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sábado, 3 de febrero de 2024

LAS PERSPECTIVAS ISLÁMICAS DE IBN ARABÍ. . ((Capítulo quinto))

LAS PERSPECTIVAS ISLÁMICAS DE IBN ARABÍ.    
<ESENCIAL>
 ((Capítulo quinto))
Se pueden distinguir dos razones principales por las que el individuo debería abstenerse de buscar algo superior a éste nivel en el contexto de la experiencia mística: en primer lugar, desde el punto de vista del objeto de la visión, no es posible que la Esencia se revele como Esencia a algo distinto de sí mismo para ser aprehendido o alcanzado de manera distintiva; la Esencia debe ser "descrita por la Divinidad o manifestada en un modo distinto de autorrevelación formal para convertirse en el objeto de la visión mística; y decir "formal" significa aquello que es distinto de, y por lo tanto "distinto de", la Esencia; en segundo lugar, desde el punto de vista del sujeto, no es posible para la criatura como tal trascender a sus propias limitaciones y sortear la esfera necesariamente implicada una vez que se ha postulado al ser creado contingente como agente subjetivo en cualquier acto cognitivo o experiencia. Por lo tanto, debemos enfatizar el uso que hace Ibn Arabí del término "ser creado". La frase en árabe es: fi haqqi'l-makhluq, literalmente, "según el derecho de la cosa creada", lo que subraya aún más claramente la relatividad del contexto dentro del cual se hace ésta aparente restricción a la realización espiritual. En otras palabras, la criatura relativa no puede buscar superar su propio nivel y alcanzar lo Absoluto puro. Por tanto, no debe "cansarse" en la búsqueda de aquello que es alcanzable únicamente por la Gracia; porque el individuo no puede desear su propia negación, esa negación qué, como se podrá ver, es el precio a pagar por la realización última.

Siendo así, la criatura en cuanto criatura nunca puede llegar a conocer ni, a priori, al "ser" en lo Absoluto; Éste es el significado del rechazo de Ibn Arabí de la pretensión de volverse uno con Allah, mencionado anteriormente. Dado que no existe una medida común entre el individuo creado como tal y la Esencia trascendente del Uno, ni siquiera la adoración del individuo alcanza al Uno, sinó que sólo se relaciona con la Divinidad personal. Ibn Arabí plantea éste punto tan importante mediante una interpretación esotérica del siguiente versículo coránico: 
"Pero Él es Allah, mi Señor y yo no asocio con mi Señor a nadie." (Sura 18 verso 38).
No asociar a nadie con la adoración del Señor. El significado literal del versículo se relaciona con la prohibición de eludir o asociar dioses falsos con la verdadera Divinidad, pero Ibn Arabí hace que el "uno" en cuestión se refiera a la Esencia, y así dice:
Él no es adorado con respecto a Su Unidad, yá que la Unidad contradice la existencia del adorador. Es como si estuviera diciendo: "Lo que se adora es sólo al 'Señor' con respecto a Su Señorío, yá que el Señor te creó. Así que conéctate con Él y humillate ante Él, y no asocies la Unidad con Señorío en la adoración.. Porqué la Unidad no os conoce y no os aceptará."
Ésta adoración, entonces, conecta al siervo con el Señor y es, como vimos anteriormente, un "accidente por accidente"; el corolario de ésto es que sólo Allah puede conocer a Allah, siendo éste Conocimiento idéntico al Ser; uno ahora se acerca más a la comprensión del significado más elevado y trascendente de "visión divina": "No hay nadie que vea al Absoluto excepto el Absoluto." (Tasawwuf, 76). 
En éste punto es necesario volver al principio fundamental de identidad metafísica establecido y desarrollado sobre la estación de "proximidad". Ésto nos ayudará a mostrar que lo que pretende Ibn Arabí al relativizar todos los estados místicos que implican alteridad es bastante diferente de lo que extrapolaron los eruditos sobre: la realización de la Esencia que no debe de negarse simplemente porque sea imposible concebir a la Esencia, porque ésta realización de manera distintiva y en relación con el individuo como tal, más bien: es imposible concebir ésta realización del modo distintivo precisamente porque pertenece a la Realidad como tal, que trasciende infinitamente al individuo y no permite ninguna relación con ningún "distinto o alteridad." Por el contrario, la visión de Allah que el individuo experimenta, si bien es indudablemente de naturaleza divina, está no obstante es dotada de un grado de realidad acorde con la que es inherente al individuo, lo que equivale a decir que también ella constituye, en última instancia, una visión "imaginada o realidad"; incluso si se admite que, en la medida en que es un objeto de la imaginación de lo Real, necesariamente posee un grado de realidad objetiva y divina. Poseer así un grado de realidad debe, sin embargo, distinguirse de la Realidad en sí misma, que es absolutamente indiferenciada. Si bien la realización de la Esencia pertenece a ésta Realidad indiferenciada, la visión de Allah, por el contrario, tiene el carácter dual de ser a la vez real e irreal, constituyendo así una realidad diferenciada: lo que se ve es a la vez "Él" y "no Él", siendo la manifestación de Allah "algo de Allah" al mismo tiempo que "otro que Allah". Aquello que ve es igualmente "Él /no Él": la criatura está delimitada exteriormente pero interiormente no es otra que el Infinito. Como vimos antes, en el momento en que uno establece una distinción, incluso dentro de la Naturaleza divina uno ha entrado en el reino de la relatividad, y por lo tanto "imaginó la existencia si el momento lo requería por y de la que constituye una "realidad imaginada"; incluso si se admite qué, en la medida en que es un objeto de la imaginación de lo Real, necesariamente posee un grado de realidad objetiva y divina. Poseer así un grado de realidad debe, sin embargo, distinguirse de la Realidad en sí misma, que es absolutamente indiferenciada. Si bien la realización de la Esencia pertenece a ésta Realidad indiferenciada, la visión de la Naturaleza divina: uno ha entrado en el reino de la relatividad y, por lo tanto, "imaginó la existencia, incluso si éste reino es requerido por una expresión del infinito del Absoluto. Por lo tanto, es imposible para los distintivamente determinados individuos yá sea para ver, adorar, conocer o ser la Esencia indeterminada. Siendo éste el caso, ¿cómo puede el individuo realizar la unión con aquello que sabe, metafísicamente, que es la única Realidad, ante la cual todo lo demás (incluido él mismo) es estrictamente ilusorio?

Una clave para la resolución de éste dilema la da la descripción que nos hace Ibn Arabí del proceso mediante el cual el individuo llega a conocer su propio ayn en su estado supramanifestado dentro de la Conciencia divina:
Cuando Allah muestra a la criatura el contenido de su propia esencia inmutable -que recibe el Ser directamente; ésto evidentemente sobrepasa las facultades de la criatura como tal, pues la criatura es incapaz de apropiarse del conocimiento divino que se refiere a éstas esencias en su estado de inexistencia.. Es en éste sentido que Dicen que ésta identificación [con el conocimiento divino] representa un modo de asistencia divina predestinada para el individuo en particular. (Sages, 43).

Por lo tanto, es sólo por medio de la Gracia divina que el individuo llega a poseer el conocimiento objetivo de su propio arquetipo/posibilidad inmutable, en virtud de una identificación efectiva de su conciencia con la Conciencia divina que abarca y comprende todas esas posibilidades supramanifiestas. Por lo tanto, si se establece que la conciencia dentro del individuo puede ser elevada por la Gracia fuera de las limitaciones extrínsecas que acompañan a la existencia individual, de modo que se adquiera una perspectiva objetiva y divina del propio arquetipo inmutable, entonces el mismo principio debería de aplicarse con respecto o hacia un nivel trascendente, y por lo tanto a la autorrealización universal a la que se alude en la estación de proximidad.

Este énfasis en la intervención de la asistencia divina al mismo tiempo confirma tanto la noción de que la criatura individual no puede alcanzar aquello que supera el grado ontológico propio de su propia existencia, cómo la posibilidad de que la conciencia realizada supere éste grado, pero yá no en la medida en que dicha conciencia pueda calificarse de "individual". Por lo tanto, H. Corbin e T. Izutsu atribuyen al modo individual de realización un exclusivismo injustificado: se considera que excluye el grado último de realización, en relación con el cual se supera la individualidad como tal.

Assalamo Aleikum.