HAY QUE HABLAR CON LOS CORAZONES QUE ESTÁN SEDIENTOS POR CONOCER.
"Golpear el hierro frío con un martillo no sirve de nada."
<En el Camino, es necesario tener el suficiente candor interior para avivar el espíritu y, recíprocamente, que el cuerpo físico pueda seguir adelante.>
HATEM CON LOS ERUDITOS.
Ésta es la historia de Hatem Ibn Abdallah Ibn Sa'ad At-Taiy An-Najdi, que hasta el día de hoy se le sigue recordando en el Oriente. Vivió en Najd (actual Arabia Saudita), en el siglo VI d. C., y se convirtió en una personalidad legendaria, famoso por su generosidad y su bondad. Fue mencionado en algunos Hadices del profeta Muhammad, (s.a.w.s.). Viajó por lugares peligrosos, y lejos de resolver las siete preguntas, se enfrentó por la causa de la justicia y la verdad, pero ayudando a los pobres y/a los débiles.
Hatem era muy consciente del papel y la influencia de los eruditos y conocía el daño que pueden causar algunos malos eruditos. Por eso advirtió a los creyentes: “¡No se sienten con todos los eruditos ni escuchen a todos los oradores! Y debes saber ésto: hay un alimento para tú cuerpo y hay un alimento para tú corazón, y se te ordena que busques ambos alimentos. Así como sólo quieres buena comida para tú cuerpo, sólo debes de querer el conocimiento más puro (anzaf) para tú corazón, es decir, el conocimiento de los piadosos, temerosos de Allah, puros. Y así cómo en el alimento del cuerpo hay cosas lícitas por las que tendrás que rendir cuentas, y cosas prohibidas por las que serás castigado, y otras cosas dudosas por las que serás reprochado, así también hay cosas en el alimento del corazón. ¡Así qué considera, piensa, medita y distingue!" Uno debe buscar al buen maestro humilde y debes de acompañarlo.
Hay una clase de hombres qué, cuando escuchan, ante el asombro, llenan su ser interior, (y esa escucha), hace que se olviden de su esposa y de su hijo y de todo cuanto le rodea.. cuando los ves no pecan contra el Señor mientras tú estás cerca de él. "Pero mucha gente no sigue ésta regla." ¡Por Allah! Acaso, ¿No juzgas justamente entre tú religión y tú mundo?. Si quieres hacerte una sangría o hacerte una copa medical, tú eliges a la persona más experimentada si estás físicamente enfermo, y eliges al más hábil de entre todos los médicos. Cuando compras o vendes o depositas algo, eliges a la persona más justa y confiable. Si quieres una golosina o una fruta, eliges al mejor de ellos y no piensas que es demasiado caro. No puedes estar satisfecho y contento con todas las personas, pero si quieres realizar la oración ritual en una comunidad o estás buscando a un maestro con quien sentarte y recibir una opinión legal, entonces no puedes estar orando detrás del vicio. Sé piadoso y siéntate con los justos, no con los malvados. Ésto previene del descuido de tú religión. Si tú religión fuera querida para ti, la habrías cuidado con todas tus fuerzas y las benignidades del pueblo son para Allah). Si les gusta que sus oraciones sean aceptadas, ¿el más temeroso de ustedes debería ser su líder para la oración?
Hatem estaba feliz de aprovechar las oportunidades para amonestar a los eruditos. "Un día llegó y se detuvo junto a un grupo de eruditos. Él dijo: "Si hay tres cosas en ti, es bueno. Si no, el infierno es inevitable para ti." Le preguntaron qué tres cosas eran esas. Él respondió: "Compadeciéndote del ayer que pasó, sin que puedas aumentar en él las obras de obediencia ni pedir perdón por tus pecados". Pero si hoy estás ocupado pidiendo perdón por lo de ayer, ¿cuándo cumplirás con el deber de hoy? En segundo lugar, considera el día de hoy como una victoria y esfuérzate por alcanzar la propia justicia en la obediencia y satisfacer a tu oponente. En tercer lugar, pregúntate con miedo y ansiedad si lo que te será dado mañana será para salvación o para ruina."
En Medina reprendió al pueblo, al gobernador y/a los eruditos. Cuando la gente de Medina se acercó a él, les preguntó: “Gente, ¿qué clase de ciudad es ésta?” Ellos respondieron: ¡La ciudad del Mensajero de Allah! Él preguntó: ¿Dónde está el palacio del Mensajero de Allah? Me gustaría hacer dos sesiones de oración en ese palacio. Ellos respondieron: Que el Mensajero no tenía ningún palacio. Sólo poseía una casa baja. Preguntó: ¿Y dónde están los palacios de sus camaradas que estuvieron allí después de él? Ellos respondieron: Que tampoco tenían palacios. Sólo poseían casas bajas.
¡Pueblo!, ésta no es la ciudad del Faraón y sus ejércitos. No sé puede juzgar rápidamente.
Entonces Gisvermes preguntó: ¿Por qué a respondido Hatem así? "No juzgues rápidamente." Soy un persa. Llegué a Medina y pregunté de quién era la casa. Dicen que es la ciudad del embajador Gomes. Pregunté dónde estaba ubicado el palacio del Mensajero de Allah para poder realizar allí dos oraciones. Dicen: Que no tenía palacio, sinó sólo una pequeña casa. Pregunté qué tenían todos después de él. Se decía: Tenían casas pequeñas, pero más bien bajas. Y Gomes dijo:
Es sano no querer el canto ni el oropel. (Sura 33:21). Pero yá ves, ¿a quién tienes que seguir como ejemplo? El Mensajero de Allah y sus compañeros del trueno, el que construyó con yeso y las cabras recibieron sus órdenes y supieron más sobre él.
Cada vez que Hatem venía a Medina, siempre se sentaba en el escalón del Profeta y decía y pontificaba a la Divinidad. El Gehran se acercó a Medina y dijo: Vamos, que Hatem está allí y queremos avergonzarlo en éste momento. Entonces acudieron a él. La reunión estuvo abarrotada. Los partidarios dicen: Ali Abd ar-Rahman, queremos atraparte. Él dijo. Pregunta: ¿Qué dices de un hombre que dice: Oh Allah, dame mi manutención? Hatem respondió: ¿Cuándo pide éste mantenimiento? ¿Es en el momento adecuado o antes? (interrogativamente). Respondieron: Eso es incomprensible, Ali Abd ar-Rahman dijo: "Si éste pájaro pide sustento en el momento en que lo necesita, de lo contrario tomará tierras de cultivo y el dinero en bolsas seguras y comida de las casas y dirás: ¡Oh Allah, danos sustento,! ¡Te ha dado un salón y dale algo de comer para los hermanos! Dices que los griegos de Medina le pedimos perdón a Ali Abd ar-Rahman, pero no tuvo indulgencia con un juez parmesano. El cadí (juez) de Ihurike no tuvo clara una pregunta. Fue hacia Hatem y se sentó frente a él. Dijo: me gustaría preguntarte sobre un problema. Él respondió: ¿Has dejado a tus afligidos amigos y vienes aquí para levantarte hacia mí? Él respondió: No lo entiendes. Conmigo estás listo, como un rey que se ha perdido en la estepa. ¿Le pedirá instrucciones un rey como él a un pastor? Hatem dijo: Allah os ha mostrado misericordia. El cadí continuó: Cuando dos oponentes se sientan ante mí, espero que el veredicto favorezca a uno de ellos. ¡Por Allah! respondió.. ¡No conoces a tú maestro! El cadí preguntó: ¡Muéstrame misericordia! Él respondió: ¡Qué extraño! Te matas tú mismo y me pides que te muestre indulgencia. Se ha corrido ampliamente la voz sobre cómo traté a un erudito en Rayy y/a otro en Qazwin. “Abu 'Abdallah (al-Hawwās), un compañero de Hatem, informa: Un día llegué para ver Hatem en la ciudad de Ray. Con él estaban trescientas veinte personas. Quería hacer la peregrinación. Aparte de la purificación, y no llevaban nada sobre el cuerpo, por ejemplo, ningún saco en el que guardaran su comida. Un hombre, siervo de Allah y comerciante que amaba a los pobres, acogió a ésta multitud. Allí permanecimos ese día y esa noche. Cuando se hizo de día, se acercó a Hatem y le preguntó: ¿Necesitas algo? Voy a visitar a una persona enferma con un jurista que es nuestro líder y guía. Hatem respondió: Si ese es el caso, nosotros también nos uniremos y visitaremos a éste erudito, porqué mirar el rostro de un erudito y siervo de Allah es una adoración. Éste erudito enfermo fue Muhammad ibn. Muqatil, el cadí de Ray. Cuando llegaron a la entrada de su casa, Hatem vio una puerta alta y muy ornamentada, y un gran número de porteros y sirvientes de pie allí. Hatem se quedó reflexionando durante mucho tiempo y pensó: Veo que la puerta de la casa es enorme y alta y ésto no conviene para los justos. Cuando entraron a la casa vieron alfombras y un salón de entrada. Los sirvientes bien educados sostenían abanicos y abanicaban a un hombre que se acostó en una cama blanda. El honorable comerciante de Ray se sentó junto al enfermo. Pero Hatem permaneció en su lugar. Ibn Muqatil le pidió que se sentara. Se negó a sentarse y dijo que tenía una pregunta. Ibn Muqatil dijo: ¡Pregunta! Él respondió: ¡Siéntate! Entonces te lo preguntaré. El erudito ordenó a los sirvientes que trajeran una almohada y lo sentaran. Hatem preguntó: ¿De dónde te llegó éste conocimiento? Él respondió: De hombres dignos de confianza y de maestros confiables. Él preguntó: ¿De dónde les llegó? Él respondió: De los camaradas del Mensajero. Él preguntó: ¿De dónde le llegó a los camaradas del Mensajero? Él respondió: Del Mensajero mismo. Preguntó: ¿De dónde lo obtuvo el Mensajero? Él respondió: De Gabriel, pero todo viene de Allah.
Preguntó Hatem: ¿Alguna vez viste y descubriste, entre lo que Gabriel trajo de la Divina Presencia al Mensajero y el Mensajero se lo transmitió a los camaradas y los camaradas lo pasaron a los fideicomisarios y que te llegó de los fideicomisarios, qué cuanto más grande es la puerta de alguien, la puerta de entrada, y cuanto más numerosos sean sus guardias y sirvientes, mayor será su rango ante la impenetrable majestad? Él lo negó. Hatem preguntó qué de quién lo había oído. Él respondió: Cuanto más uno renuncia a éste mundo, más respetado será en el Más Allá y más alto estará ante los ojos de Allah. Entonces Hatem le dijo: ¿A quién seguiste: al Mensajero y sus compañeros, o al Faraón de Nimrod? Y continuó: ¡Oh maldad de los sabios! Los ignorantes y los buscadores de éste mundo ven tales cosas de ti y dicen: No somos peores (badtar) que ellos que actúan así. ¿Cómo nos pasó ésto? ¡No los superemos! Y cuando salió de esa visita a Ibn Muqatil, éste quedó indefenso y su enfermedad empeoró. Todos en Ray se enteraron de lo que había sucedido. Y le dijeron: Hatem, en Qazwin hay otro que se llama Tanāfisi y él tiene aún más conocimiento. Todos lo miran y lo siguen. Se dirigió hacia allí. Cuando llegó a él, le dijo: ¡Allah tenga misericordia de ti! Soy persa y me gustaría que me enseñaran las bases de mí religión y la clave de mí oración ritual, cómo realizar la ablución ritual para la oración ritual. ¡Sí, con mucho gusto! respondió. Entonces ordenó a un sirviente: ¡Trae un cuenco y agua purificadora! Tanāfisi se sentó y Hatem comenzó a hacer sus abluciones. Lavó cada parte del cuerpo tres veces. Cuando llegó a los antebrazos, los lavó cuatro veces. Tanāfisi le dijo: ¡Tú has exagerado! Hatem preguntó: ¿En qué exageré? Él respondió: ¡Te lavaste los antebrazos hasta el codo cuatro veces! Hatem le respondió: ¡Yá Allah! He exagerado con un puñado de agua y merecido tú censura, ¿y a ti no se te puede culpar por tener tantas provisiones y tesoros y, no estás exagerando?" Entonces Tanāfisi se dio cuenta de que su intención era instruir y despertar, no aprender. Se fue a casa y no salió durante cuarenta días.
<Lo que les había dicho a Ibn Muqatil y/a Tanāfisi se difundió entre la gente de Ray y por todo el mundo. Y toda la gente de Qazwin también se enteró.>
Podría ser uno de los hermanos Tanafisi Yağla, Muhammad, Umar, Idris e Ibrahim, conocidos en Bagdad quienes entregaron a Ahmad b. Hanbal un consejo amistoso. Abü Ga'far al-Harawi narró: “Yo estaba con Hatem cuando él se dirigía a la peregrinación. Cuando llegó a Bagdad, me dijo: Abu Ga'far, me gustaría conocer a Ahmad b. Hanbal. Preguntamos por su casa y fuimos a su casa. Llamé a su puerta. Cuando salió, dije: ¡Abu Abdallah, tú hermano Hatem! Lo saludó y le dio la bienvenida. Después de expresarle su alegría, le dijo: 'Hatem, ¿cómo puede uno liberarse de la gente? Él respondió: "Ahmad, por tres cualidades". Él preguntó: ¿Qué son éstas? Él respondió: Les das lo que es tuyo y no quitas nada de lo que es de ellos. Haces lo que les debes de hacer y no les pides a ninguno de ellos que haga lo que te deben. Soportas las cosas feas de ellos y no odias a nadie por nada. Ahmad bajó la cabeza y rascó el suelo con el dedo. Luego levantó la cabeza y dijo: Hatem, ésto es difícil. Hatem le respondió: ¡Oh, si encontraras la salvación! ¡Oh, si encontraras la salvación! ¡Oh, si encontraras la salvación!
La oración de Hatem provocó tormentas y vientos suaves que avivaron muchos de los corazones espirituales.
Assalamo Aleikum.