UNA EXPERIENCIA MÍSTICA,
ES ALGO EXTRAORDINARIO EN LA VIDA. (Estudio para reflexionar)
El primer rasgo de todas las experiencias místicas es su fundamental novedad en relación con la vida ordinaria, e incluso, dentro de la vida religiosa, tal y como se desarrolla en la práctica ordinaria por la frecuencia del culto (adoración) o la pertenencia a una determinada institución que aviva la espiritualidad.
La experiencia o experiencias que dan lugar a una conciencia, a una vida y/a un hecho místico suponen una verdadera "ruptura" del nivel existencial que origina un antes y un después en la vida de la persona, la aparición de una nueva forma de conciencia y la toma de contacto con nuevas formas o niveles de la persona y de la realidad en su conjunto. En todos los casos de experiencia mística, el sujeto rompe con la forma de conciencia vigente en la vida ordinaria e inicia una nueva forma de ser. Las expresiones de ésta ruptura son tan variadas como elocuentes. En unos contextos religiosos se habla de conversión, como el cambio en el nivel de la mente, de forma de vida y de vida a secas; en otros, es una iluminación que supone la adquisición de una intuición genuina, como unos ojos nuevos en el corazón; en otros, es un nuevo nacimiento, de forma que los que han pasado por esa experiencia son los renacidos o los que han nacido dos veces.. o los que han muerto antes de la muerte.
En todo caso, lo que ha ocurrido en esa experiencia ha constituido un hito en la vida de la persona que indica un antes y un después. De ahí, la huella indeleble en la memoria del sujeto, y de ahí también la referencia permanente al momento y al lugar en que se produjo, cómo si el sujeto necesitase dejar constancia del hecho en una especie de certificado de nacimiento. Las expresiones por los místicos de éste paso decisivo subrayan, en algunos casos, la conciencia de haber pasado el umbral, de haber dado el salto a la otra orilla: "Ahora, pase lo que pase, sé"; Yá nunca más estarán desesperados; Yá no tendrán miedo de la muerte.. y en otros, la inanidad de lo que hasta ese momento parecía lo único real, reducido por la flama de ese momento al polvo y la ceniza; en otros es el paso mismo, la ruptura, lo subrayado: "Romper con lo básico" y, más radicalmente, la experiencia de la muerte.
En algunos textos tiene el doble sentido que contiene la etimología del transplante, de la trasferencia.. un paso al más allá y de la muerte de la forma de vida anterior. Éste paso o ruptura radical, es el que permite el paso de una forma de vida a otra, yá que pone de manifiesto el fondo del alma y hace posible la habitación para la Divinidad en ella. Una manifestación de ésta ruptura y medio para su realización es el retiro, (Jalwa), el abandono, (stsenh), la separación, (eqser), a la que recurren todas las Escuelas Místicas Espirituales Auténticas por su experiencia.
Para precisar el alcance de la ruptura que supone, puede ser útil referirse, en primer lugar, a los aspectos de la conciencia ordinaria que en ella se superan. El más comúnmente referido es el que supone la división sujeto-objeto. Tal superación aparece en los relatos sobre experiencias de "mística de la naturaleza", y en algunos textos tanto religiosos como profanos. Así, en el primero: hasta que la individualidad misma pareció "disolverse y desvanecerse en el ser ilimitado"; Hasta que el "Yo" parecía ser "Ésto", y "Ésto" parecía ser "Yo". Y en el religioso: Lo mismo hoy, el que sabe: "Yo Soy El Que Soy", que es el Todo. Pero aparece también en los contextos de la mística llegando a los grados de la contemplación o la unión. Los místicos se ven forzados a expresar, con fórmulas más o menos atrevidas, la superación de un conocimiento que tuviera por sujeto pasivo al hombre y/a Allah por acción.
La novedad de la experiencia mística y de la conciencia en la que desemboca puede ser precisada mediante los análisis que los psicólogos de la corriente humanista han desarrollado, lo que llaman "peak"-experiencias-, las experiencias-cumbre. Tales experiencias, (que sin duda no se reducen sólo a las experiencias místicas), pero que tienen en ellas una de sus formas -eminentes- se presentan como globales o totalizadoras, frente a la tendencia analítica y parcial del conocimiento ordinario; como meta-funcionales, en las que la realidad deja de aparecer tan sólo como ordenada para responder a las preguntas y/a los deseos del sujeto; las experiencias místicas coinciden, además, con las experiencias-cumbre en la profundidad con qué afectan al sujeto que las padece; en el hecho [de que en ellas] el sujeto interviene todo él, más allá de las divisiones en actos y en facultades, por lo que al contacto con la realidad que comportan todas las experiencias se añaden aquí intensos sentimientos que recorren una amplia gama que va desde la felicidad y la paz al sobrecogimiento y el anonadamiento, pero que siempre comportan una última reconciliación por la reacción de los contrarios en una experiencia de plenitud y bienaventuranza.
(La experiencia ha originado así un hecho extraordinario; que aporta el contacto con aspectos y niveles invisibles de la realidad en la que se vive normalmente.)
LO INVISIBLE DE LO REAL.
Resumiendo lo esencial de ésta experiencia en una fórmula sugerente: "Es místico aquel o aquella que no puede dejar de caminar y qué, con la certeza de lo que le falta, sabe todo de cada lugar y de cada objeto que no es eso; que no es posible fijar ahí la residencia, que no es posible contentarse con ello, en la forma negativa que le fue tan querida, subrayando la ausencia, como la forma más propia de la Presencia. Nos referimos (con esa expresión) a un rasgo que reaparece en todos los sujetos místicos: desde los representantes de la mística profana de la naturaleza con sus diferentes formas, a los representantes de la mística espiritual Islámica. La constatación a la que nos referimos puede revestir dos formas: la negativa, a la que acabamos de referirnos: "ésto no es todo", "el mundo que es visible no agota la realidad" o una forma positiva que remite a la presencia de niveles de realidad, de formas de existencia inaccesibles para el conocimiento y para las conciencias ordinarias. Así la describen numerosos textos, entre ellos el Génesis bíblico, sin duda para mostrar que se trata de una nueva creación.
<En el principio las tinieblas reinaban sin división en lo profundo del ser. El espíritu flotaba sobre ese abismo de dificultad. Para reconocerse, se pronunció un día un fiat lux. Y de repente existió la luz, y su nombre fue cómo una Poesía. Estalló la luz y tuvo por nombre el Amor. ¿Era el paraíso terrenal en donde todo, en virtud de Su sola existencia, era bello y bueno?>
LA FENOMENOLOGÍA.
En todos los proyectos de fenomenología de la religión la tipología de los hechos religiosos ocupan un lugar importante. Ello es debido a que el desarrollo del método exige la comparación de los hechos, y ésta, ante la enorme variedad de los mismos, se ve facilitada por alguna forma de clasificación que los agrupe de acuerdo con los diferentes criterios, ponga orden en su extraordinaria diversidad y facilite su comparación y la consiguiente obtención de los rasgos comunes.
La importancia de la tipología llevó a algunos autores de la época de las grandes síntesis de fenomenología de la religión a proponer la tipología como un paso indispensable entre el análisis de los hechos y la búsqueda de su esencia o estructura, e incluso a considerar la tipología de las religiones como sinónimo de la ciencia comparada de las religiones, qué, como se sabe, es uno de los nombres para la fenomenología de la religión.
Así, centraron la tarea de ésta disciplina en torno a la tipología, que se convierte en la categoría fundamental de la Ciencia comparada de la religión. La tarea de la historia comparada de las religiones, consiste en elaborar una tipología de los fenómenos religiosos.
En realidad, mucho antes de la ciencia de las religiones, la tipología venía siendo un procedimiento frecuente desde los comienzos de la moderna forma de la religión. Baste recordar la clasificación de las religiones que hizo (por ejemplo) Hegel en: religión objetiva: religiones de la naturaleza que representan a la Divinidad como una fuerza natural o sustancia natural; religión subjetiva: en las que la Divinidad es representada con individualidad y subjetividad libre; y la religión absoluta: que se revela como Espíritu absoluto. En las filosofías ilustradas de la religión, en las que Hegel es heredero, la clasificación de las religiones era siempre valorativa y terminaba por situar al conjunto de las religiones en relación con la religión de la razón única que era (de aquélla) considerada verdadera.
El mismo sistema de clasificación ha sido utilizado por las diferentes teologías. Para cada una de ellas, la influencia religiosa del propio teólogo era considerada como revelada, sobrenatural y, por lo tanto, única y verdadera, pero ésto servía de criterio para la clasificación; las demás eran clasificadas por su proximidad o lejanía en relación con ella.
La moderna ciencia de las religiones, y en su interior la fenomenología, exige para el estudio de la religión el recurso a todas sus formas neutrales, y la enorme variedad de éstas formas requieren alguna ordenación de las mismas que facilite su comparación y la obtención de los rasgos comunes sobre la que se fundará la captación y la definición de su estructura.
Naturalmente, la ordenación de los fenómenos revestirá formas distintas de acuerdo con la orientación y los intereses de la actividad analítica comparativa. Cada una de éstas formas da al tipo o los tipos resultantes un significado peculiar.
(Así, en algunas tipologías, "tipo" se entienden en contraposición a lo "singular". Típico es lo que se repite de forma semejante en un número considerable de casos singulares.)
(De acuerdo con ésta orientación, la tipología de las religiones ordenará los fenómenos religiosos agrupando los hechos estudiados de acuerdo con la repetición en cada uno de esos grupos de una serie de rasgos que comparten las religiones que componen esos grupos.)
En otras clasificaciones lo típico significa lo característico de cada individuo que se refleja en todos sus elementos y les confiere su especificidad. De acuerdo con ésta acepción de la palabra, la tipología consistirá en una descripción de todas las religiones, interesada por señalar eso que es "típico" de cada una de ellas y que intenta, por tanto, dar un caracter a lo peculiar de cada una de las religiones descritas.
(El "tipo" también puede significar en otros procedimientos caracterizados como tipológicos de una figura ideal compuesta por los rasgos que caracterizan a un grupo de fenómenos, aunque ninguno de ellos los realice plenamente. La tipología de las religiones en éste sentido trabaja elaborando esos tipos religiosos-referidos al conjunto de la religión o/a alguno de sus elementos a los que se aproximarán más o menos las religiones o los elementos religiosos estudiados.)
(Por último, con la palabra "tipo" se refieren muchos autores a una familia o grupo de fenómenos -religiosos, en nuestro caso- que comparten unos rasgos comunes que los emparentan entre sí y los distinguen de los demás.)
Ésta última forma de entender la tipología ha sido la más frecuentemente utilizada por la fenomenología de la religión. Tiene para ella el valor de poner de relieve la existencia de una morfología de lo sagrado, es decir, de un conjunto de organizaciones con diferentes elementos que intervienen en las diferentes religiones, organizaciones que comportan conexiones entre esos elementos, predominio de cada uno de ellos, formas distintas de articulación del conjunto, dando lugar, en definitiva, a diferentes símbolos, ritos, prácticas, doctrinas, etc., presentes en todas las religiones. La tipología así entendida constituye un paso importante en el descubrimiento de las estructuras religiosas qué, como veíamos anteriormente, es la tarea principal de la fenomenología de la religión. Éste paso del método fenomenológico evita que la comparación se convierta en una acumulación sin orden ni concierto de datos que en nada ayudan para la interpretación, la comprensión y la captación de la estructura del fenómeno. Cada grupo o familia de fenómenos así descrita, mostrará una forma peculiar de realización del fenómeno religioso, derivada del elemento que se ha constituido en el centro de la jerarquización de los demás y de la figura que éste hecho conforma.
Cada tipología se realiza por definición de acuerdo con un criterio o un número limitado de criterios. De ahí qué, ninguna tipología sea adecuada; que sea indispensable multiplicar las clasificaciones de acuerdo con criterios distintos; y que quepan las "intersecciones" entre las diferentes tipologías. Así, por ejemplo, en una tipología que clasifica a las religiones en universales y nacionales, [el judaísmo y el hinduismo aparecen en el mismo tipo de religiones nacionales], y el cristianismo, el islam y el budismo coinciden en su condición de universales; mientras qué, clasificadas las religiones desde el punto de vista del "estilo" de religiosidad, el judaísmo, cristianismo e islam constituyen el tipo de religiones denominadas proféticas, mientras que el hinduismo y el budismo, junto con el taoísmo, configuran el tipo de religiones que tienen una orientación genérica.
(Tras éstas consideraciones generales sobre la tarea de la tipología, nos acercamos a continuación a la tipología de la mística como paso en nuestro proyecto sobre la fenomenología.) En el estudio de la mística siempre ha sido frecuente la clasificación de los fenómenos místicos qué, aplicando un criterio teológico a los diferentes hechos considerados como místicos, se han agrupado en dos tipos fundamentales: el de los fenómenos de la mística "natural", que abarca todos los fenómenos místicos presentes en otras religiones; los representados por experiencias de filósofos, poetas o artistas; y los vividos por otras personas tras experiencias de un contacto peculiar con la naturaleza. En el campo opuesto, se inscriben los fenómenos de la mística "sobrenatural" que se reducen a los fenómenos místicos contenidos sólo en la espiritualidad.
El criterio de ésta clasificación es el del origen natural o sobrenatural de los fenómenos en cuestión y, en los autores que la han propuesto, se da por supuesto que desde los principios teológicos, los fenómenos místicos espirituales tienen como origen la "intervención" positiva, y por eso es sobrenatural, de la Divinidad en los sujetos que los viven, lo que les confiere también un contenido superior a todos los demás; los llamados fenómenos de mística natural tendrían su origen en el desarrollo de los elementos presentes en el orden natural, y que estarían producidos por las fuerzas inmanentes al mundo y al hombre y tendrían como contenido, (en el mejor de los casos), al Creador presente en la naturaleza como principio de todo lo creado.
(La clasificación impuesta por los principios teológicos lleva a subrayar en la descripción de los fenómenos rasgos que los distinguirían, sin error a equivocarse, a pesar del evidente parentesco fenomenológico que pudieran compartir.)
Sin entrar en las valoraciones de los criterios teológicos que utiliza ésta clasificación y qué, probablemente, una teología actual, aleccionada por el diálogo y el encuentro de las religiones, se vería forzada a revisar y prescindir de ella, por situarse en un terreno, el de la teología, que no es el nuestro. Por lo demás, cuando, olvidando el plano en el que se sitúa, se pretende dar a ésta clasificación el alcance descriptivo, se olvida que los autores que la proponen anteponen a los hechos que describen y clasifican los esquemas de una teología que ellos predeterminan y, por lo tanto, impiden la visión y la descripción de los hechos.
Según W. Inge propone en su obra: una tipología tripartita que comprende la mística especulativa (neoplatónica), la práctica, que busca a Allah en la vida, y la mística de la naturaleza, que ve a Allah en todas las cosas. Sin embargo, J. Cuttat, en más de un aspecto observa, que una clasificación de los fenómenos místicos que mezclan la preocupación por la descripción de los hechos con la necesidad, (inevitable en aquellos momentos para los estudiosos del fenómeno), sería complicado valorarlos teológicamente. El primer grupo de fenómenos místicos está compuesto por las experiencias preternaturales, no religiosas, que constituirán, por tanto, a casos de la mística profana. Tales experiencias tienen su fundamento en la tendencia irreprimible por la autosuperación, presente en todo hombre, y que consisten en una evidencia preconceptual del fondo inabarcable, del misterio insondable por el que toda persona está habitada.
Frente a éstos fenómenos se sitúan los claramente identificables como los fenómenos de la mística religiosa o sagrada. Éste segundo grupo comprende vivencias religiosas, presentes en religiones no cristianas, en las que los sujetos viven experiencias de unión o de unidad, interpretadas de formas distintas, con lo infinito, lo supremo, Allah o lo divino. El tercer grupo de fenómenos místicos está formado por las experiencias de mística sobrenatural. Éstas consisten en unas diferentes formas de experiencia fruitiva del Espíritu Creador, presente en los creyentes por la Gracia.
La segunda formula de experiencia mística, representada sobre todo en numerosos y elocuentes textos -los grandes discursos- de las comunidades, consiste en la experiencia de la unión, o, mejor, de la unidad con el Absoluto, principio de Todo. Esos discursos adoptan tres formas fundamentales: "tú eres eso"; "ese es"; "Yo soy". El significado de éstas expresiones está resumido en éstos términos: "la palabra para representar al Absoluto; ésta es la única realidad verdaderamente existente y eterna, más allá del espacio, el tiempo y la dependencia causal, sin posibilidad de ser afectada por las demás cosas qué, desde su punto de vista, no tienen ninguna existencia en la mismidad, o alma individual. Por lo que significa que el alma individual es sustancial y esencialmente idéntica con el Absoluto que está más allá de todas las tipologías y efectos sensitivos o conceptuales, de forma que queda solamente una Unidad.
Sin entrar en más precisiones sobre cada uno de éstos tipos, conviene, desde luego, señalar qué, para Strace, la mística introversiva constituye el núcleo esencial, la esencia misma de la experiencia mística, y que el resto de las formas, (que de hecho se presentan), se origina por las diferentes interpretaciones que los sujetos ofrecen de la única experiencia mística realmente vivida por los sujetos que es la introversiva.. osea, la visita a la mezquita interior con la introspección.
También un conocido especialista en historia N. Smart comparaba de las religiones el fenómeno místico, sobre la discusión de la naturaleza de la experiencia y ha propuesto una clasificación de sus formas principales. Partiendo de una descripción sumamamente "elástica" de experiencia mística: -es una experiencia relatada por una clase de personas a las que identificamos como místicos-, y descarta de su comprensión el tipo de la mística de la naturaleza o panen-hénica, por considerarla espontánea y muy exterior al referirse a la visión de la naturaleza, у reserva el título de "místicas" a las experiencias que tienen como preparación un proceso y unas técnicas (ejercicios) contemplativos que son experiencias interiores. Para él la experiencia mística es idéntica en su esencia y las diferencias de las muchas formas que reviste se deben a las diferentes clases de interpretaciones. La experiencia mística es una forma precisa de experiencia espiritual.
La comparación de las tipologías pone de manifiesto, (en primer lugar), la raíz de algunas de las dificultades con que se enfrentan. Los fenómenos místicos no son entidades aisladas las unas de las otras y, como tales, pueden ser perfectamente separables. Cada uno de los grandes fenómenos místicos contiene una variedad de realizaciones extendidas en una gama de formas cuyos extremos los emparentan con otros fenómenos pertenecientes a tipos diferentes. Además, cada fenómeno contiene una complejidad de rasgos que hace difícil encajarlo en un solo tipo y permite situarlo en grupos distintos. Así, centrándonos en un aspecto que parece servir de criterio para una de las más frecuentes clasificaciones, no pocas místicas presentan los mismos rasgos y se encuentran en las formas, en las que la relación del místico con lo absoluto o lo divino adquiere tonalidades que orientan hacia una personalización del mismo y, hacen que esas formas de mística, se aproximen a los fenómenos claramente teístas. Como puede suceder, que algunas experiencias místicas lleguen a tales niveles de identificación con lo divino y que lleven a los sujetos a emplear un vocabulario de identificación o unas imágenes que hagan difícil distinguirlas de las experiencias auténticas. Por otra parte, la relación entre los niveles de la experiencia y los de la interpretación es tan estrecha, que en algunas ocasiones en las descripciones de los sujetos parecen referirse a unas experiencias muy semejantes, interpretadas, en virtud de la psicología, la biografía, la situación histórica o el contexto cultural, en términos distintos.
Éstos hechos han llevado a algún autor a proponer una nueva categoría sobre los fenómenos místicos denominados "teomonistas", representados por personas inscritas en una tradición que sea teísta, pero que describen su experiencia con rasgos que la emparentan con el monismo.
TIPOLOGIA.
Experiencias surgidas de una profundización, dilatación, unificación y clarificación de la conciencia -experiencias cumbre-, por tanto.. que pueden producirse en contacto con la naturaleza y en formas particularmente intensas de vivir la relación interpersonal. Hay que señalar, finalmente, que entre las experiencias místicas ateas o profanas y determinadas experiencias de la nada, la noche, el infierno, etc. vividas sin ninguna referencia a categorías religiosas y hasta con la exclusión de un posible referente divino.. tienen una posible confrontación con las religiones a la hora de interpretarlas. Entre los que viven tales experiencias, algunos reivindican una comprensión más amplia de la categoría de lo sagrado: "lo sagrado es lo que pertenece a otra dimensión, a otro ámbito [...] ¿se puede tener el sentido de lo sagrado sin adherirse a un sistema religioso?.. no se podrían identificar esas experiencias como casos de "mística" en ningún momento.
En relación con los diferentes tipos de mística religiosa, creo que pueden aceptarse sin dificultad las tipologías que proponen los los tipos que tratamos, porqué en efecto, las dos formas de experiencia mística a que se refieren esos términos designan dos conjuntos de fenómenos claramente diferenciados. Pero bastará considerar con más atención los sistemas religiosos que los encarnan o avalan: aunque sin duda, las religiones del tronco abrahámico son las más confiables en éstos aspectos.
Assalamo Aleikum.