LOS CAMBIOS PROGRESIVOS TIENEN QUE SER CORRECTOS.
(Nunca es tarde si la verdad prevalece).
Hacer buenas obras para que sean aceptables y se eleven al nivel de la aceptación requerida.
Ésta realidad se hace evidente cuando nos adentramos en la religión Islámica y nos acercamos a la fe genuina, y nuestra relación y conexión con el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) se realiza y se completa. Ésta relación y conexión también tiene dos aspectos: uno externo y otro interno.
El Espíritu de las Acciones.
El Mensajero del Amor es Importante.
Todas las buenas obras, obediencias y adoraciones que realizamos al seguir al Profeta, (la paz sea con él) y al mantener la bendita relación con él (la paz sea con él) son la forma externa de las obras. Todo lo que parece a primera vista es, en realidad, la existencia de obras en las que actúa un verdadero espíritu que las eleva al nivel de la aceptación, y esa realidad sutil e invisible se llama amor por el Mensajero de Allah (la paz sea con él).
Se narró de Anas bin Malik (que Allah esté complacido con él) que el Profeta, (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: "Ninguno de vosotros cree verdaderamente hasta que yo sea más amado para él que su padre, su hijo y toda la humanidad." (Sahih Bujari, Libro de la Fe, Capítulo: El amor al Mensajero es parte de la fe, 1: 14, N°: 15)
Ninguno de ustedes puede ser creyente hasta que le muestre su amor y predisposición sincera para seguirle. (Sahih Muslim 1:67 N° 44)
¡Por Aquel en cuyas manos está mi alma! Ninguno de ustedes podrá creer verdaderamente hasta que yo sea más amado por él que sus padres e hijos.
Éstos benditos Hadices dejan claro que el amor por el Profeta, (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) es la esencia de nuestras acciones. Si falta, las acciones serán carentes de esencia y se vuelven inútiles e infructuosas. A los ojos de Allah, el Todopoderoso, su estatus ni siquiera se equipara al de un salvador. En éste sentido, las reuniones en la sede del Dhikr son el medio más eficaz para reavivar el amor por el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él). El Salat, el Salam y el Dhikr son reuniones para la obra que las sustenta con la fuerza impulsora de ésta pasión que tiene que encender el calor que se desvanece de la verdadera fe, el amor y el Mensajero de Allah.
<Que la llama se reavive y la lámpara del amor del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él) se reavive en los corazones de los creyentes.>
Dijo Iqbal:
En el corazón de un musulmán está el lugar de Mustafa, nuestro honor está en el nombre de Mustafa. (Libro de la Fe, Capítulo: El amor al Mensajero es parte de la fe, 14:1, N°: 14)
(Hemos hecho del lugar de Mustafa un hogar en el corazón de un musulmán, nuestro honor y Su honor está en el nombre de Muhammad.)
El propósito del Profeta Muhammad (la paz sea con él) puede cumplirse; de lo contrario, nuestra religión se habría convertido en un mero ritual. En la era de los Compañeros, los Tabi'in y sus seguidores, no existía tal situación. No necesitaban proteger su fe de los estragos del tiempo que enfrentamos hoy. Las historias de amor de los Compañeros, preservadas en los libros de los Hadices, son un fiel testimonio del amor ejemplar de éstos amantes del mundo. Los grandes sabios han escrito que el amor de éstos amantes del Profeta Muhammad, (la paz sea con él) era un tesoro tan preciado por el Profeta, (la paz sea con él) qué, si se distribuyera por todo el universo, no faltaría hasta el Día del Juicio. Por lo tanto, en la era actual de las pruebas, nuestra fe se ve amenazada por todos lados y la invasión del Taghut está activa en muchos frentes. Hoy, la mejor manera de proteger la fe es transmitir el amor del Profeta, (la paz sea con él) a nuestros hijos mediante un esfuerzo consciente. Éste proceso de transmisión, que continúa durante once meses del año en la forma de enseñanzas del Profeta, lecciones del Corán, etc. debe promoverse con especial atención en el bendito mes de Rabi' al-Awwal y llevarse adelante para que la huella del amor de Mustafa quede impresa en nuestros corazones como si fuera un grabado en una piedra.
El Aspecto espiritual.
Eventos.
Escuchar el Milad-un-Nabi promueve la espiritualidad. Las reuniones de adoración fortalecen los valores espirituales de la persona. Por lo tanto, en éstas celebraciones, se debe tener presente al Santo Profeta Muhammad, (la paz sea con él).
Si los aspectos objetables de la celebración del Milad no se controlan estrictamente y se permite que persistan, sin duda nos veremos privados de sus bendiciones y beneficios. Por lo tanto, es necesario cuidar al máximo la pureza, la limpieza y la santidad al celebrar el Milad-un-Nabi. En éste sentido, debemos tener presente que el único motivo para celebrar reuniones, dar caridad y sacrificarse con ocasión del Milad-un-Nabi es el deseo de buscar la complacencia y la felicidad de Allah Todopoderoso y Su Amado. Se afirma en los Hadices benditos que las bendiciones, la paz y las buenas y malas acciones de la Ummah también se presentan en el servicio del Santo Profeta (s,a,w,s,). El gobierno espiritual expresa alegría por las buenas acciones y expresa desagrado y arrepentimiento por las malas y pecaminosas. (1) Las alegrías del Milad que celebramos también se presentan ante el Santo Profeta (s,a,w,s,). Si las celebraciones del Milad se basan en la sinceridad y la sinceridad, traen la aceptación y alegría al Santo Profeta, (la paz y las bendiciones sean con él), y Allah Todopoderoso también honra los esfuerzos realizados por el amor de Su amado con aceptación.. son entonces bendiciones que no debemos rechazar.
(1) Bazzar, Al-Bahr Al-Zakhar (Al-Musnad), 5: 308, 309, n.º: 1925.
-Ibn Abi Usamah narró ésto con una cadena de transmisión auténtica en Musnad al-Harith (2:884, no. 953).
En el capítulo sobre la sinceridad en las acciones, resulta llamativo lo que escribió Shah Waliullah Muhaddith (1174-1114 d. H.) sobre las costumbres de su padre, Shah Abdur Rahim (1054-1131 d. H.). Cuenta que su padre solía organizar una comida todos los años con motivo del Milad, pero un año (debido a las dificultades de la época) no pudo preparar una comida suntuosa, así que tomó grano tostado y lo distribuyó entre la gente para la alegría del Milad. Por la noche, vió en sueños que el mismo grano se colocaba frente al equipo de Hazrat y él estaba sentado allí felizmente.
Por lo tanto, mientras celebramos la campaña del Milad-un-Nabi, debemos tener en mente la sinceridad y la divinidad y evitar cualquier acción que cause dolor al Señor de los Mundos.
El Hafiz Ibn Hajar Asqalani (773-852 a.H) escribió sobre la Bid'at Hasana y Bid'at Sayyid explicando:
La verdad es que si es algo que cae dentro de lo deseable en la ley islámica, entonces es bueno, y si es algo que cae dentro de lo que se considera feo en la ley islámica, entonces es feo.
La conclusión es qué, si una innovación es un acto que se considera una buena acción en la Shari'a, entonces es buena, y si se considera una acción que no se considera una buena acción en la Shari'a, entonces es mala.
Éstas definiciones dejan claro que todo acto nuevo, es decir, toda innovación, no puede declararse absolutamente prohibida o vetada simplemente por ser algo nuevo. Más bien, el criterio para juzgar su validez o invalidez es que si ese nuevo acto es recomendado y permisible según la Shari'a, se considerará una buena innovación, y si es inaceptable e indeseable según la Shari'a, se considerará una buena o una mala innovación.
Tras ésta discusión fundamental, quedó claro de qué, si bien la celebración de Milad-un-Nabi (que la paz sea con él) no existía en la forma actual en los primeros siglos, (dado que actos como la recitación del Sagrado Corán, el recuerdo de Allah, el recuerdo del Profeta, (que la paz sea con él), la alabanza al Profeta, (que la paz sea con él), la caridad y la ayuda a los pobres y necesitados, que están incluidos en ésta celebración), y que ninguno de ellos está prohibido por la Shari'a, es, por lo tanto, un acto permisible, legítimo y recomendado. La única diferencia radica en que las personas de épocas anteriores celebraban la festividad según sus costumbres, tradiciones y cultura, pero nunca como una actuación religiosa.
<En los días en que las bendiciones no estaban disponibles, la gente solía expresar gratitud a Allah, mientras que en la era actual, así como han ocurrido cambios en todos los ámbitos de la vida, también han cambiado las formas de llevarlo a cabo.>
<A continuación, examinaremos ésta idea autoconcebida a la luz de la clara evidencia del Corán y el Hadiz. Además, intentaremos comprender que la celebración de Milad-un-Nabi es un acto legítimo y permisible.>
El significado literal de lo que es innovación.
La palabra bid'ah se deriva de bid'ah. Su significado literal es:
"Inventar y crear algo nuevo sin ningún ejemplo previo."
Ibn Manzur al-Afriki (630-711 d. H.) escribe lo que significa bajo la palabra bid'ah:
"Se ha creado tal cosa, es decir, que se ha inventado sin tener ningún ejemplo."
La innovación es básicamente aquello que se introduce sin un ejemplo previo.
"La verdadera innovación es que se inventa sin ningún modelo previo." (Ibn Manzur, Lisan al-Arab, 8:2)
El significado de la innovación está confirmado por el Sagrado Corán.
La palabra bid'ah se menciona en varios pasajes del Sagrado Corán, lo que confirma el significado anterior. Solo dos pasajes son los siguientes:
"Allah Todopoderoso creó los cielos y la tierra sin ningún ejemplo previo, por lo que se llamó a sí mismo el Creador." Dijo: "Y cuando decreta algo, solo le dice: «Sé», y es."
Él es Quien crea los cielos y la tierra de la nada, y cuando decreta algo, sólo le dice: «Sé», y es.
En otro lugar dijo:
Originador de los cielos y la tierra.. Él es el Originador de los cielos y de la tierra.
Los versos anteriores prueban cada nueva etapa de la creación del universo terrestre y celestial.
(A. Asqalani, Fath al-Bari, 4:253)
Según los estudiosos, la definición de innovación es la siguiente:
El Imam Nawawi (631-677 d. H.) define bid'ah con éstas palabras:
La innovación es la creación de algo que no existía en el tiempo del Mensajero de Allah.
"La innovación se refiere a la invención de algo nuevo que no existía en la era del Profeta".
Ibn Rajab Hanbali (736-795 d. H.) define bid'ah en los siguientes términos:
Se entiende por innovación aquello que se introduce sin fundamento en la Shari'a que lo indique. En cuanto a lo que sí lo indica, no es una innovación según la Shari'a, aunque lo sea lingüísticamente.
"La innovación se refiere a todo acto nuevo que no tiene base en la Shari'a que lo indique, pero todo asunto que tiene una base en la Shari'a no es una bid'ah según la Shari'a, incluso si lo fuera en términos de su significado literal".
Éste estudio ha demostrado que la celebración de los mawlids no fue iniciada ni dominada principalmente por los miembros de dinastías gobernantes, sinó cultivada por una amplia gama de personas privadas sin poder político que legitimar. Además, su surgimiento y florecimiento no pueden explicarse genéticamente, por una sucesión de actos inaugurales ordenados temporalmente (aunque éste enfoque era atractivo tanto para los autores musulmanes medievales como para los eruditos modernos). Los orígenes del mawlid se pueden rastrear, no a un solo acto innovador de alguna autoridad identificable, sinó a la lenta fusión de una constelación de narrativas y prácticas devocionales que finalmente convergieron para formar una forma única, altamente flexible y atractiva de acción cotidiana.
(Nawawi, Tahdhib al-Asma’ wa al-Lughat, 22:3)
(Ibn Rajab, Compendio de Ciencias y Sabiduría).
El desarrollo y el contenido de la tradición del mawlid sugieren una relación compleja entre los modos de religiosidad «popular» y «normativo». Al nivel narrativo, obras como la Sira de al-Bakrī se han clasificado como expresiones del islam «popular». Sin embargo, solo un firme compromiso con la convicción de que ciertos textos «históricos» definen el contenido normativo del islam podría llevar a negar qué, para grandes grupos de musulmanes (incluidos algunos eruditos) y durante largos períodos de tiempo, las narraciones asociadas con al-Bakrī bien podrían haber sido, en todos los sentidos significativos, la versión normativa de la historia de la vida del Profeta, (paz y bendiciones para él), es decir, la que era conocida por la mayoría de la gente, aceptada como verdadera y tomada como trasfondo para las ideas y aspiraciones religiosas de un gran número de fieles.
Desde éste punto de vista, sobre la selección de los textos islámicos de la Colección de Toledo, está sujeto a reconsideración la traducción de textos que fue patrocinada por Pedro el Venerable en el siglo XII d. C. con el objetivo de proporcionar a los cristianos la información básica sobre la fe musulmana; su selección fue guiada por informantes españoles. Si bien Kritzeck elogia la inclusión de textos del Corán y de otros escritos que proporcionaron material histórico sobre la vida del Profeta y los primeros califas, se queja de que la narrativa sobre el mawlid de Ka'b al-Ahbar fue una de las opciones "más débiles en términos de proporcionar una información más precisa". Vale la pena considerar, por el contrario, si la selección de ésta obra -como parte de un pequeño corpus de textos centrales para la comprensión del islam en la España del siglo XII- puede, de hecho, decirnos algo muy importante sobre su centralidad para la creencia contemporánea. Constituye una evidencia de qué, al menos a los ojos de los informantes españoles que guiaron la selección, la narrativa del mawlid de Ka'b era parte del canon islámico.
El contexto de prácticas piadosas asociadas con el recuerdo del nacimiento del Profeta, incluyendo el servicio de comida y la generación y donación de méritos, también debe entenderse como una parte integral de la piedad islámica normativa durante gran parte del período premoderno.
Escribiendo sobre la época contemporánea, se ha criticado el argumento de que «las comidas rituales son características ajenas al Islam», pero observando el Hadiz, éste incluye numerosas descripciones sobre comidas rituales y la distribución de alimentos bendecidos». Sin embargo, la apreciación del papel central de la alimentación y la bendición en el Islam premoderno no se basa necesariamente en apelaciones directas a las fuentes textuales primarias del Corán y el Hadiz; más bien, tales prácticas están inextricablemente integradas en un conjunto de suposiciones sobre las relaciones humanas y los medios de salvación que prevalecieron incuestionables para muchos musulmanes premodernos. Al presentar su descripción de las ceremonias del mawlid que impregnaron la vida social y religiosa de La Meca en el siglo XIX d. C., Hurgronje observa que «La Ley Sagrada recomienda a los fieles celebrar todo tipo de eventos alegres con comidas festivas», y parece probable que ésta observación refleje fielmente las opiniones de sus informantes árabes. Solo más tarde se cuestionaría amplia y eficazmente la legitimidad y la centralidad de la alimentación ritualizada por parte de los sectarios wahabbitas.
El siglo XX fue testigo de enormes cambios en la comprensión islámica sobre la piedad adecuada y la acción ritual, cambios que pueden percibirse claramente a través del prisma del debate en evolución sobre la legitimidad de los mawlids. Yá hacia finales del siglo XIX, el resurgimiento del Estado saudí y el auge de las voces modernistas llevaron a una reevaluación de las prácticas piadosas tradicionales y tanto el deseo, inspirado por el wahabismo, como el esfuerzo apologético por reivindicar su racionalidad y poder ético frente a las intrusiones occidentales impulsaron las nuevas críticas al devocionalismo islámico.
A medida que los musulmanes del siglo XX se centraban cada vez más en las enseñanzas éticas del Profeta y su eficacia como reformador, su papel transhistórico como luz preexistente y agente de salvación en el Día del Juicio Final quedó eclipsado por el falto discurso académico. Los wahabíes rechazaron categóricamente los mawlids, pero hasta finales del siglo XX no lograron influir en la práctica popular a gran escala. Los reformadores modernistas intentaron apropiarse y transformar el género mawlid, pero su énfasis exclusivo en el contenido de la misión religiosa adulta del Profeta hizo que la conexión de su obra con la tradición de la piedad del mawlid fuera tenue y artificial. Mientras tanto, masas de musulmanes comunes (y muchos eruditos) continuaron celebrando el cumpleaños del Profeta de manera tradicional y apreciando los textos y narraciones del mawlid de los siglos pasados.
Conclusión:
Muchos se hicieron eco de las palabras de Ibn Taymiya y al-Subkī, aunque no fueron de lo más efectivas. Si bien sus esfuerzos por suprimir o transformar las prácticas y narrativas del mawlid generalmente no han tenido éxito, las últimas décadas del siglo XX presenciaron cambios mucho más radicales. La escala y la agresividad sin precedentes de las polémicas patrocinadas por Arabia Saudí han logrado cambiar los términos del debate de maneras significativas y reveladoras. En parte, por supuesto, al vigor y la pasión de la controversia que surgen de un conflicto subyacente sobre el dominio de la autoridad religiosa. La persecución del imán al-Malikī por parte del establecimiento religioso saudí seguramente reflejó, no solo un disgusto por las implicaciones teológicas de sus enseñanzas, (aunque ésto sin duda está presente), sinó que se observa un esfuerzo por marginar a un prominente maestro sufí que ofrecía una alternativa a las doctrinas oficiales saudíes en el corazón de los Santos Lugares. De manera similar, el respaldo de Az-harī a la celebración del mawlid refleja la pretensión de la institución de servir como árbitro de la práctica sunnita correcta; el contraste con la doctrina oficial saudí seguramente no es casual. El mayor grado de continuidad de la postura Az-harī con los consensos islámicos premodernos (atemperado con un compromiso piadoso con la reforma de la práctica popular) refleja una de las fuentes de la legitimidad de la institución a los ojos de todos los musulmanes comunes.
Sin embargo, la transformación de los términos del debate sobre el mawlid, refleja más que el cambiante equilibrio de poder en una disputa sobre la autoridad religiosa en el mundo sunní. También refleja una transformación de la conciencia religiosa que está integralmente relacionada con el impacto de la modernidad. En muchos sentidos, la controversia del mawlid puede servir como un microcosmos de las implicaciones religiosas de las ideas modernas sobre la naturaleza del individuo y del mundo. La persona implicada en la práctica devocional premoderna no era un individuo limitado con responsabilidad exclusiva por sus propias acciones y una subjetividad emocional inaccesible para los demás. Más bien, la personalidad ética del creyente estaba constituida por una red de relaciones con parientes vivos y muertos, vecinos y personas santas. Sus emociones religiosas se constituían públicamente, se inculcaban a través de un condicionamiento pedagógico apropiado y se realizaban a través de un repertorio aceptado de actividades religiosas expresivas. La inculcación de enseñanzas religiosas es inseparable de los aspectos emotivos y rituales de la práctica. El creyente existe en el contexto de una concepción religiosa del tiempo que es simultáneamente lineal y cíclica; mientras que los acontecimientos de la historia sagrada son pasados, el ciclo de los días sagrados ponen a su disposición su poder numinoso de forma regular. Ésta síntesis no fue universalmente aceptada por todos los eruditos islámicos, pero era ampliamente frecuente entre la élite y sus principales lineamientos parecen haber sido compartidos a nivel popular.
La persona implicada en las polémicas contemporáneas contra el mawlid, y ampliamente aceptada por muchos de sus defensores, es de naturaleza muy diferente. Él o ella es un individuo limitado que solo se beneficia de sus propias acciones piadosas, cuyos frutos no pueden ser compartidos con otros. La vida ética del creyente básico se racionaliza, dependiendo de la adhesión constante de por vida a los preceptos religiosos fundamentales, en lugar de la cosecha episódica de bendiciones divinas especiales. Se entiende que las emociones son privadas, subjetivas y evanescentes, no hechos sociales manifiestos que puedan ser regulados o evaluados por la ley religiosa, y menos aún, por las autoridades wahabbitas o salafistas del país que sean. La adquisición de conocimiento religioso se entiende según el modelo de la cultura impresa moderna, como una actividad no ritual que implica el dominio de un cuerpo de conocimientos. El individuo existe en el contexto de un tiempo lineal, (cómo hemos dicho antes), que lo separa decisivamente de los acontecimientos del pasado sagrado.
Éstos cambios recuerdan en muchos sentidos a los conceptos desarrollados por los estudiantes de religión y modernización. El cambio de un modelo en el que un creyente -inherentemente pecador- genera episódicamente grandes cantidades de méritos [a uno en el que debe ejercer sistemáticamente la disciplina ética] sugiere un análisis de las ideas premodernas predominantes sobre la generación y transferencia de méritos que se basaban en principios no aritméticos según los cuales dar regalos mejoraba los recursos, en lugar de agotarlos, y el bienestar se definía dentro de una amplia red de relaciones terrenales y sobrenaturales.
Cabe destacar, que la lógica de la economía del mérito, que subyace a las celebraciones del mawlid no debe equipararse con la lógica de un sistema económico moderno y secular. Las matemáticas de la recompensa divina (thawāb) son misteriosamente elásticas, y su significado reside en la maravillosa y benéfica inconmensurabilidad de la escasa acción humana y la abundante recompensa divina, más que en cualquier equivalencia numérica.
En general, cabe destacar, que la lógica del mérito y el desmérito/pecado dista mucho de una "ética capitalista" moderna. Mientras que la perspectiva básica de la Shari'a enfatiza la moderación de las exigencias de la Shari'a y la consiguiente viabilidad para cumplir adecuadamente con los mandamientos de Allah, el discurso del thawab enfatiza la incompetencia pecaminosa del creyente y su consiguiente dependencia para la salvación de abundantes recompensas por los pequeños actos de piedad. La búsqueda del thawab no presupone a un capitalista moderno y calculador tener que someter sus acciones a un escrutinio constante y riguroso, sinó que tiene que ser una persona que considera sus esfuerzos religiosos como (pocos) e inevitablemente inadecuados y que espera cosechar una abundante cosecha de bendiciones de los mayores actos ocasionales de piedad.
En el modelo premoderno dominante de la práctica del mawlid, la naturaleza transaccional del trato devocional no es problemática, yá que describe el espíritu consciente con el que a veces se organizaban los mawlids en la Meca del siglo XIX, y se comenta qué: «De ésta manera se hacen negocios de una buena manera comercial con el contable Celestial». A éste respecto, ésto debe haber divergido marcadamente en la ambición de los informantes árabes wahabbitas, pues ellos solamente ven el esfuerzo que les pueda aumentar el crédito en los negocios y ofrecían como argumento de que su motivación era "contractual, no devocional"; y los oponentes argumentaron que "no fueron patrocinadas por el sentimiento religioso, sinó como pago por los servicios prestados". Ésta crítica se basaba en parte en la percepción de que quienes patrocinaban tales reuniones buscaban cada vez más los beneficios materiales concretos de Allah; sin embargo, se centraba de forma más general en la "actitud mercantil" reflejada en los votos de realizar ceremonias específicas para el cumplimiento de un deseo. Sin llegar a ninguna conclusión sobre la evolución local de la práctica religiosa, Shirazí señala que la práctica de realizar ceremonias devocionales para el cumplimiento de votos no es algo nuevo; la asociación entre las prácticas devocionales y la expresión o el cumplimiento de la esperanza de bendiciones como "hijos, cónyuges, empleo, hogar o salud" se remonta a la época premoderna. Lo que quizás resulte más novedoso es que el deseo de evocar tales bendiciones mediante la práctica piadosa (o la motivación para realizar acciones piadosas en agradecimiento por recibirlas) se percibe de forma cada vez más negativa. En un estudio de Sumatra, J. Bowen describe la controversia sobre el significado de la Fiesta del Sacrificio en la década de 1980. Mientras que «la mayoría de los aldeanos... interpretan el evento como una ocasión para generar beneficios espirituales para sí mismos y sus antepasados» y «lo ven principalmente como una transacción», los modernistas urbanos «enfatizan su actitud del sacrificio desinteresado».
En el siglo XX, las prácticas que habían sido ampliamente aceptadas en épocas anteriores se desacreditan cada vez más por ser mercenarias y egoístas. Además, el mérito religioso que antaño se compartía con los parientes (y el bienestar familiar que antaño se obtenía y reconocía mediante la práctica piadosa) se ve reemplazado cada vez más por ideales de obediencia y edificación moral que se aplican principalmente al individuo. (J. Bowen señala que el ideal del «sacrificio desinteresado» también está conectado con las «ideas del Estado sobre el sacrificio por el bien común»; el individuo virtuoso imaginado por los modelos modernos de piedad en ascenso también puede identificarse con el buen ciudadano del Estado moderno).
La «ideología del 'regalo puro' surge en contraste con la del mercado; éstos regalos se definen como lo que las relaciones de mercado no son: altruistas, morales y cargados de emoción. A medida que la economía se desvincula progresivamente de la sociedad, a medida que las relaciones económicas se diferencian cada vez más de otros tipos de relaciones sociales, las transacciones apropiadas para cada una se polarizan cada vez más en los términos de su simbolismo e ideología.
A. Parry concluye qué: «es más probable que se desarrolle una ideología elaborada del don 'puro' en sociedades estatales con una división avanzada del trabajo y un sector comercial significativo». También la relaciona con el sistema de creencias de «las principales religiones del mundo», que enfatizan «el mérito de los regalos y las limosnas, idealmente dados en secreto y sin esperar ninguna recompensa mundana».
La creciente marginación de las formas transaccionales de devocionalismo en el siglo XX puede reflejar éste proceso de desvinculación entre una esfera de mercado de beneficio personal calculado y una esfera religiosa de desinterés idealizado. Las prácticas como la realización de los mawlids en cumplimiento de votos (o la expectativa de que los gastos piadosos producirán bendiciones mundanas y del otro mundo) pueden ser rechazadas cada vez más como "mercenarias" porque huelen a mercado, y el mercado es una esfera alejada del ámbito de la autoexpresión religiosa (incluso si está sujeto a las restricciones éticas de la Shari'a). Sin embargo, sería desaconsejable exagerar ésta conexión. El grupo que propuso con mayor claridad una ideología bien elaborada de donación "desinteresada" (y, por lo tanto, de devoción religiosa sin esperanza de recompensa mundana, o incluso del otro mundo) fueron los sufíes, cuyas actitudes distintivas hacia el regalo seguramente surgen de su agenda espiritual central más que de una experiencia del mercado.
Los eruditos saudíes de Najd apenas representan la vanguardia del desarrollo capitalista en el mundo islámico, pero se encuentran entre los más fervientes defensores de un modelo de racionalización religiosa. Probablemente sea mejor comprender la transformación de los modelos islámicos predominantes del individuo religioso en el contexto de una serie de factores convergentes, algunos de ellos estructurales y otros que reflejan las realidades contingentes del conflicto y el debate ideológico en curso.
La síntesis devocional premoderna imaginaba un mundo impregnado de lo sagrado. Las personas santas fallecidas, incluido el propio Profeta, (s.a.w.s.) estaban presentes personalmente para los fieles. Ni el tiempo ni el espacio impedían que el Profeta, (s.a.w.s.) estuviera disponible y respondiera a quienes lo bendecían y saludaban. El ciclo del calendario islámico también traía consigo oportunidades periódicas para la cosecha de bendiciones y la generación de méritos. La gente común podía acceder a lo sagrado con poca educación y un compromiso limitado con el cumplimiento sistemático de los requisitos de la ley islámica. El mundo imaginado por los oponentes contemporáneos del mawlid, en contraste, está en gran medida desprovisto de lo sagrado. No hay momentos ni lugares especiales disponibles como medios para acceder a lo sagrado; solo la obediencia constante a los mandamientos divinos ofrece esperanza de salvación. El Profeta, (s.a.w.s.) está distante tanto en el tiempo como (excepto para los visitantes de su tumba) en el espacio; no es una presencia transhistórica omnipresente, sinó un individuo histórico que falleció hace siglos y que será reencontrado directamente sólo en el Día de la Resurrección. En el presente, las únicas conexiones con lo divino son los textos y las ordenanzas sagradas que contienen; éstos funcionan como unas pautas de comportamiento, no como dividendos de talismanes salvíficos.
El tiempo es lineal y homogéneo.
En comparación con la cosmovisión devocionalista ejemplificada en las prácticas tradicionales del mawlid, ésta visión representa un desencanto radical para el mundo de los eruditos premodernos que tienden a reconocer una distinción entre las necesidades y las capacidades de los creyentes de élite y los comunes. Aunque teóricamente, todos los musulmanes tienen las mismas obligaciones religiosas básicas, las disparidades en el conocimiento y el compromiso religioso parecen haber sido reconocidas por los eruditos de ambos lados de la controversia. Si bien fue Ibn Taymiya quién abogó por que la práctica islámica se basara firmemente en la Sunnah del Profeta, (por ejemplo), él mismo reconoce que puede que no sea posible elevar a todos los musulmanes a éste nivel ideal de práctica. Embellecer un Corán con oro (es otro acto de devoción religiosamente sospechoso), aunque puede ser el acto más sinceramente piadoso que un individuo determinado probablemente realice. En éste caso, Ibn Taymīya reconoce que un acto de devoción "no canónico" puede ser genuinamente meritorio; Él aconseja que puede ser imprudente prohibir ciertas costumbres a menos que se pueda promover con éxito una alternativa más legítima. «Cosas que pueden ser aprobadas cuando son realizadas por algunas personas, serían desaprobadas si las realiza un creyente bien guiado (al-mu'min al-musaddad)». De igual manera, Ibn Hajar al-Haytamī distingue entre las prácticas de los musulmanes comunes y las de la élite. Reconociendo que el qiyam se realiza como expresión de reverencia hacia el Profeta, (s.a.w.s.), al-Haytamī afirma que la gente común está excusada de participar en él (al-'awāmm ma'dhürün li-dhālika). Los musulmanes eruditos, en cambio, deben evitar el qiyam para no difundir la idea errónea de que es legalmente recomendable. Si bien Ibn Nasir al-Dīn no invoca explícitamente una distinción entre la élite musulmana y la gente común, su análisis de la práctica devocional se caracteriza por una preocupación populista por las necesidades y los deseos del creyente común. Al analizar el valor pedagógico de la celebración del mawlid, al Rassā sugiere que sus lectores aprovechen la ocasión para involucrar no sólo a los niños, sinó también a las esposas y a la gente común (al-'awāmm).
Los autores modernos, por el contrario, tienden a asumir que todos los musulmanes están sujetos a los mismos estándares religiosos. La idea de que la práctica devocional puede ser una forma sincera, aunque pueda ser imperfecta, de expresión religiosa para los incultos o los poco sofisticados parece desaparecer del debate. Los opositores contemporáneos del mawlid pueden eludir los comentarios de Ibn Taymiya sobre éste tema no solo porque desean enfatizar sus argumentos más categóricos contra el mawlid, sinó porque asumen que una práctica islámica completa basada en la Sunnah es accesible para todos los musulmanes. Si los participantes en el debate contemporáneo sobre el mawlid yá no creen que los musulmanes comunes puedan participar legítimamente en formas menores (o menos fundadas) de práctica ritual, ésto puede reflejar los desarrollos modernos en la alfabetización y la educación religiosa. Ahora es posible imaginar que los estándares académicos de creencia y conducta con el surgimiento y el eclipse (parcial) de la tradición del mawlid no representan una trayectoria única y unidireccional. Si bien, las líneas generales de los desarrollos descritos aquí (que se centran en el mundo árabe, y en particular en Egipto, Siria y Arabia) probablemente sean aplicables a muchas otras partes del mundo islámico, sobre la legitimidad de las celebraciones del mawlid (y de los modelos de piedad que las sustentan) se negocia de diferentes maneras en diferentes contextos locales. Incluso en el ámbito examinado aquí, otros factores complican los desarrollos generales descritos.. aunque:
Después del famoso 11 de septiembre, que inspiraron a las autoridades saudíes a reexaminar algunos aspectos de su relación con la ideología wahabbita, se permitió que tanto el sufismo como las celebraciones del mawlid recuperaran parte de su vigencia pública. Muhammad ibn 'Alawī al-Malikī fue uno de los eruditos religiosos que fueron recientemente apreciados por los líderes saudíes en el período posterior al 11-S. Después de su fallecimiento en el 2004, altos dignatarios saudíes realizaron visitas de condolencia ampliamente publicitadas a su familia. Hasta el príncipe heredero 'Abd Allah (el futuro rey) fue citado declarando que al-Malikī "era fiel tanto a su religión como a su país"; como lo señaló un periodista occidental, "la rehabilitación de su legado estaría casi completa".
Assalamo Aleikum.