LA ENERGÍA MÁS ANTIGUA Y PRIMORDIAL ES LA LUZ ESPIRITUAL.
La teoría de la evolución espiritual no es idéntica a la teoría científica de la evolución-vital física; debe ubicarse con su justificación inherente: {se puede aceptar el enfoque científico de la evolución física como ejemplo o elemento}, pero el ejemplo no resulta indispensable. La teoría científica se ocupa sólo de la maquinaria y de aquellos procesos externos que son visibles, con el detalle de la ejecución de la Naturaleza, el desarrollo físico de las cosas en la Materia y en la ley del desarrollo de la vida, la mente en la Materia, etcétera; su enfoque del proceso puede haber cambiado considerablemente o puede haber caído por completo ante la luz de un novedoso descubrimiento, pero eso no afectará el hecho autoevidente de una evolución espiritual, de una evolución de la Conciencia, de una progresión de la manifestación del alma en la existencia material. En sus aspectos externos, (y/a ésto es a lo que llega la teoría de la evolución en la escala de la existencia terrestre), hay un desarrollo de las formas, de los cuerpos, una organización progresivamente compleja y competente de la materia, de la vida en la materia, de la conciencia en la materia viviente; en ésta escala, cuando más organizada está la forma, resulta más capaz de alojar una vida y una conciencia mejor organizada, más compleja y capaz de estar más desarrollada y evolucionada. Una vez planteada la hipótesis evolutiva, (y una vez orientados los hechos fundamentales), éste aspecto de la existencia terrestre se torna tan asombroso que parece indiscutible. La precisa maquinaria mediante la cual ésto se cumple o la genealogía exacta o sucesión cronológica de los tipos del ser es secundaria, aunque en sí misma resulta una cuestión interesante e importante; el desarrollo de una forma de vida que procede de la lucha por la vida, de la sobrevivencia de las características adquiridas que puede o no aceptarse, pero el hecho de una creación sucesiva con un plan en desarrollo es la única conclusión que tiene el carácter de una consecuencia primaria. Otra conclusión autoevidente consiste en que hay una graduada sucesión necesaria en la evolución, primero la evolución de la Materia, luego la evolución de la Vida en la Materia, después la evolución de la Mente en la Materia viviente, y en ésta última etapa una evolución animal seguida por una evolución humana. Los primeros tres términos de la sucesión son demasiado evidentes como para resultar discutibles. Puede argüirse sobre si existió una sucesión del hombre hacia el animal o un desarrollo inicial que fuese simultáneo, el hombre superando al animal en la evolución mental; se expuso una teoría en el sentido de que el hombre no fue la última de las especies animales sinó la primera y más antigua. Ésta prioridad del hombre es una antigua concepción, pero no fue universal.. nació del sentido de una clara supremacía del hombre entre las criaturas terrestres, de la dignidad de ésta supremacía que parece exigir prioridad de nacimiento: pero según el hecho evolutivo, lo superior no antecede sinó que es posterior en la aparición, lo menos desarrollado precede a lo más desarrollado y lo prepara. De hecho, la idea de la prioridad de las formas vitales inferiores no está ausente por completo en el pensamiento antiguo. Aparte de los enfoques místicos de la creación, descubrimos yá en el pensamiento antiguo y medieval algunas expresiones en favor de la prioridad del animal sobre el hombre durante la sucesión temporal en un sentido que concuerda con la moderna concepción evolutiva. Uno de los sabios declara: que el Espíritu tras decidir la creación de la vida primero formó géneros animales como la vaca y el caballo, etc.. [según el pensamiento de la india], y que son poderes de la Conciencia y poderes de la Naturaleza, pero hallaron que eran unos vehículos insuficientes, y el Espíritu finalmente creó la forma humana que se consideró de excelente factura y suficiencia, entrando en ella para sus funciones cósmicas. Ésta es una clara parábola de la creación de las formas cada vez más desarrolladas hasta que se descubrió que una era capaz de alojar a una Conciencia desarrollada. En los escritos antiguos de la india se afirma: que la creación animal fue la primera en el tiempo para el principio de la inercia de la conciencia y la fuerza: una conciencia torpe, inactiva e incompetente en su progreso por carecer de la fuerza o energía-vital que es indolente y limitada en su capacidad, ligada a un estrecho ámbito de impulsos instintivos, que no se desarrollan ni se afanan hacia una mayor acción cinética o una acción luminosamente más consciente, y le asignaron la misma categoría animal en el que está menos desarrollada la fuerza de la conciencia, siendo primero en la creación; y que la más desarrollada es la conciencia humana, en la que hay una fuerza mayor de energía-mental cinética y luz de percepción.
Esa concepción de formas vitales, vegetales y animales son como los peldaños inferiores de una escalera, la humanidad es como último o culminante desarrollo del ser consciente, la forma que el alma ha de habitar en orden a ser capaz de la motivación espiritual y el resultado espiritual de la mentalidad, de la vida y de lo físico. Ésta es ciertamente la concepción normal y se recomienda tan vigorosamente ante la razón y la intuición que difícilmente necesita discutirse en su conclusión que resulta casi inesquivable.
Es contra éste fondo (de un proceso evolutivo en el desarrollo) que hemos de mirar al hombre, su origen y primera aparición, sobre su estado de la manifestación. Aquí hay dos posibilidades; o tuvo lugar una repentina aparición de un cuerpo y conciencia humanos en la naturaleza terrena, o una creación o manifestación independiente dió lugar a la mentalidad razonante en el mundo material. Lo que es certero, es que ha existido una preparación con sus etapas de desarrollo y con vigorosos saltos en los puntos decisivos de la transición. La última teoría no ofrece dificultad: pues es cierto que los cambios de características en el tipo, aunque no del tipo fundamental mismo, pueden producirse en especie o género y ciertamente ésto yá fue hecho por el hombre mismo con sus posibilidades y estructuras a pequeña escala. Conscientemente, la Naturaleza también podría efectuar operaciones de larga escala, y de ésta índole, y así provocar considerables y decisivos desarrollos por medio de sus propias convenciones regeneradoras. La condición necesaria para el cambio del carácter animal normal al humano de la existencia sería un desarrollo de la organización física que capacitaría una rápida progresión, una reversión o giro de la conciencia, un alcanzar una nueva altura y una contemplación desde las etapas inferiores, una elevación y ampliación de la capacidad que capacitaría al ser para asumir las viejas facultades animales con una inteligencia mayor, más práctica y humana, y al mismo tiempo o después para desarrollar poderes mayores y más sutiles propios del nuevo tipo de ser, poderes de razón, reflexión, observación compleja, inventiva organizada, pensamiento y descubrimiento. Si hay una Conciencia-Fuerza emergente no habría dificultad en la transición, siempre que medie el elemento, excepto en la dificultad de la obstrucción y resistencia de la inconciencia material. Recordemos, que el hombre se denomina homo-sapiens yá que tiene algunas de las cualidades correspondientes en una escala limitada.. sin embargo, los animales, sólo tienen acción en una rudimentaria organización burda y simple, con unas perspectivas y plasticidad inferiores, con un gobierno más estrecho y casual de la facultad; pero en especial, el funcionamiento de éstas facultades mecánicas, se han marcado con la impronta de un automatismo de la Energía Natural, y que lo
Natural pone en movimiento la conciencia primitiva y no, como en el hombre, que es una Energía consciente que observa y, en gran medida, dirige y gobierna y deliberadamente cambia o modifica sus propias operaciones y tránsitos. Los hábitos animales de la conciencia no son fundamentalmente diferentes del hombre; todo cuanto tiene que hacer es desarrollarlo y agrandarlos en un nivel mental superior y, en lo posible, mentalizarlos, refinarlos, sutilizarlos.. en pocas palabras, procurarles la iluminación de su nueva capacidad comprensiva e intelectual y de un poder de razonado control que se niege al animal. Una vez efectuado éste cambio o reversión, el poder de la mente humana para trabajar sobre sí y las cosas, para crear, conocer y especular, se desarrollaría en el curso de su evolución, aunque, como resulta concebible, al principio fueran pequeños en perspectiva, más próximos al animal, aún comparativamente simples y burdos en su accionar. Tal reversión se operó en cada transición radical de la Naturaleza: la fuerza-vital que emerge se vuelca sobre la materia, impone un contenido vital en las operaciones de la Energía mental mientras que también desarrolla sus propios y nuevos movimientos y operaciones; la mente-vital emerge en la fuerza-vital y la Materia e impone su contenido de la conciencia en las operaciones mientras que también desarrolla su propia acción y facultades; un nuevo emerger y una nueva reversión, el emerger de la humanidad, que está alineada con los precedentes de la Naturaleza; sería una nueva aplicación del principio general.
Ésta teoría es, por lo tanto, fácil de aceptar: su funcionamiento resulta inteligible. Pero la otra hipótesis presenta considerables dificultades. Por el lado de la conciencia, la nueva manifestación, la humana, puede importar como surgimiento de la Conciencia oculta de la involución en la Naturaleza universal. Pero en ese caso debe haber tenido alguna forma material yá existente para su vehículo del emerger, adaptándose el vehículo mediante la fuerza del emerger mismo a las necesidades de una nueva creación; o una rápida divergencia de los tipos o patrones físicos anteriores que puede haber introducido un nuevo ser en la existencia. Pero cualquiera que sea la hipótesis que se acepte, ésto significa un proceso evolutivo y -hay sólo una diferencia en el método y la maquinaria de la divergencia o transición. O puede haber, por el contrario, no un surgimiento sinó un descenso de la mentalidad desde el plano mental por encima de nosotros, tal vez el descenso de un ser anímico o mental en la Naturaleza terrestre. La dificultad consistiría entonces en la aparición del cuerpo humano, demasiado complejo y difícil órgano como para que se cree o manifieste repentinamente; pues tal milagrosa velocidad en el proceso, aunque sea muy posible en un plano supra-físico del ser, no parece figurar entre los posibles o potenciales normales de la Energía material. Entonces sólo podría ocurrir allí por intervención de una fuerza o ley supra-física de la Naturaleza o por un ente Creador que actúa con pleno poder y directamente sobre la Materia. Una acción de una Fuerza supra-física y un Creador pueden aceptarse en cada nueva aparición en la Materia; cada aparición es en el fondo un milagro operado por una Conciencia secreta sostenida por una velada Energía Mental o Energía Vital: pero en ninguna parte se ve que la acción sea directa, abierta o auto-suficiente; siempre es super-impuesta sobre una yá realizada base física y actúa por extensión de algún establecido proceso de la Naturaleza.. aunque parece necesaria la intervención consciente de un invisible Ser para formar el cuerpo que pretende habitar (aliento) o un desarrollo previo de un ser mental en la Materia misma, y que yá estuviera listo para recibir un poder supra-físico y para imponerlo en la rígida y estrecha fórmula de su existencia física. De otro modo, debemos suponer que hubo un cuerpo preexistente yá evolucionado como para adecuarse a la recepción de un vasto influjo mental o capaz de una flexible respuesta al descenso en él de un ser mental. Pero ésto supondría una previa evolución de la mente en el cuerpo hasta el punto en que tal receptividad resultaría imposible. Es muy concebible que tal evolúción (desde abajo) y tal descenso (desde arriba) cooperen en la aparición de la humanidad sobre la naturaleza-terrena. La entidad física o Naturaleza también tendría un Creador.. el resultado de la hipótesis que manejan en la india es el mismo, aunque se antepongan los resultados de un proceso de evolución.. alguien Superior tiene que ser el que moviliza tal proceso evolutivo, con el plano Superior interviniendo solamente para ayudar a la aparición y ampliación de su propio principio en la Naturaleza terrestre. Así entonces, (se puede comprender), cada tipo o patrón de conciencia y ser en el cuerpo, y que una vez establecido, ha de ser fiel a la ley del ser de ese tipo, a su propio diseño y regla natural. Pero muy bien puede ser también, que parte de la ley del tipo humano sea su impulso hacia la autosuperación, que es un medio para una transición consciente y que haya sido provisto de los poderes espirituales del hombre; la posesión de tal capacidad puede ser parte del plan sobre el cual la Energía Creadora ha de construirlo. Puede concederse, que lo que el hombre ha hecho principalmente hasta ahora, es actuar dentro del círculo de su naturaleza, en una espiral de movimiento natural, a veces descendente, otras veces ascendente y que no hubo línea recta de progreso, ni indiscutible, fundamental o radical superación de su naturaleza pasada: lo que él hizo fue aguzar, sutilizar, hacer un uso cada vez más complejo y práctico de sus capacidades. En verdad no puede decirse que no haya habido algo como un progreso humano desde la aparición del hombre, o incluso en su averiguable historia reciente; pues por más grandes que hayan sido los antiguos, por más supremos que hayan sido algunos de sus logros y creaciones, por más impresionantes que resulten sus poderes espirituales, intelectuales o de carácter, ha habido en los últimos desarrollos una creciente sutileza, complejidad, múltiple evolución del conocimiento y mayor posibilidad en los logros humanos, en su política, sociedad, vida, ciencia, metafísica, conocimiento de toda índole, arte literatura; incluso en su esfuerzo espiritual que el de los antiguos ha habido ésta creciente sutileza; plasticidad, sondeo de profundidades, agudo descenso temporal de cierto oscurantismo, ceses del impulso espiritual, inmersiones en un bárbaro materialismo natural; pero éstos son fenómenos temporales, y en el peor grado, es una curva descendente de la espiral del progreso. Éste progreso no hizo ciertamente que la raza se trascendiera, en una autosuperación, en una transformación del ser mental. Pero eso no era de esperar; pues la acción de la Naturaleza evolutiva en un tipo de ser y conciencia consiste primero en desarrollar el tipo hasta su capacidad máxima mediante una sutilización y creciente complejidad hasta que esté lista para surgir del caparazón, hasta el madurado emerger decisivo, hasta la reversión, hasta el giro de la conciencia sobre sí misma que constituye una nueva etapa en la evolución. Se supone que su paso siguiente es el ser espiritual y supra-mental, la acentuación de la espiritualidad en la raza puede tomarse como un signo de que esa es Su intención.. y también es un signo de la capacidad del hombre para operar en sí mismo y ayudarla a operar en la transición. Si la aparición en el ser animal de un tipo similar en algunos aspectos al simio, pero yá desde el principio dotado de los elementos humanos o fuera del método de la evolución humana, la aparición en el ser humano de un tipo espiritual que se parezca a la humanidad mental-animal pero con el sello de la aspiración espiritual en él.. sería obvio el signo de la Naturaleza para la producción evolutiva del ser espiritual y supramental.. pero el simio sigue siendo un simple simio incapaz de progresar con la graduación humana. Debe preservarse, por tanto, que hay realmente un ascenso del alma a través de grados evolutivos, pero la cima espiritual le corresponde al ser humano, pues de lo contrario, faltarían todos los pasos intermedios.
Debe concederse en éste punto, de que no existe la posibilidad de que toda la raza humana se eleve en bloque al nivel supramental; lo que se sugiere no es tan revolucionario ni asombroso, sinó sólo la capacidad en la mentalidad humana, cuando ha alcanzado cierto nivel o cierto punto de acentuación del ímpetu evolutivo, de presionar en pos de un plano superior de la conciencia y de la corporación en el ser. El ser necesariamente sufrirá por ésta corporación de un cambio de la constitución mental, emocional y sensitiva y también, en gran medida, de la conciencia-corporal y del acondicionamiento físico de nuestra vida y energías; pero el cambio de la conciencia, será el factor principal para el movimiento inicial, como consecuencia de esa transmutación de la conciencia, seguirá siempre siendo posible para el ser humano cuando la llama del alma, la chispa psíquica, adquiera potencia en el corazón y la mente y la naturaleza esté preparada. La aspiración espiritual es innata en el hombre; pues él, a diferencia del animal, es consciente de la imperfección y limitación y siente que hay algo por conseguir más allá de lo que actualmente es: éste impulso en pos de la autosuperación no es probable que muera jamás por completo en la raza humana. El estado mental humano estará siempre allí, pero estará allí (no sólo como un grado en la escala del renacimiento), sinó también como un paso abierto en pos del estado espiritual y supramental.
Debe observarse que la aparición de la mente y el cuerpo humano sobre la tierra marca un paso crucial, un cambio decisivo en el curso y proceso de la evolución; no es meramente la continuación de viejos alineamientos. Hasta entonces, éste advenimiento de la desarrollada mente pensante en la evolución de la Materia se ha efectuado (no mediante la autoconsciente aspiración, intención, voluntad o búsqueda del ser viviente), sinó subconsciente o subliminalmente mediante la operación automática que la Naturaleza dispone. Ésto ocurrió así desde la Inconciencia y la Conciencia secreta y no ha emergido lo suficiente desde ella como para operar a través de la autoconsciente y participante voluntad individual de la criatura viviente. Pero en el hombre el cambio necesario se ha efectuado.. el ser despertó y cobró conciencia de sí mismo; se manifestó en la Mente su voluntad de desarrollarse, crecer en el conocimiento, profundizar en la existencia interior y ampliar la exterior, e incrementar las capacidades de la naturaleza. El hombre ha visto que puede haber un estado superior de la conciencia por encima del propio; él está allí en sus porciones de mente y vida, la aspiración de superarse se libera y se articula dentro de él: devino consciente de un alma, descubrió el yo y el espíritu. En él, entonces, la sustitución de una evolución consciente por una subconsciente se tornó concebible y practicable, y bien puede concluirse que: la aspiración, el impulso y el persistente esfuerzo, es un signo seguro de la voluntad Creadora en pro de una vía superior de realización, del emerger a un estado más elevado.. solamente, hace falta pulir un poco más lo que yá existe y dejar que resplandezca con todo su fulgor.
En las etapas de la evolución humana, la primera preocupación de la Naturaleza y el primer esfuerzo tuvieron que dirigirse en pos de un cambio en la organización física, pues sólo de ese modo podría haber un cambio de la conciencia; ésta fue la necesidad impuesta por la insuficiencia de la fuerza de la conciencia yá en formación para efectuar cambios en el cuerpo. Pero en el hombre, esa reversión es posible y ciertamente inevitable: pues es a través de su conciencia, a través de la transmutación y no a través de un nuevo organismo corporal (como primera instrumentación) que la evolución puede y debería de efectuarse. En la realidad interior de las cosas siempre ha habido una significación espiritual y el cambio físico fue sólo algo instrumental; pero ésta relación fue ocultada por el primer equilibrio anormal de dos factores, el cuerpo de la Inconciencia eterna sobrecargando y oscureciendo en importancia al elemento espiritual, al ser consciente. Pero una vez corregido el equilibrio, yá no es el cambio corporal el que deba preceder al cambio de la conciencia; la conciencia misma por su trasmutación necesitará y operará sobre cualquier mutación necesaria para el cuerpo. Ha de notarse que la mente humana yá demostró su capacidad para auxiliar a la Naturaleza en la evolución de nuevos tipos de vegetales y de animales con nuevas formas adecuadas a su medio y su desarrolló mediante el conocimiento y disciplina, con considerables cambios en nuestra mentalidad. No es una imposibilidad que el hombre ayude a la Naturaleza conscientemente también en su propia evolución y transformación espiritual y física. El impulso hacia ella está yá (y es parcialmente efectivo), aunque aún está incompletamente entendido y aceptado por la mentalidad superficial; pero un día podrá entender, profundizar más dentro de sí y descubrir el medio, la energía secreta, la deliberada operación de la Conciencia y la Fuerza interior que es la realidad oculta de lo que llamamos Natura Divinae.
Éstas son conclusiones a las que se puede arribar incluso partiendo de la observación de los fenómenos externos de la progresión de la Naturaleza, de su evolución superficial del ser y de la conciencia en el nacimiento y en el cuerpo físico. Pero está el otro, el factor invisible; está el renacimiento, el progreso del alma mediante el ascenso de un grado al otro de la existencia evolutiva, y en los grados hacia tipos cada vez más elevados de instrumentación corporal y mental. En ésta progresión, la entidad psíquica está aún velada, incluso en el hombre el ser consciente mental, por su instrumento, por la mente, la vida y el cuerpo; siendo incapaz de manifestarse plenamente, pues está refrenada de tomar la delantera y presentarse como dueña de su naturaleza, obligada a someterse a cierta determinación por esos instrumentos. Pero en el hombre, la parte psíquica de la personalidad es capaz de desarrollarse con una rapidez mucho mayor que en la creación inferior, puede llegar el tiempo en que la entidad anímica esté próxima para que emerja desde detrás del velo en lo abierto y que se convierta en el dominante de su instrumentación en la Naturaleza. Pero ésto significará, que el secreto del espíritu inmanente estará a punto de emerger; y, cuando emerja, difícimente podrá dudarse de su demanda, y será, tal y como cuando se sufre la influencia psíquica interior, de una existencia más divina y más espiritual. En la naturaleza de la vida, tú barrera, es donde la mente se convierte en instrumento de la Ignorancia; ésto, sólo puede afectar mediante un cambio de la conciencia, una transición desde un fundamento en la Ignorancia hasta un fundamento en el Conocimiento, desde la conciencia mental hasta la supramental y desde una supramental instrumentación de la Naturaleza.
No hay validez concluyente en el razonamiento del porqué éste es un mundo de la Ignorancia, y que tal transformación sólo puede lograrse mediante un pasaje al cielo más allá o no puede lograrse de modo alguno y la demanda de la entidad psíquica es ella misma algo ignorante y debe ser reemplazada por una fusión del alma en el Absoluto. Ésta conclusión sólo podría ser válida si la Ignorancia fuese el significado total, la sustancia o poder de la manifestación del mundo o si no existiese el elemento en la Naturaleza-del-mundo mismo a través del cual pudiese superarse la mentalidad ignorante que aún agobia nuestro estádo actual del ser. Pero la Ignorancia es sólo una porción de ésta Naturaleza-del-mundo; no es todo de ella, ni del poder original o creador: está en su origen sobre el Conocimiento autolimitador (e incluso) en su origen inferior, su emerger de la pura inconciencia material, es una Conciencia suprimida que pugna por descubrirse, por recobrarsė, por manifestar el Conocimiento, que es su verdadero carácter, como el fundamento de la existencia. En la Mente universal misma hay ámbitos por encima de nuestra mentalidad que son instrumentos de la verdad, la cognición cósmica, y en éstos el ser mental puede surgir con seguridad; pues yá surge hacía ellos en condiciones supernormales o recibe de ellos, sin aún conocerlos ni poseerlos, intuiciones, intimaciones espirituales, grandes influjos de iluminación o una capacidad espiritual. Todos éstos ámbitos son conscientes de lo que está más allá de ellos, y el más Excelso está abierto directamente a la Verdad que lo trasciende. Más aún, en el ser evolutivo mismo, aquellos poderes mayores de la conciencia están aquí, sosteniendo a la verdad-mental, subyaciendo en su acción que los oculta; ésta Verdad, sostiene a la Natura mediante su presencia secreta: incluso, la verdad de la mente es su resultado, una operación disminuida, una representación de anagramas parciales. Es por lo tanto (no sólo natural) sinó que parece inevitable que éstos poderes superiores de la Existencia se manifiesten aquí en la Mente como en la Vida.
El impulso del hombre hacia la espirtualidad es la puja interior del espíritu dentro de él en pos del emerger; la insistencia de la Conciencia-Fuerza del ser en pos del paso siguiente de su manifestación. Es cierto que el impulso espiritual ha sido en gran medida de otro mundo y volcado a su extremo en pos de una negación espiritual y autoaniquilación del individuo mental; pero éste es sólo un lado de su tendencia mantenida hecha dominante por la necesidad de partir del reino de la Inconciencia fundamental, vencer el obstáculo corporal, despojarse de lo vital oscuro, liberarse de la mentalidad ignorante, de la necesidad de lograr principalmente el rechazo de todos éstos impedimentos del ser espiritual, y del estado espiritual. El otro lado dinámico del impulso espiritual, no estuvo ausente en la aspiración de dominio espiritual y mutación de la Naturaleza, de perfección espiritual del ser, de la Espiritualidad de la mente, del corazón y del cuerpo mismo: incluso existió el sueño o la previsión psíquica de una realización que supera la transformación individual, de una nueva tierra y un nuevo cielo, de un Jardín, de un divino descenso en la tierra, de un reino en lo espiritualmente perfecto, un reino divino.
"El ser espiritual tiene la indicación que contiene el impulso del interior oculto.. pero tiene que transcender de la naturaleza terrena oscura para que suceda el nacimiento y que el desenvolvimiento espiritual se fundamente."
"El hombre se afana por éstos medios y tiene el suficiente conocimiento: en él, el espíritu entra en su supremo estado.. Satisfechos con el conocimiento, habiendo instruido su ser espiritual, los Sabios, en unión con el ente espiritual, alcanzan a entrar en el Todo."
Una vez que se libera interiormente, pueden desarrollarse en la mente los estados superiores del ser que son su propia atmósfera y atraen una energía y acción supramentales que resultan apropiadas para la Verdad de la conciencia. Sería la verdadera acción de una Verdad-conciencia rica en conocimientos espirituales. Al principio, ésta verdad del espíritu y la espiritualidad no sería autoevidente para la mente; el hombre toma mentalmente conciencia de su alma como algo distinto de su cuerpo, superior a su mente y vida normales, pero carece de un claro sentido sobre el particular y sólo tiene la sensación de algunos de sus efectos sobre la naturaleza física. Como éstos efectos toman una forma mental o forma vital, la diferencia no queda trazada firmemente y agudamente, la percepción del alma no adquiere independencia definida y asegurada. En verdad, es común un complejo de semiefectos de la presión psíquica sobre las partes mentales y vitales, una formación mezclada con la aspiración mental y deseos vitales, que se confunde con el alma, así como el ego separativo es tomado por el yo, aunque el yo en su ser verdadero es universal tal como individual en su esencia o así como una mezcla de aspiración mental y entusiasmo vital y ardor elevado por algún género de creencia vigorosa y sublime o de autodedicación o de anhelo altruista que se puede confundir con la espiritualidad. Pero ésta vaguedad y éstas confusiones son inevitables.. es como una etapa temporal en la evolución espiritual, debido a que la ignorancia siempre está pidiendo su punto y seguido.
Assalamo Aleikum.