HABLANDO CLARO.
(Parte V)
Aunque quizá sea un poco simplista, desde una perspectiva espiritual sólo hay dos obligaciones en la vida. Si nos centramos en estas exigencias, todo lo demás, si Allah quiere, se solucionará por sí solo.
Éstas dos obligaciones son:
1) El buscar sinceramente la Verdad en todas las cosas;
2) vivir de acuerdo con lo que sabemos de la Verdad que hemos descubierto, en la medida de nuestra capacidad. Todas las demás facetas de la espiritualidad, yá sean de naturaleza exotérica (exterior) o esotérica (interior) no son más que detalles que se derivan de los dos principios anteriores y que son inherentes a ellos; dichos detalles están diseñados para ayudar a aprender a luchar por la realización de uno u otro de los principios antes mencionados, o que tienen por objeto aclarar y contextualizar la naturaleza de éstos principios. Por ejemplo, el buscar sinceramente la Verdad en todas las cosas implica, entre otras posibilidades, las siguientes cuestiones: ¿Cuál es la Verdad sobre nuestros orígenes? ¿Por qué estamos aquí? ¿Cuál es el propósito de la vida? ¿Cómo debemos emplear nuestro tiempo aquí? ¿Qué sucede después de que partimos de éste mundo? ¿Qué capacidades tenemos que nos permiten buscar sinceramente la Verdad? ¿Quién puede ayudarnos en ésta búsqueda? ¿Cómo podemos identificar a esas personas y por qué debemos confiar en ellas? ¿Cómo distinguimos entre la Verdad y la falsedad? ¿Qué problemas, dificultades y obstáculos podrían impedirnos cumplir con ésta obligación? ¿Cómo llegamos a heredar tal obligación y por qué debemos honrarla?
Por otra parte, vivir de acuerdo con la Verdad que hemos descubierto, lo mejor que podamos, implica cuestiones cómo: ¿qué capacidades tenemos que nos permitan cumplir con nuestra comprensión de la Verdad? ¿Qué pasa si nuestra comprensión de la Verdad es incompleta? ¿Cómo sabemos que estamos haciendo lo mejor que podemos? ¿Cuáles son las ramificaciones de no vivir de acuerdo con lo que sabemos de la Verdad? ¿Qué recursos están disponibles para apoyar todos nuestros esfuerzos por armonizar nuestra comprensión de la Verdad y nuestras acciones? ¿Pueden diferentes tipos de acciones estar en conformidad con la Verdad, o deben ser de naturaleza uniforme? ¿Elegimos ésta obligación o nos fue impuesta, o, posiblemente, ambas, simultáneamente, son verdaderas?
Si dejamos de lado cuestiones como las diferencias de vocabulario, estilos de expresión o influencias históricas y, en cambio, nos concentramos en lo esencial.. Si estudiamos las enseñanzas de las grandes tradiciones espirituales que se han manifestado a lo largo del tiempo y de un lugar a otro, si Allah quiere, llegamos a una conclusión muy interesante y, creo, que extremadamente significativa. Más concretamente, si estudiamos las tradiciones esotéricas del cristianismo, el judaísmo, el islam, el hinduismo, el budismo, el taoísmo y los pueblos indígenas, llegamos a comprender que las metodologías, los principios, las técnicas, las prácticas, los valores, etc., que se enseñan y se han enseñado, están todos dirigidos a ayudar al individuo a luchar por maximizar el potencial humano para buscar la Verdad y vivir de acuerdo con esa Verdad, tal y como se realiza lo mejor que podemos.
En las distintas tradiciones espirituales se aprende que la Verdad es Una; que la Verdad lo abarca todo; que la Verdad es universal; que la Verdad está en el interior; que la Verdad está más allá de todas las palabras y los conceptos; que la Verdad se manifiesta en todas partes; que todas las cosas se miden por la Verdad; que la Verdad es eterna; que la Verdad es la que gobierna todos los niveles del Ser; que la Verdad es independiente de la comprensión, y que la comprensión depende de la Verdad. En las distintas tradiciones místicas se enseña que para alcanzar la Verdad, así como para trabajar por vivir de acuerdo con las dimensiones de la Verdad alcanzadas, es necesario: purificarse; vaciarse; volverse receptivo y abierto; deben de transformarse aquellos aspectos internos que se oponen a la Verdad o se rebelan contra ella; luchar contra aquellas fuerzas que buscan socavarla, etc.
En las tradiciones espirituales, las cualidades como la humildad, la bondad, la compasión, la sinceridad, la nobleza, el coraje, la firmeza, la paciencia, el amor, la generosidad, el altruismo, la honestidad, la justicia, la tolerancia, el perdón, el autosacrificio, la gratitud, el recuerdo, el conocimiento, la certeza, la fe, la devoción, la confianza, el arrepentimiento, la aspiración espiritual, la confianza y el equilibrio se buscan no solo por su capacidad de ayudarnos a adquirir una condición que conduzca a la realización de la Verdad, sinó también por su capacidad de ayudarnos a vivir de acuerdo con la naturaleza de la Verdad y de acuerdo con nuestra capacidad para hacerlo. De manera similar, en las tradiciones místicas, cualidades como la ira, los celos, la codicia, el odio, el egoísmo, la calumnia, el orgullo, la terquedad, la mentira, el engaño, la crueldad, la opresión, la sospecha, la lujuria y la injusticia deben de evitarse, controlarse o eliminarse precisamente porqué interfieren tanto con una búsqueda sincera de la Verdad como con nuestra capacidad de vivir de acuerdo con cualquier grado de Verdad que pudo haberse realizado.
En todas las tradiciones espirituales, el grado de libertad que disfrutamos está en función directa con el grado en que nos damos cuenta de la presencia de la Verdad como para actuar de acuerdo con esa presencia. A través de la espiritualidad, logramos el bien precisamente en la medida en que realizamos la Verdad y actuamos de acuerdo con la naturaleza de dicha Verdad.
En todas las tradiciones espirituales, para poder expresar el propósito de nuestra vida, debemos buscar sinceramente la Verdad y vivir en armonía con sus exigencias. En todas las tradiciones espirituales, nuestra felicidad depende del grado en que busquemos la Verdad y nos propongamos realizar acciones que reflejen esa Verdad. En todas las tradiciones místicas, el conocimiento, la autorrealización y el desarrollo del potencial esencial están todos vinculados a la búsqueda sincera de la Verdad, junto con la actuación en concordancia con esa Verdad.
En las distintas tradiciones espirituales, las etapas, estados, experiencias, condiciones y estaciones del viaje espiritual son todos indicadores de hasta qué punto hemos comprendido la Verdad y hasta qué punto nuestras acciones reflejan esa Verdad. En las distintas tradiciones espirituales, los retrasos, las lagunas, los problemas, las dudas, los errores y los malentendidos son todos un reflejo de hasta qué punto no hemos buscado sinceramente la Verdad y/o no hemos vivido de acuerdo con lo que se conoce de la Verdad.
Todas las tradiciones espirituales auténticas de todos los tiempos, independientemente de los nombres que se les den, coinciden en que existe un único camino seguro para buscar y comprender la Verdad, así como para adaptar las acciones a ella. Éste camino es el del aprendizaje con un maestro, guía, Shaykh o instructor espiritual que esté autorizado.
<Nadie, por sí solo, puede llegar a la Verdad en ningún sentido esencial y último sin el beneficio de la asistencia, el consejo, el apoyo y la protección directa de una manifestación autorizada de la guía Divina. Nadie tiene la capacidad, por sí solo, de llevar a cabo acciones que cumplan plenamente con los requisitos de la Verdad.>
La comprensión de la Verdad y la manera en que la identidad, la esencia, el Ser, el potencial y el propósito son manifestaciones de la Verdad se logran mediante una transmisión espiritual directa que transforma al individuo, de alguien que es ignorante a alguien que sabe; de alguien que peca a alguien que es puro. No existe ningún trabajo conceptual, lectura o trabajo individual, considerado de manera aislada en la mencionada transmisión directa de transformación, que sea capaz de alcanzar la Verdad o vivir de acuerdo con esa Verdad.
[Es necesario hacer esfuerzos individuales. Es necesario soportar la batalla individual.]
Sin embargo, éstos esfuerzos y ésta batalla no "causan" la transformación espiritual de una persona. En el mejor de los casos, la colocan, si Allah quiere, en una posición de estar preparada para recibir esa gracia o bendición que puede transmitirse a través del lugar de manifestación conocido como maestro o guía y qué, por sí sola, es la condición suficiente para llevar a un individuo a la realización espiritual y al tipo de conducta concomitante que está en conformidad con la Verdad a la que dicha realización espiritual da lugar de expresión.
Para un buscador del camino espiritual, la cuestión no es si uno debe alinearse con ésta o aquella religión. Más bien, la cuestión crítica es si uno puede o no encontrar, ser presentado o "darse" cuenta de un Shaykh espiritual que haya sido autorizado para servir como un lugar de manifestación a través del cual el tipo requerido de transmisión espiritual sea capaz de ser transmitido bajo las circunstancias apropiadas de esfuerzo sincero por parte del buscador. In shaa Allah.
La verdad no tiene que ver con nombres, etiquetas, ideas, conceptos, opiniones, condicionamientos, contingencias históricas, teorías, sesgos o prejuicios. El camino de la Verdad es ahora el mismo que siempre ha sido.
Los agentes autorizados de éste "camino" han sido los Libros Divinos de la Revelación, la tradición Profética y las personas espiritualmente realizadas que han sido amigas de esa tradición. Si no fuera así, no habría habido necesidad de la Revelación, de los Profetas ni de aquellos que fueron seguidores cercanos de los Profetas. Éstos últimos existen porqué el camino de la Verdad los llama al servicio en esa capacidad.
<No se puede elegir cualquier camino y llamarlo "el camino" de la Verdad. Además, no se puede señalar a cualquier persona y referirse a ella como un guía espiritual del camino místico.>
Uno está limitado por lo que, de hecho, es la Verdad. Pero, si uno elige un camino y un guía que son, por la Gracia de Allah, manifestaciones del camino de la Verdad, entonces, independientemente del nombre que pueda estar asociado con ese camino y guía, uno ha ganado el acceso a una puerta sin puerta que marca un punto autorizado de entrada al camino de la Verdad.. depende también de mirar, sobre la autenticidad de un camino y de si ese camino constituye una espiritual transformación, en lo que respecta al acceso y la realización de la Verdad esencial. Si un camino es auténtico -en el sentido de haber sido autorizado- se nota en uno mismo después de un tiempo de prueba y examen, el seguimiento nos tiene que dar el cambio o las sospechas.. la intuición y la ayuda de Allah también nos enseñan en qué lugar nos encontramos.
Si un camino dado es auténtico, es decir, que ha sido autorizado y aprobado por la Divinidad como Camino a la Verdad esencial, entonces uno tiene la oportunidad de cumplir, si Allah quiere, con las *dos obligaciones básicas de la vida. *(Ver al comienzo).
En un camino no auténtico, es decir, que no ha sido autorizado y aprobado por la Divinidad como Camino a la Verdad esencial, uno se encontrará asediado por un obstáculo mayor con respecto al cumplimiento de las dos obligaciones básicas de la vida.
La cuestión precedente no puede resolverse mediante las argumentaciones científicas, teológicas, conceptuales o filosóficas, y los miles de años de futilidad resultantes de los intentos racionales de hacerlo sólo sirven para demostrar éste hecho. No obstante, sería bueno reflexionar muy detenidamente sobre el siguiente punto: a saber, como se señaló anteriormente en éste artículo, han surgido diversas tradiciones espirituales en unos contextos aparentemente dispares de tiempo, lugar, historia, cultura, idioma y pueblos que han mostrado un notable grado de acuerdo, no sólo sobre lo que constituyen las obligaciones fundamentales de la vida, sinó también sobre cómo uno debe de cumplir con esas obligaciones.
Assalamo Aleikum.