LA SELECTA CABALLEROSIDAD. (La Futuwwa.)
Futuwwa.. es el corazón de la caballería, única e intemporal que resonó en los bravos pechos de antaño al mismo ritmo y con la misma fuerza con que resuena en los de nuestro tiempo. El campo de batalla, ha cambiado simplemente de dimensión, incluso en la modalidad si se quiere, (que no de naturaleza), pero, precisamente, el carácter espiritual de la caballería no hace sinó ponerse más de manifiesto. Y sí, en éstos días tenebrosos que nos ha tocado vivir, su existencia puede parecernos anacrónica, su papel ha de ser precisamente el hacerse presente y resonar, como la trompeta que afirma y proclama el inicio dialéctico para la palabra sin tiempo de espera.
Ésta naturaleza caballeresca comporta, pues, una particularidad, un "estado del espíritu", que traduce lo que se ha denominado como la identidad espiritual. Dicha identidad se refleja en los valores que privilegia hasta el punto de hacerse literalmente un solo orden (diríamos) de "cuerpo y alma."
Son éstos valores o virtudes fundamentales y fundadoras del alma caballeresca los que "firman" su propio carisma, tanto en el plano de la realización espiritual personal como en el plano de su vocación escatológica, yá que "toda alma que se eleva también eleva al mundo". Son unos valores que deben de tratarse de evocar.
Las virtudes, a las que nos estamos refiriendo, (de alguna manera), se imponen por sí mismas para aquel que es conocedor de la caballería, sin que ello resulte de una elección arbitraria por nuestra parte. Estamos hablando aquí de las virtudes teologales y cardinales que son -o al menos deberían de serlo- la riqueza común para todo Musulmán, sea cual sea su encaminamiento específico, y que son las únicas que pueden hacer que germinen y crezcan los carismas internos de cada uno en la unidad y por el bien de la Mística Espiritual por entero, dentro del Islam. Tal es el caso (igualmente) de las purificaciones, que son claves de las virtudes constitutivas de la caballería y sello del espíritu caballeresco, así pues, también de toda nobleza, de su gesta y de su dimensión interior que son.. como si dijéramos, los tres corazones o, mejor aún, las tres caras de un único corazón: valor, cortesía y honor.
Veremos que éstas tres virtudes caballerescas significan mucho más de lo que el lenguaje moderno puede dejar suponer y que el medievo tenía, sobre éste punto como en tantos otros, aquella fineza "de espíritu" que nuestros contemporáneos han podido ejercer desde hace largo tiempo, yá qué, en efecto, éstas virtudes deben entenderse según su "secreto" o, (dicho de otra manera), según su verdadera dimensión y amplitudes espirituales.
Son justamente éstas virtudes las que confieren plenamente y más legítimamente la capacidad de transmisión, también llamada: como el derecho (espiritual y moral, y no únicamente, ni tampoco en primer lugar, jurídico) por llevar su determinación específica. Sin embargo, hay que precisar, que éste lenguaje propio de la caballería (pudo ganarse rápidamente, desde finales del siglo VII, para la sociedad musulmana entera), éste lenguaje que repetimos, es a la vez significante y poético y, (hasta podríamos decir), que su encanto nos concentra en el arte para describir un lenguaje sagrado, puesto qué habla del y al corazón del hombre: y que los antiguos denominaban como la noble ciencia o la ciencia de la creación original (fitrah) y que a la vez tiene su origen en el principio del primer orden.
Éstas virtudes concentradas en la divisa quedarían así: "Allah, la creencia y la pureza" aunque ésta triple afirmación, (en nuestra opinión), debería explicitarse así:
La primera corresponde al fundamento metafisico divino y, (en consecuencia), es del todo espiritual y de toda vida "noble". Y se trata de su enraizamiento que determina e ilumina a las otras dos.
La segunda anuncia el servicio desinteresado que se desprende del "deber de la creencia", cumplida en total lucidez espiritual, porque somos conscientes de que el espíritu siempre cree y tiene su armonía, con el plano de la acción, con su principio espiritual evocado. Ésta segunda característica induce, con toda evidencia, a la virtud de la creencia, al igual que implica también, y de manera general, la virtud de la cortesía entre los creyentes, entendida entonces en su sentido pleno.
Por último, la tercera, expresa simplemente pero firmemente, en toda su exigencia, una de las virtudes mayores de la caballería, la purificación en todos los estadios. Es firme, yá que indica que no puede haber una verdadera acción caballeresca si no es portadora (en sí misma) de la pureza humilde para estar bajo la gloria y eliminar la soberbia y toda la contaminación interior, (primeramente) y después del exterior.. de hecho, el sentimiento de "humildad" tiene que vencer al orgullo de aquel que sabe "hacer lo que debe", fielmente, y de manera imperturbable.
Por supuesto, antes de contemplar éstas virtudes de frente, es preciso aprender a "ver" y así, pues, traspasar el misterio del espejo en el que la verdad se revela o se refleja. Es en éste sentido, desde el que invitamos a comprender la razón directa con libertad de filiación.. lo que supone también una caridad, pues toda enseñanza positiva, (en sí misma), es una buena caridad.
Por lo demás, "valor, cortesía y honor" se responden entre sí, precisamente cómo si fuesen "espejos", y se unifican para formar la plantilla del alma caballeresca.
En efecto, el valor consiste en cumplir con todas las acciones de la vida, (con valentía y cuidado del bien común), sin temor a los peligros que ello pueda conllevar. Por otra parte, una proeza no se realiza "por sí misma" ni para la propia gloria del caballero, sinó para el significado de la abnegación y el desinterés. Todo para Allah Azzawayal.
Entendido y vivido de éste modo, el valor es la marca del sello de la cortesía, y ese sello (en consecuencia), es el honor mismo de la caballería; por lo tanto, el signo de la cortesía le es debido para el cumplimiento de "elevados hechos", a fin de ser y hacerse digno de ella con tal de hacerla querer, respetar y desear en todas las partes en donde se encuentre requerida.
En efecto, la cortesía no se reduce al simple cumplimiento de la buena educación, sinó que expresa un real "mantenimiento" del ser, que es consciente de reconocer el factor oculto de la divinidad.
El mantenimiento se caracteriza, de manera general, por la elegancia de vida que se traduce en un alma distinguida, sin afectación ni amaneramientos, sinó poniendo de manifiesto la expresión natural de la nobleza del ser. La cortesía se presenta como el signo del honor que se debe siempre de testimoniar en relación con los otros en los "encuentros de la vida", duraderos o efímeros, justos o en embates) y con el valor del saber guardar lo constante y verdadero, sean cuáles sean éstos "otros" y las circunstancias del "encuentro". En efecto, el honor consiste en no faltar a las exigencias a las que acabamos de referirnos y mantener la palabra de hombre, cuando la palabra haya sido dada, ofreciéndole únicamente a Allah sus justas acciones, sin apropiarse la vanagloria, ni concederle una pizca de "orgullo", que todo lo califica y que es en donde se pierde la caballerosidad. Finalmente, el honor pide simplemente realizar aquello que implica por esencia tal estado caballeresco que siempre se espera de un caballero. El honor traduce, a través de ésta voluntad de no defraudar nunca ni derogar la cortesía debida a éste estado, al igual que se espera y se aguarda del caballero qué, en todas las acciones de la vida, esté siempre "a la altura" de la (Futuwwa) caballería.
Assalamo Aleikum.