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sábado, 3 de febrero de 2024

LAS PERSPECTIVAS ISLÁMICAS DE IBN ARABÍ. ((Capítulo noveno))

LAS PERSPECTIVAS ISLÁMICAS DE IBN ARABÍ.  
<POBREZA Y SERVIDUMBRE> ((Capítulo noveno))
Es significativo que, inmediatamente después de su relato de la realización de la unión extintiva, Ibn Arabí concluya con las palabras: "Llegué a saber que era un sirviente puro". Porque la esclavitud parece estar en las mismas antípodas de ese estado de libertad absoluta implicado y realizado en el estado unitivo, estando por definición libre de toda limitación. Pero ésta renuncia a la libertad es precisamente lo que se requiere, por parte del individuo, si quiere evitar la mayor de todas las ilusiones: de confundir un aspecto, por "profundo" que sea, con relación a la superficie de la conciencia-de su existencia individual y relativa para el Ser del Absoluto. Porqué, como yá hemos dicho, a pesar de que el Ser es Uno, la realidad intrínseca de ésta unidad sólo puede ser realizada por el individuo en la medida en que yá no es él mismo; y fuera de éste estado particular, al regresar a las condiciones ontológicas normales de los grados de Ser extrínsecamente diferenciados, el mismo individuo debe ver (no sólo que, en cuanto individuo), que no tiene ninguna posible medida común con la Esencia, pero también que, en su relación muy real con Allah  es personal, y no posee ninguna propiedad aparte de la pobreza esencial -faqr- y, por lo tanto, sólo puede describirse propiamente como un siervo. La existencia humana individual -independientemente del "secreto" de la conciencia que encierra- implica necesariamente la pobreza ontológica, y uno no deja de ser humano después del estado de 'fana':
Es imposible que dejéis de ser humanos, porque sois humanos en vuestra misma esencia. Aunque deberías ausentarte de tí mismo o ser aniquilado por un estado que te supera, tu naturaleza humana subsiste en su entidad.. Por tanto, desde el punto de vista del individuo, incluso si es lo que se revela. En el estado de aniquilación es lo Real como tal, éste estado adquiere, sin embargo, la naturaleza de una relación particular con lo Real -en cuanto a ser un "estado" y no, hay que subrayarlo, en cuanto al contenido intrínseco de lo Real- de la experiencia unitiva. Vista desde esta perspectiva, tal relación es de naturaleza transitoria, en contraste con la "subsistencia" (baqa') de esa relación de esclavitud frente a lo Real, que es invariable e ineludible mientras el individuo mismo subsiste como individuo:
La subsistencia es una relación que no desaparece ni cambia. Su propiedad está inmutablemente fijada tanto en lo Real como en la criatura. Pero la aniquilación es una relación que desaparece. Es un atributo de la existencia engendrada y no toca la Presencia de lo Real. (Tareq, 321).
Mientras que lo Real subsiste eternamente en su propia realidad y, por lo tanto, no puede experimentar la aniquilación de sí mismo, el individuo, por el contrario, habiendo sido existenciado y por lo tanto "apartado del Ser puro, sólo puede ser reabsorbido en ese Ser a través de la aniquilación espiritual de su ser separado". Éste mismo cambio de estado explica la afirmación de Ibn Arabí de que 'fana' es un "atributo de existencia engendrada" que no "toca la Presencia de lo Real":
No puede identificarse con lo Real porque, en cuanto al estado transitorio, se define tanto en términos de la existencia engendrada que trasciende o aniquila, como en relación con lo Real que es el contenido esencial del estado; lo Real en sí mismo, por otra parte, no está de ninguna manera condicionado por una relación con la "existencia engendrada", como se vio en otro capítulo. Por lo tanto, no se puede tomar la cita anterior tanto como una negación de lo trascendente contenido del estado de 'fana', sinó como un recordatorio del contexto en el que ocurre 'fana', un contexto al cual regresa la conciencia, el de la existencia engendrada, o más exactamente, esa dimensión contingente de la individualidad que es la contraparte subjetiva de la existencia objetiva engendrada en existencia. Así, cuando Ibn Arabí dice que la aniquilación es un "atributo" de la existencia engendrada, se puede añadir: y como tal, "no toca la Presencia de lo Real". Sólo lo Real absolutamente incondicionado puede "tocar" lo absolutamente Real incondicionado: en la medida en que es el individuo quien experimenta un estado en el que ésto ocurre, se debe tener en cuenta la relatividad del contexto de la experiencia, aun cuando se afirme que éste contexto es trascendido por el contenido espiritual del estado, ésta trascendencia consistente en la eliminación de la "dimensión contingente" de la existencia individual. Es estrictamente en relación con el contexto humano y relativo, entonces, que Ibn Arabí debe y subraya la relatividad del estado de aniquilación; es más, su misma duración de susceptibilidad prueba su relatividad frente a lo Real eterno que nunca puede dejar de serlo. La "subsistencia" del individuo, en contraste con la fugacidad del estado que aniquila al individuo, es una subsistencia dentro de la existencia engendrada, y todo lo que subsiste dentro de ésta existencia debe compartir con ella su naturaleza fundamental: pobreza y dependencia con respecto al Ser incondicionado. Existir es, por tanto, ser pobre: ​​"La entidad del sirviente subsiste en la inmutabilidad, mientras que su existencia es inmutable en su servidumbre" (P., 321).

En la medida en que el estado de aniquilación es un estado, su naturaleza vuelve al ser que lo experimenta como estado, por lo tanto vuelve al individuo del que es afín a una modalidad específica; está, por tanto, necesariamente subordinada al atributo esencial o definitivo del individuo como tal, que es la servidumbre, a pesar de que lo que se revela en el estado de aniquilación trasciende infinitamente el plano en el que, por sí solo, se establece la relación siervo-Señor en cualquier realidad. Por tanto en tiempo y por lo tanto, como el individuo se afirma como un sujeto que posee un grado de ser, es necesario distinguirlo rigurosamente de aquello que constituye el ser puro: por lo qué, puede caracterizarse como "pobre" en relación con aquello sobre lo que está totalmente dependiente por su ser relativo:
La máxima ilusión es que una persona reúna al Señor y al siervo a través del wuyud.. Porque el wuyud del Señor es Su propia Entidad, mientras que el wuyud del sirviente es una propiedad que se considera que posee el sirviente. Dado que el wujud del sirviente no es su propia entidad, y dado que el wuyud del Señor es idéntico a Él mismo, el sirviente debe permanecer en una posición desde la cual no se perciban olores de señorío en él. (Tareq, 324).

Así como el santo/gnóstico sabe que su ser sólo aparentemente le pertenece, también sabe que cualesquier cualidad positiva o "señoriales" que manifieste no pueden ser apropiadas por su entidad individual sinó que, por el contrario, deben ser vistas como directamente el contenido esencial de ésta conciencia santificada, es importante abordar la hipótesis de que el logro espiritual último implica, no la Esencia, sinó la visión del tajalli de Allah, o Auto-revelación teofánica.

La afirmación de que, para Ibn Arabí, el logro espiritual más elevado no puede ir más allá del ámbito de la autorrevelación de Allah puede abordarse críticamente haciendo referencia a los argumentos presentados, tanto por H. Corbin como por T. Izutsu. Éstos argumentos se pueden resumir de la siguiente manera: dado que el Absoluto es absolutamente incognoscible en su Esencia, la posibilidad más elevada para el hombre en su búsqueda del Absoluto es una visión de una automanifestación divina particular; Ésta visión, además, está determinada en última instancia por la receptividad o preparación inherente a la entidad/ arquetipo inmutable del individuo.

De hecho, hay motivos para avanzar en ésta afirmación, yá que Ibn Arabí en muchos lugares parece sugerir ésto, pero, sin embargo, está claro que éste modo de realización no llega al nivel trascendente, y es igualmente claro que Ibn Arabí no restringe el nivel trascendente de posibilidades de realización espiritual a éste modo particular.

Assalamo Aleikum.