LA ABERTURA DEL PECHO.
Está escrito en el libro sobre la biografía del Profeta (s.a.w.s.) .. página 41- 42.. (MI AMADO PROFETA.) También la tienen disponible en PDF dentro de la página de UNISLÁMICA. Pero si alguien la quiere leer y tener se la podemos enviar.
Que lo relata la señora Halima, nodriza del profeta y dice:
“Un día Sarwar-i Âlam, sallallâhu ’alaihi wa sallam, me preguntó: ‘Durante el día no veo a mis hermanos. ¿Cuál es el motivo?’ Dije yo: ‘Van a pastorear a las ovejas. Regresan a casa al anochecer’. Dijo él: ‘Envíame con ellos. Deja que sea pastor de las ovejas’. Busqué excusas en varias ocasiones y le pedí que me perdonara. Pero por fin, accedí a ello para hacerle feliz. Al día siguiente, le peiné los cabellos, hice que se vistiese y le mandé acompañado de sus hermanos adoptivos. Fue con ellos un par de días. Cuando uno de los días su hermana Shaimâ regresó del prado, le pregunté: ‘¿Dónde está Muhammad, mi hijo, la luz de mis ojos?’ Dijo que estaba en el desierto. Cuando le pregunté cómo estaría en el calor del desierto, me contestó: ‘¡Oh madre mía! Nada le hace daño alguno. Hay una nube que se desplaza sobre él cada vez que se mueve y le protege del calor’ Cuando le dije: ‘¿Qué estás diciendo? ¿Es verdad todo lo que dices?’ Ella juró que lo era. Entonces me sentí aliviada. Otro día, a eso del mediodía, vino a mí su hermano Abdullah y dijo: ‘¡Madre! ¡Socorro! Estábamos pastoreando a las ovejas con mi hermano adoptivo cuando, de repente, se acercaron dos individuos vestidos de verde. Cogieron a mi hermano y se encaminaron hacia la montaña. Luego lo tumbaron y lo abrieron en canal desde la barriga. Cuando vine a contártelo seguían allí. Ni siquiera sé si está vivo o no’. En ese momento me entró el pánico. Llegamos al lugar y cuando lo vi besé su cabeza bendecida y dije: ‘¡Oh luz de mis ojos! ¡Oh la gracia y misericordia del universo! ¿Qué te ha pasado?’ Contestó: ‘Al poco tiempo de salir de la casa, vi a dos individuos vestidos de verde. Uno tenía una jarra de plata y el otro un recipiente de esmeralda. El recipiente estaba lleno de algo de color blanco. Me llevaron a la montaña y uno de ellos me tumbó en el suelo. Cuando estaba mirando, hendió mi pecho abriéndolo hasta el estómago sin que yo sintiera daño alguno. Luego, metió la mano en el interior y sacó algo que estaba allí. Lo lavaron con esa cosa blanca que estaba en el recipiente y lo volvieron a poner en su lugar. Uno de los individuos dijo al otro: ¡Levántate y deja que haga lo que me corresponde! Luego metió la mano dentro y sacó mi corazón. El corazón estaba hecho con dos partes de las que extrajo algo negro que arrojó lejos de sí. Y entonces dijo: ‘Eso era la porción del shaytán que estaba en tu cuerpo. Nosotros la hemos eliminado, ¡oh el Amado de Allahu ta’âlâ! Nos hemos asegurado de que estés al margen de los engaños y artimañas del shaytán. A continuación llenaron mi corazón con algo suave y delicioso y lo estamparon con nûr. Mi cuerpo entero todavía siente la frescura de esa impronta. Y cuando uno de los individuos puso su mano sobre la herida, se curó de inmediato. Luego me pesaron comparándome con diez personas de mi umma, y yo era más pesado. Luego lo hicieron con mil, y yo seguía siendo más pesado. Entonces uno le dijo al otro: ‘Deja de pesarlo. Aunque lo hicieras con toda la umma, él sería más pesado. Luego me besaron la mano y me dejaron aquí’”. La marca todavía se podía ver en su amado pecho. Este suceso que experimentó nuestro amado Profeta, que aparece mencionado en el primer versículo de la Sura al-Inshirâh, se llama “Shaqq-i Sadr”, es decir, ‘hienden su pecho bendecido’. Una vez reconocida su misión profética, algunos de sus Compañeros le pidieron que hablara de sí mismo un poco más. Dijo: “Yo soy la súplica de mi antepasado Ibrâhim. ¡Yo soy las buenas nuevas de mi hermano Îsâ! Yo soy el sueño de mi madre que, cuando estaba embarazada, vio que surgía de ella una nûr que iluminaba los Palacios de Damasco. Fui amamantado y criado entre los hijos de los Banî Sa’d bin Baqr”. Cuando cumplió los cuatro años, la Señora Halîma lo llevó a Mecca y se lo entregó a su madre. Su abuelo, Abdulmuttalib, mostró su generosidad dándole gran cantidad de regalos. Al abandonar Mecca, la Señora Halîma expresaba sus sentimientos diciendo: “fue como si mi alma y mi corazón se hubiesen quedado con él en Mecca”. En otra ocasión le sucedió lo mismo, en el patio trasero de la vivienda de los suburbios de Mecca cuando estaba jugando con su hermano de leche Hamza.
Ver también el artículo: EL INCIDENTE DE LA INCISIÓN EN EL PECHO.