aspectos que también han caracterizado a otras tradiciones religiosas en el pasado, (a saber), el aspecto exotérico representado por la Shari'a y el aspecto esotérico de la Haqiqa. Las dos dimensiones no están dialécticamente opuestas, sinó que representan los momentos inseparables del misterioso proyecto de la Revelación. Según la tradición profética: "no hay verso coránico que no tenga un sentido externo (zāhir), un sentido interno (bātin), un límite (hadd) y un soporte de elevación". Los eruditos musulmanes suelen definir la íntima conexión de los dos aspectos inseparables de la tradición religiosa como la relación que une la cáscara y el hueso de una fruta. La cáscara (al-qishr) sería una cáscara vacía sin la semilla (al-lubb), que constituye su corazón. De la misma manera, la piedra necesita de la protección y custodia necesaria que representa la cáscara. La copresencia de estas dos esferas se refleja también en la correspondencia entre macrocosmos y microcosmos que en la dignidad vertical del ser humano, es hecho según la forma divina (o según Su forma: 'ală şūrati-Hi), y que experimenta su propósito principal:
Ahora bien, para la Unidad no existe, en todo el cosmos, ningún lugar de manifestación (mazhar) más perfecto que tú mismo, cuando profundizas en tu propia esencia en el olvido de toda relación, y te comprendes por tí mismo, despojado de tus apariencias, para que seas tú mismo en tí mismo y de todas las Cualidades divinas o atributos creados que de otro modo te pertenecen yá nadie se refiere a ti. Éste estado del hombre es el lugar más perfecto de manifestación de la Unidad en toda la existencia. Éste es el primer "descenso" (tanazzul) de la Esencia, desde la oscuridad de la "Nube" (al-'ama') hacia la Luz de las revelaciones, e incluso antes de todas Sus revelaciones debido a Su pureza y Su privación de cualquier cualidad, nombre, alusión, relación o analogía; yá que todo está contenido allí de manera no manifestada, en el (bāțin).. interior.
Aunque, en la condición de una cierta cercanía, la diferencia salvífica entre los aspectos internos y externos de la Presencia, (que puede parecer efímera), sólo lo es en una perspectiva muy elevada de la unicidad absoluta de Allah, que trasciende incluso a las manifestaciones de interioridad y exterioridad, como recuerda un gran Maestro Shādhilia: "Allah era y nada estaba con Él. Y Él es ahora como era entonces (Kāna Allah wa lam yakun ma'a-Hu shay' wa l-an kamā kāna)."
Cuando, sin embargo, la criatura vuelve a la conciencia distintiva de su condición servil más equilibrada hacia su Señor, el conocimiento recupera su sabor en el itinerario de aproximación: "Llegar a Allah es alcanzar el conocimiento de Él: nuestro Señor es demasiado trascendente para que nada pueda alcanzarlo".. unirse con Él o unirse con cualquier cosa." En ésta perspectiva, lo interno y lo externo en la experiencia humana, es así tal y como el reconocimiento de Allah, como Interior y Exterior (al-Bațin wa al-Zahir) siguen siendo objeto de una relación muy profunda, inextricable y mutuamente alusiva, pero no asimilable, de modo que el proceso de aproximación no se extingue y, sin embargo, no se extingue por no producir ilusiones perniciosas: "Tú cercanía a Él es ser testigo de Su cercanía. ¿Qué tienes que ver tú con su cercanía?" (Rumí).
Assalamo Aleikum.