EL CORAZÓN.. ES EL NÚCLEO DEL NÚCLEO.
La actuación amorosa tiene que ejercitarse desde la libertad: cuando el núcleo se ha deshecho de la jaula, yá nada le limita, nada le puede encadenar.
No puede imponerse el amor, yá que el amor no se impone. Se puede procurar mantener la mayor lucidez posible sobre los movimientos de la acción y actuar sin tener que alimentarlos, colaborando para disolver la estructura del egocentrismo. De esa disolución, llega la unión con el existir: el amor en su mayor grado. Desde la razón, desde la acción, desde la volición, todo está para trabajar por despojarse de lo que no es.. (entonces) nos sumergiremos en el mar oscuro de la ignorancia para obtener del fondo las perlas de la sabiduría del maestro del corazón, (el núcleo), que es el maestro de la plena realización humana.. pero, ¿qué es ésta oscuridad de la ignorancia? Sólo podríamos llamarla así, porqué es una "posibilidad" con una "actitud", (aunque en lo temporal), está totalmente carente de la realidad que necesita.. todo tiene un contenido: el que tú te realices.
La desligación es adentrarse en esa oscuridad y, así, la oscuridad es una posibilidad y una actitud. Es una posibilidad, la de una realización plena; sin marcha atrás, el ser sólo descansará cuando está lleno de su realidad. Es positividad pura: yá por ella se alcanza el Todo (ganar aquello que es todas las cosas); percibirse como todas las cosas, reconocerse y reconocer desde la esencia Una y única del existir, rompiendo con cualquier tipo de limitación. Y es una actitud: "Si continúas mucho tiempo en esa oscuridad, en esa ignorancia, no te dejará acceder al retorno liberador".
Es una polarización total: pues la oscuridad apunta a esa posibilidad y/a la actitud. No tiene más nombre. Porqué realizada la posibilidad, y llevada a cabo la transformación propuesta, yá no hay distinción ni nombre, ni oscuridad. Dos símbolos fueron utilizados con frecuencia -para referirse a esa realización plena: <bienaventurados los pobres de espíritu> y el <nacer de nuevo>. La libertad expresiva con la que desarrolla la imagen del nacer de nuevo es poderosa. No es extraño que inquietara tanto a la sarcástica Inquisición.
La "posibilidad" y la "actitud".. Son un ejemplo de que hacerse "otro" es posible, -de que el ser- no es fronterizo y de que es posible que la naturaleza humana lleve en sí la posibilidad infinita: la de superar el egocentrismo para así situarse en el modo y que seamos testigos del "círculo hermético" (en terminología de Ibn al-Arabi), en el "círculo de la eternidad".. que es cómo estar en casa para contemplar a la Divinidad en Su Esencia, sin mediación, en su ser propio: (donde el fondo de Allah es mi fondo y mi fondo es el fondo de Allah: estar en la casa, en la unidad, en la eternidad.. Junayd)
Estar en paz en la unidad de la amada eternidad.. Sólo hace falta recorrer el camino sin camino de sí mismo a sí mismo, quitando la falsa concepción del sujeto con la perspectiva desplazada del eje de la egocentración, que no permite reconocer ese Uno, ese Todo, que se muestra cuando se ha corrido el último velo.
Todo lo que Allah realiza es Uno; Es un símbolo también muy querido por la mística Islámica, como veremos seguidamente. Es el tema central del tratado de Ibn al-Arabi sobre el núcleo del núcleo.. en el que expone cómo se colabora en el nuevo nacimiento por el "silencio completo", y va saliendo al paso de todas las posibles dificultades de comprensión que se pueden plantear en la propuesta. El tratado se abre con la invitación a tomar en consideración la "posibilidad": de que ésto se produzca. Pero cómo dijo un sabio: "cuando no se produce en mí", ¿qué me importa? ¡Que por el contrario se produzca en mí, es toda la cuestión! ¿Hay algún rasgo distintivo para tal transformación? Ciertamente..
el conocimiento. Un reconocimiento de la esencia de toda cosa, de aquello que todo es y que todo lo impregna, en el que en todo se ve todo, en todo se ve lo único que es (Allah, la Esencia); es cómo cuando se mira fijamente al sol durante un tiempo, y después.. se mire para dónde se mire, en todas partes, sólo se distingue la luz del sol.
El ser no necesita "cadenas" pues actúa, siente y vive desde el reconocimiento del valor profundo único, ilimitado, omnipresente. Desasido de cualquier núcleo subjetivo propio, disuelta hasta la última sombra del sujeto, con la desujeción completa, vivir es conocer, conocer es amar, totalmente libres sin ser prisioneros. Libres de cualquier límite personal (la visión distanciada con sus deseos, angustias, miedos, obsesiones, etc.), ser amantes del amor, del Ser Uno con todo, sin distancias: El que marcha por éste camino, no importa en qué se ocupe o a qué se dedique, es el amor el que lo hace exclusivo para su obra, ¡que haga algo o no haga nada, no tiene ninguna importancia!. Y concluye el tratado expresando el siguiente deseo: "Que nos ayude a ser así liberados, Aquel que es Él mismo el Amor".
Así, la síntesis de la enseñanza del maestro tiene que ser desde el amor y para el Amor por la vía (Tariqa) del conocimiento como la senda más directa hacia la realización de la condición humana plena. Se trata de un conocimiento que usa la razón, la acción, la intuición, la voluntad, con todas las capacidades al servicio de las criaturas.. aunque la labor principal es para conocerse a uno mismo, "pues quien se conoce a sí mismo conoce al Creador" y también a toda criatura.. para entrar en el conocimiento, en la transformación, en la Verdad misma. El Uno es el verdadero conocimiento vespertino en el que se conocen todas las imágenes y formas, un conocimiento que es necesario para gestionar el círculo del aparecer. Otro conocimiento es el matutino, en el que se ven a las criaturas sin ninguna diferencia, desnudas de todas las imágenes, desvestidas de toda semejanza en el Uno que es Allah mismo. Ése es un conocimiento que arranca del mundo del existir hasta el ámbito de la desujeción, (y de su conocimiento propio), nos enseña a traspasar los índices de la dualidad, sea cual sea la forma cultural a la que esté expuesta. Aunque sean las formas más sagradas que se cobijaron en el seno de las culturas de las religiones. La desnudez de la visión del conocimiento matutino nos forma para estar al otro lado del cerco de las apariencias y participa para que veamos la Verdad de la Esencia. También Allah ta'ala nos facilita el Nombre-símbolo del Uno por excelencia. El mayor obstáculo para no saber orientarnos en la vía (Tariqa) está en el seno de las múltiples culturas religiosas -a juzgar por la insistencia sobre tal aspecto- era (o es) el entender que la auténtica religación (unificar) no se produce entre "dos", no liga al sujeto a un "Alguien", o/a "Otro" al que hay que regalarle determinadas actuaciones, correcciones, acumulaciones de méritos, etcétera. La auténtica unificación es aquella que conduce al "ser" en el "no-ser". El movimiento que conduce a tal condición es autónomo respecto a los parámetros de bondad, de adecuación, propios de la ordenación del aparecer. Una vez más constatamos que se alcanza "a pesar de" ellos, porqué aquello que se ha desarrollado en función del aparecer contemplativo es un instrumento-herramienta apto para "atravesar más allá de", para "conducir más allá de".. y tiene su propio orden. En ese sentido, todo lo que se le puede pedir al ejercicio es que no oculte, que no impida, que asumimos la existencia de la "posibilidad", y que aceptamos pues, la posibilidad de avanzar más allá de él. Y si bien, la razón tuvo -o puede tener dificultades para autolimitarse, vemos que la realidad es más sagrada.
Desde el sabor de ese conocimiento, todo conocer queda transformado y la vida es yá otra vida sin fronteras que impregna de "unidad" hasta el último átomo. Ahí recibe todo su ser del fondo divino, que es el amor. Porqué de la ausencia, no queda ningún "alguien", (no hay ningún sujeto) por el hecho de conocer o de amar lo que yá sabemos. Sólo el amor con conocimiento y con la conciencia plena. Según esa impresionante fórmula, es Uno con Uno y así eternamente. (El maestro [Shaykh] es, pues, el maestro del acceso, el maestro de esas llaves que abren fronteras y también es el maestro de la lectura simbólica sobre el discurso religioso, al potenciar su posibilidad expresiva al servicio de la realización y la apertura al círculo del "encaje" entre todos, con el entorno de la tradición musulmana.
También en la obra de Jalal ud-Din Rūmī (1207-1273) nos muestra otro esfuerzo por apuntar a la invitación de la experiencia limítrofe sobre la realidad en el entorno monoteísta. En éste caso, la separación entre ambos círculos se disolverá como es característico de la tradición islámica, al subrayar la realidad única del círculo hermético (si se puede hablar así). La vía del conocimiento será planteada como la realización de la shahāda (lā ilaha il-lā Allāh), de la afirmación de la existencia de una Única realidad, el Uno (al-Ahad), en su Unidad indistinta (ahadiyya), patente en la Unicidad (wāhidiyya) de la realidad.
Assalamo Aleikum.