EL VÓRTICE ESENCIAL: SOY LA LUZ DENTRO DE LA LUZ. (Allah Ta'ala)
Todos los senderos espirituales que existen, son solamente una elaboración sobre un mismo tema: queremos volver a [nuestro] hogar; añoramos nuestro verdadero ser. Somos llamados a volver a nosotros mismos, y nuestra luz nos guía. El llamado es inolvidable y se hace eco en el anhelo del corazón desde el nacimiento.El corazón nos llama a volver a casa, despertándonos al conocimiento de la separación. Antes estábamos dormidos, placenteramente, éramos ignorantes de nuestra verdadera naturaleza. Pero ahora el amor nos ha sacado de nuestro sopor, y nos muestra lo que hemos perdido y el porqué nos urge encontrarlo. Sin embargo, si no conociéramos nuestro verdadero hogar, no lo buscaríamos, no sabríamos que estábamos separados. El hecho mismo de que estemos haciendo éste viaje, encarando nuestra oscuridad y nuestros miedos, significa qué, en nuestro interior, nosotros sabemos el lugar al cuál pertenecemos, un sitio que no está aquí, no en éste mundo, pero sin embargo, no está todavía en ningún otro lugar.. yá que aún la trompeta para el Juicio no ha sido usada y tanto el Paraíso como el espacio del fuego ígneo están vacíos y la balanza está en espera de la orden.
Nuestro anhelo nos llama a través de la oscuridad, y tira de la fina hebra de nuestra devoción. Y nuestros sueños, a menudo nos delinearán el camino, nos mostrarán el trabajo que necesita ser realizado. Para cada uno de nosotros, éste viaje es nuestro propio desarrollo interior único, y nuestros sueños visualizan ésta singularidad, hablándonos en el lenguaje de nuestra propia alma. Para algunos, el sendero es un descenso al inframundo, para otros, es un escalar sobre la montaña. Algunos soñantes encuentran un niño en sus brazos cuyos ojos tienen la luz de las estrellas, mientras que otros encuentran sólo ebrios locos que demandan todo su dinero e identificación. Éste niño vió el sendero en las poderosas imágenes de su propia vida y también el miedo a lo desconocido en las figuras sombrías que se cruzaban frente a él.
Muchos buscadores se desaniman ante la idea de confrontar su oscuridad. Nos gusta imaginar la vida espiritual como una dulzura y demasiada amabilidad, como el padre o la madre cariñosa.
El viaje de regreso a nuestro hogar nos lleva dentro de nuestra oscuridad, dónde descubrimos nuestra luz, la luz Superior que nos guía. Ésta luz está siempre aquí, siempre está dentro de nosotros, señalando el sendero mediante sueños e impulsos internos, es una silenciosa develación de nuestro viaje en el cual somos capaces por un momento de ver más claramente nuestra dirección. Ésta luz es el camino, el sendero que se revela, la guía que es dada. Luz sobre luz, y sin embargo es solo una luz, la luz de Su amor en nuestro propio corazón.
Y a pesar de que un grupo espiritual es de inmenso valor, el sendero místico siempre es un viaje que se tiene que hacer en solitario, de él solo al Él Solo. Nosotros únicamente podemos ser guiados por nuestra propia luz, únicamente nosotros podemos viajar adentro nuestro, y para cada uno de nosotros éste viaje es diferente, es un descubrimiento de nuestra esencia única. Ésta es la razón por la que los sufíes dicen que el maestro (Shaykh) externo siempre apunta al maestro interno, a la luz del Superior, y el objetivo del sendero es ser capaz de ser guiado en nuestra soledad primordial y ser sostenidos, viajando desde el aislamiento de nuestro propio ego a un sentido de pertenencia, de ser conocidos como somos verdaderamente. En éste sendero, tenemos que hacer todo un esfuerzo, más esfuerzo del que nunca creímos posible, y sin embargo, todo se recibe. Comprender ésto es de lo más desconcertante: la paradoja del sendero sin esfuerzo no existe. No puedes alcanzar el objetivo sin esfuerzo, y sin embargo tu propio esfuerzo no te llevará ni siquiera a la primera estación de paso. Por eso, son necesarias las ayudas y los consejos de la experiencia mística espiritual que tienen los Shaykhs auténticos.
Aquí yace el misterio de la entrega: hacemos todo lo posible, pero al final nosotros únicamente podemos entregarnos. Sólo Sus signos nos pueden llevar a través del umbral.
A un amigo se le explicó claramente ésto en un sueño oculto dentro del corazón. En el centro del corazón, lo que los sufíes llaman el corazón de corazones, se encuentra la luz del amor divino. Ésta luz le pertenece a Allah y está ubicada dentro del corazón con el propósito de iluminar el camino de regreso a nuestro Hogar. El caminante es quien camina por el sendero, y éste es guiado por la luz oculta que refulge dentro del corazón.
En nuestro mundo, hemos olvidado que el corazón le pertenece a Allah, y que el misterio del amor es Su misterio. El místico es quien recobra éste misterio, quien reconoce que el corazón le pertenece al rey del Amor. Como dijo el sufí del siglo décimo at- Tirmidhî:
"Allah puso el corazón en la cavidad del pecho humano, y le pertenece únicamente a Él. Nadie puede tener ningún derecho sobre el corazón. Allah Le sostiene entre Sus dedos, y nadie tiene acceso a él: ni un ángel ni un profeta, ningún ser creado en toda la creación. Solo Allah gira el amor que nos lleva al corazón de corazones, a la arena de Su amor donde Él sostiene el corazón de Su amante entre dos de Sus dedos, como se expresa en el Hadiz: "El corazón del devoto está sostenido entre los dos dedos del Misericordioso y Él lo gira como Él quiere". Algunas veces Él gira nuestro corazón hacia Sí y sentimos la ternura de Su intimidad, la dicha de Su cercanía. Nuestro corazón se derrite con la calidez de Su amor. Y algunas veces Él gira nuestro corazón lejos de Sí y experimentamos el desierto de la separación, el vacío frío de la desolación. Vivir con tú corazón sostenido entre Sus dedos tiene una intensidad de entrega en la cual eres totalmente dependiente de tú Amado. Te has puesto en Sus manos, no solamente en tú vida externa, sinó además en lo más profundo de tú corazón, que es el núcleo de tú ser."
Cuando el corazón está sostenido entre dos de Sus dedos, experimentamos un estado interior de entrega y oración. La oración mística tiene una cualidad de pertenencia y dependencia total que el amante vive y saborea en cada momento. Nuestro corazón le pertenece a nuestro Amado y Él hace con nosotros lo que Él quiere. Nos hemos entregado a Allah para que Él use nuestro corazón para Su propósito: como un lugar sagrado donde Él pueda revelarSe a Sí Mismo, donde el secreto de Su luz sobre la luz pueda tener lugar.
Con amor y devoción, abrillantamos el espejo de nuestro corazón; por medio del trabajo interior, limpiamos nuestro corazón de las impurezas. Cuanto más puro sea nuestro corazón, más podremos entregarnos, darnos a nuestro Amado, porqué son las impurezas de nuestro yo egoico lo que nos retiene, lo que nos vela de Allah. El agarre del ego es lo que nos impide entrar al espacio sagrado del corazón de corazones, donde sabemos que le pertenecemos a Allah e instintivamente estamos entregados. Cuando más trabajamos en nosotros mismos, más nos acercamos para experimentar éste secreto del corazón, éste estado natural del corazón. Por último, Su luz comienza a atravesar las nubes de nuestra percepción egoica, a dispersar las dudas y las dificultades que nos rodean y que absorben tanta de nuestra energía y atención. Entonces somos capaces de vislumbrar la maravilla de pertenecerle a Allah, y podemos entregarnos cada vez más completamente a ésta pertenencia, a éste milagro del amor místico.
En Su luz, vemos la luz de nuestra devoción, la hondura de nuestro anhelo. A medida que nuestros corazones se vuelven cada vez más transparentes, nuestro Amado los usa como un espejo, un espejo en el cual Él puede ver Su propia faz y reflejar Su luz en el mundo. Ésta es la esencia del servicio místico, de vivir en entrega y oración. "Hay servidores entre Mis servidores que Me aman, y Yo les amo, y Me anhelan, y los anhelo, y Me miran, y los miro... y veo lo que ellos soportan por Mí y escucho sus lamentaciones por Mi amor".
Su luz desciende a nuestro corazón, y la luz de nuestro amor, de nuestro anhelo y devoción, mira a nuestro Amado. Éste es el misterio esotérico de luz sobre luz: "La luz dentro del nicho del corazón, brilla la luz de Su amor. El viaje místico nos trae a éste lugar de devoción y oración, porque es Su voluntad. Él nos lleva de regreso a nuestro propio corazón."
Un amigo tuvo un sueño en el que se va de viaje a Turquía. ¿Hay algún riesgo en hacer éste viaje? El soñante ha dejado atrás una buena vida y sus buenos amigos y familia. En éste viaje se encuentra con los lugareños, los que están en armonía con lo natural, con el ritmo espiritual del lugar. Al mismo tiempo, hay unas "autoridades", que quieren intentan reprimir la actividad de los lugareños. A pesar del supuesto peligro y las dificultades, el soñante va con los lugareños y llega a un lugar en donde una luz brilla descendiendo desde la cima de una montaña. Y entonces ve que la luz correspondiente sale desde una roca que está a su lado, "como si un rayo láser pasara a su lado." La luz descendió al corazón, y la luz de nuestro amor, de nuestro anhelo y devoción, mira a nuestro Amado. Éste es el misterio esotérico de luz sobre luz: "La luz se eleva hacia la luz y la luz desciende sobre la luz, y es luz sobre luz". Hay un pasaje en el Corán (Sura 24:35) que los sufíes han interpretado como una metáfora de éste misterio del corazón:
"Luz sobre luz
Allah es la luz de los cielos y de la tierra.
Su luz puede ser comparada a un nicho en el cual se halla una lámpara; La lámpara se encuentra dentro de un recipiente de cristal; el cristal asemeja a una estrella resplandeciente encendida por un árbol bendito, un olivo que no proviene ni de Oriente ni de Occidente, cuyo aceite casi alumbra sin fuego que lo toque."
Los lugareños parecen estar tranquilamente recitando, y su recitación llena el paisaje. El sueño termina con una sensación de asombro y espiritualidad.
El soñante se había retirado recientemente de una exitosa vida corporativa, y el sueño describe un viaje para redescubrir su espiritualidad natural, a pesar de que involucra riesgos y dejar atrás los valores externos de "una buena vida y buenos amigos y familia". En su viaje por la zona, el soñante comienza a armonizarse con la vibración de la recitación de los lugareños y con su movimiento natural y espiritual que le hace su fluir en el camino. Éste es el ritmo natural del alma, en el que aprendemos a vivir en armonía con nuestro ser más profundo. Éstas son las recitaciones de los antiguos, que también pueden hacer el aplaudir feliz de las manos de un niño. Es la recitación feliz de la creación, el eterno "sí" que sumerge en la sangre, sin el cual no habría flores en los árboles ni luz en los ojos de un amante.
Ésta receta "recitación" es un estado de oración, una forma natural de ser en la cual Le honramos, pero que ha sido vedada por una cultura que lucha por dominar la naturaleza.
Hemos nacido para alabarLe, y en éste acto no estamos separados del resto de Su creación. Dentro de todo lo que está manifestado, puede oírse Su canción de amor.
El corazón contiene el órgano de nuestra consciencia espiritual, y el Yo Superior es su guardián. En la cámara más íntima del corazón existe un lugar que ningún ser humano puede alcanzar, ni siquiera quien amamos. La mente y el ego no pueden perturbar éste espacio o influenciarlo con deseo alguno. Le pertenece solamente a Él. Aquí, en nuestro corazón de corazones, estamos en constante estado de oración. Si la puerta del corazón está cerrada, perdemos el contacto con éste estado de comunión.
En la cultura Occidental extrovertida, los caminos espirituales del corazón se van olvidado. La intimidad del amor se ha vuelto un término sinónimo de pasión sexual, y la idea de un amante divino se encuentra únicamente en los mitos o en las fantasías de las novelas románticas. Una hermana soñó que ella estaba viviendo en la casa de sus padres, y su amante vino y llamó a la puerta, trayéndole un bouquet de flores. Abrió la puerta y lo invitó a entrar, pero no había ningún lugar donde pudiesen estar juntos a solas. Su amante interno había venido con los obsequios del amor, con los símbolos de su florecimiento espiritual. Pero para poder estar a solas con el deseo de su corazón y experimentar la ternura de Su caricia, ella necesitaba dejar la casa de su condicionamiento, donde no hay lugar para tal intimidad. El anhelo del corazón necesita un espacio de reclusión, un lugar para que la comunión espiritual se desarrolle y fructifique.
Cada uno de nosotros tiene que encontrar un espacio interior en donde no se nos perturbe con valores sociales que nos digan que debiéramos estar haciendo algo práctico y que la vulnerabilidad del corazón llevará sólo al dolor. Abriéndonos al amor, nos abrimos al dolor del amor tanto como a su dicha, pero éste es el precio de ser Su amante. Nos entregamos a un amor que no es propio del mundo, a un anhelo que nos llevará a nuestro verdadero hogar de alojamiento.
Un soñante ha realizado el viaje río arriba, a la fuente, a la raíz de la raíz de su propio ser. Aquí él atestigua el misterio de luz sobre luz, como una luz que brilla descendiendo desde la montaña y una luz correspondiente que asciende desde una roca próxima, mientras los ciegos sólo miran atentamente hacia las piedras de la montaña.
La luz que está al lado del soñante es la luz de su propio Yo interno que lo conecta con Su luz en la cúspide de la montaña. Por medio del fuego de nuestro anhelo, la luz dentro del corazón se eleva para encontrar Su luz y Su luz baja a encontrarnos. Éste es el secreto de la comunión mística, el viaje del alma de regreso a la fuente, como lo describe el sufí del siglo trece Najm al-Dîn:
El yo inferior [el ego] es el velo entre el Trono y el corazón. Cuando éste velo se rasga y se abre una puerta en el corazón, los que se asemejan fluyen el uno hacia el otro. La luz asciende hacia la luz y la luz desciende hacia la luz, "y es luz sobre luz" (Corán 24:35)
(Cada vez que el corazón suspira por el Trono, el Trono suspira por el corazón, de modo que ellos llegan a encontrarse.. Cada vez que una luz se eleva desde ti, una luz desciende hacia ti, y cada vez que una llama se eleva de ti, una llama correspondiente baja hacia ti.)
Cada uno de nosotros viene al mundo con una chispa [de luz] en el corazón, pero pronto la cubre el polvo del mundo. Entonces, cuando el momento es el correcto, el Amado mira a nuestro corazón y re-enciende la chispa de amor divino, y el misterio de la luz sobre luz comienza. La luz en el corazón asciende hacia Allah, creando el sentimiento de anhelo, y éste anhelo a su vez atrae Su luz. Cuanto más arde el anhelo dentro del amante, más atrae la atención del Amado: "Cada vez que el corazón suspira por el Trono, el Trono suspira por el corazón, de modo que llegan a encontrarse..". Éste es el secreto del dolor del corazón, y la razón de que el anhelo sea el hilo dorado que nos lleva de regreso a nuestro hogar. Dentro del corazón de Su servidor, Él se llama a Sí Mismo, y responde a Su propio llamado: "Respondo al llamado del que Me llama cuando Me llama." (Corán 2:186).
La llama del anhelo que arde dentro del amante es Su luz en el mundo. La llama abrillanta el espejo del corazón hasta que Él puede ver Su propia faz en el corazón de Su servidor. Éste abrillantar es el trabajo interior y el dolor del sendero que desgasta al amante hasta que queda únicamente el Amado.
El corazón es el vientre nutriente de nuestra espiritualidad. El corazón del amante le pertenece a su Amado, y es dentro del corazón que se concibe y nace el misterio de la unión. La luz de arriba y la luz de abajo se encuentran, y en éste encuentro, Él levanta los velos de separación y revela el secreto del amor divino; el amante experimenta estar unido a Allah. Mediante las lágrimas de nuestro anhelo, Él se hace presente a Sí Mismo dentro del corazón de Su amante, como lo expresó Rumi: "Sufrir por Él es un tesoro en mi corazón. Mi corazón es luz sobre luz, una bella María con Isa en el vientre".
<Nuestro trabajo es estar siempre atentos a las necesidades del amor. Con frecuencia, la gente tiene sueños en lo que dan a luz a los bebés, pero luego los descuidan.>
Assalamo Aleikum.