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sábado, 3 de febrero de 2024

LAS PERSPECTIVAS ISLÁMICAS DE IBN ARABÍ. . ((Capítulo sexto))


LAS PERSPECTIVAS ISLÁMICAS DE IBN ARABÍ.    <INTROSPECCIÓN>
 ((Capítulo sexto))Es a las implicaciones los matices de ésta comprensión trascendente, comenzando con el estado extintivo de la unión, a lo que nos dirigimos ahora. 

Dar al-fana.
Hay dos aspectos importantes del estado de 'fana' que deben entenderse claramente desde el comienzo. En primer lugar, es un "estado" pasajero y no una "estación" permanente, lo que significa que la realidad revelada o "hecha real" en ese estado está necesariamente, aunque sólo en apariencia, condicionada por el retorno del individuo al nivel fenoménico de conciencia.

En segundo lugar, como se mencionó anteriormente, tal estado no puede ser el resultado de ninguna acción humana o esfuerzo, sinó que es estrictamente un "otorgamiento" divino, una Gracia pura; incluso si éste otorgamiento es precedido por prácticas espirituales, nunca se puede considerar que éstas hayan sido las causas del otorgamiento, sinó que, a lo sumo, se puede decir que han aumentado la receptividad a él, aunque siempre se admite la posibilidad de que tal Gracia sea otorgada incluso a alguien que no se ha sometido a tal Gracia por la disciplina.

En el Futuhah hay un capítulo sobre la noción de Hal o "estado", en el que Ibn Arabí escribe:
El hal es uno de los favores que el Todo-misericordioso concede mediante un acto de pura Providencia, no es una "adquisición" personal ni el efecto de ninguna síntesis de investigación.
Asimismo: "Cada estación en el camino de Allah es ganada y fijada, mientras que cada estado es un otorgamiento, que no es ganado ni es fijo." (Tareq, 278).

En otras palabras, el individuo, aquel que es mawjud (es decir, hecho "existente" en virtud del grado de Ser que se le presta) en contraposición a wujud (es decir, "ser" puro en sí mismo) no deja de ser tal después de volver a la conciencia normal; ni, en términos de existencia corpórea exterior, deja de serlo durante el estado mismo, porque es la conciencia la que trasciende a los límites del ser contingente, reuniéndose con su fuente inmutable y naturaleza esencial durante el estado de aniquilación. Entonces, en términos de conciencia, hay una reabsorción dentro del Ser puro; así se encuentra, en una fórmula que corresponde estrechamente a la siguiente expresión del estado supremo de espiritualidad y de realización: "wujud [Ser] es encontrar lo Real en éxtasis." (Tareq, 212). Aquí, el énfasis se pone en el hecho de que la verdadera naturaleza del Ser se revela sólo cuando es absolutamente idéntica a la conciencia ("encontrar"); siendo el contenido interno de ésta experiencia la Bienaventuranza suprema propia del Absoluto. Sin embargo, éste nivel trascendente excluye estrictamente al individuo, por lo que debemos preguntarnos: ¿cuál es el significado de la afirmación citada anteriormente sobre la "única mirada" de la Realidad que constituyó la realización de Ibn Arabí?, ¿Qué puede significar "testimonio" o "contemplación" en el contexto de la identidad, que anula la distinción entre el que ve y lo visto?..
Ibn Arabí enfatiza repetidamente que existe una relación estrictamente inversa entre la realidad afirmada del individuo como tal y lo Real en sí mismo, de modo que donde la primera está presente, la otra necesariamente debe estar ausente o, para hablar más metafísicamente, oculta. Por eso se lee en el tratado sobre "La extinción en la contemplación" lo siguiente:
"La esencia de la realidad divina es demasiado elevada para ser contemplada. mientras subsista una huella de la condición de la criatura en el ojo del contemplador." (Extinción, 27-28).

La razón de ésta incompatibilidad entre el más mínimo rastro de criatura y el estado más elevado de "testimonio" es la naturaleza del "objeto" presenciado; Para dilucidar ésta naturaleza, Ibn Arabí hace uso del dicho del Profeta en el que se dice que Allah tiene setenta mil velos de oscuridad y luz que, que si se quitan, revelarían las "glorias de Su Rostro" que quemarían todo lo que está sobre su rostro. Su mirada cae y Ibn Arabí identifica éstas "glorias" con las "luces de la Trascendencia", siendo los velos los Nombres divinos que protegen a las cosas existentes de la extinción, yá que, si éstos velos fueran levantados, aparecería la Unidad de la Esencia, ante la cual ningún 'ayn' podría subsistir en su condición existencial." (Nom. 334-335).

En otro lugar se hace una observación similar, esta vez al 'ayn' se le llama velo; Ibn Arabí escribe que Allah "borra" al individuo de sí mismo: "Entonces no te detengas en la existencia de tu propia entidad y las manifestaciones de sus propiedades." (P. 176).

Lo que hay que subrayar aquí es que la conciencia trascendente sólo es alcanzable cuando el individuo, junto con su entidad inmutable, es completamente aniquilado en el estado unitivo, siendo ésta la única manera concebible en la que la conciencia, que yá no es calificable como "individual", puede ser alcanzada. Se dice que supera el nivel de la entidad individual y la "manifestación de sus propiedades". Para establecer aún más éste principio crucial, se pueden aducir los siguientes extractos: En primer lugar, sobre el propio ascenso espiritual de Ibn Arabí a través de los cielos, se encuentra el siguiente diálogo con Moisés, en el sexto cielo:
(Le dije), "¿pediste la visión (de Allah), mientras que el Mensajero de Allah (Muhammad) dijo que ninguno de ustedes verá a su Señor hasta que muera?" Entonces dijo: "Y fue así: cuando le pregunté por la visión, Él me respondió, de modo que 'caí aturdido' (Sura 7 verso 143). Entonces lo vi en mi (estado). de) quedar aturdido." Le dije: "¿Mientras (estabas) muerto?" Él respondió: "Mientras (estaba) muerto.. no vi a Allah hasta que hube muerto." (La Ascensión, 375).

Asimismo, en forma de cita de Junayd, uno de los primeros maestros sufíes:
Lo fenoménico, cuando se une a lo Eterno, se desvanece y no deja rastro detrás.
Cuando Él está allí, tú no estás, y si tú estás allí, Él no está. (Tarhuman, 90).

Como vimos anteriormente, la criatura es exteriormente "imaginación" y es distinta de Allah, hacia la realidad es uno en interiorización, y los polos mutuamente excluyentes a los que se hace referencia en la cita anterior se pueden considerar correspondientes, a priori, a las dos dimensiones de lo interior (relacionado con el Nombre divino al-Batin) y lo exterior (relacionado con el Nombre divino al-Zahir); Que esta exclusión mutua es sólo relativa se vuelve claro sobre la base de la realización efectiva de lo interior, a la luz de la cual lo exterior es asimilado espiritualmente como una dimensión de la Realidad Una. Pero primero, se debe de negar la aparente alteridad de la exterioridad:
El Interior dice "no" cuando el Exterior dice "Yo"; y el Exterior dice "no" cuando el Interior dice "Yo". (Sage, 63).

Asimismo, lo siguiente, que contiene es un principio importantísimo: Cuando Ibn Arabí quiso entrar en el ser de lo Real, escribe que tuvo que "desaparecer" de su propia existencia, "dejando mi lugar a Su realidad" y reposa en una desaparición. Así, la manifestación de Huwa [Él], que es Allah, se produce cuando yo -ya no soy- yo, pues esto le impide ser Él.. Si el "yo" subsiste durante la manifestación de Él, entonces se tendrá un "Tú". (Nom. 343).

Esto arroja más luz sobre la reclamación examinada en el punto anterior.
Si que es cierto qué, mientras subsiste el "Yo", debe existir el "Tú" como Divinidad, no es menos cierto que cuando se realiza la Esencia indivisible, ni el individuo ni la Divinidad -en cuanto se define como tal en relación con el cosmos, puede subsistir, pues ésta indivisibilidad no permite la subsistencia de relaciones distintivas, [relación como tal implica relatividad], de algo que debe estar "relacionado" con "otro"; por eso se habla de manera provisional y aproximada al decir que el hombre "ve" a Allah o "realiza" la Esencia sólo después de haber sido aniquilado de sí mismo. Porqué en realidad, nadie puede conocer ni ver a Allah excepto Allah, un principio ilustrado por Ibn Arabí al comentar la famosa formulación de un sufí anterior, Abu Talib al-Makki: Nadie ve a Aquel "a quien nada es similar" excepto él "a quien nada se parece." Ibn Arabí añade que el que ve es, pues, idéntico al visto (Nom. 214). De ésta breve pero importante declaración se pueden extraer dos significados en particular. En primer lugar, el agente humano sólo puede llegar a ver al Uno increado -a quien nada es similar- en la medida en que él mismo, (el individuo), se vuelve incomparable con cualquier "cosa", es decir, cualquier realidad creada. Ésto implica el alejamiento de la ilusión constituida por el cosmos; no simplemente de la ilusión cósmica objetiva fuera de él, sinó, más críticamente, la ilusión o, como se dijo anteriormente, el "velo", que él mismo constituye en la medida en que existe o, tomando ésta palabra en su significado raíz, "está en pie" aparte del Ser Uno. Por lo tanto, todo aquí se implica en un programa de disciplina espiritual, centrado en el retiro.

Assalamo Aleikum.