Assalamo aleikum.

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viernes, 12 de agosto de 2022

ATIENDE. ESCUCHA. MIRA.

ATIENDE. 
Cuando el corazón del aspirante es iluminado por la luz del Islam supremo, penetra en un estado en el que no solamente su corazón atestigua que todo procede de Allah, sinó que él también observa físicamente esta verdad. En otras palabras, a menudo ve con el ojo de su corazón que Allah es Omnipresente y Omnisciente. Esta etapa se llama la etapa de la visión (shuhud) y del Islam supremo. Pero aquí el viajero espiritual no ha logrado todavía la perfección, tiene que enfrentarse con muchos obstáculos materiales, y especialmente cuando está ocupado con sus necesidades naturales y un estado de descuido (ghaflah) le vence. Por lo tanto, es necesario que emplee su fuerza de voluntad para que el estado de visión se convierta en un rasgo permanente (malikah) para él y que no sea afectado por sus otras actividades. Para lograr esto es preciso que haga que el estado del Islam supremo se introduzca desde el corazón en el espíritu de forma que este estado elemental pueda convertirse en un estado completamente desarrollado que gobierne todas sus facultades internas y externas. Este es el estadio que los gnósticos denominan la estación del ihsan (o del bien y la rectitud). El Corán dice: «En cuanto a quienes se esfuerzan por Nosotros, sin duda los guiaremos hacia Nuestros senderos. Ciertamente Allah está con quienes hacen el bien (al-muhsinin)». (Corán; 29:69).

ESCUCHA.
Cuando el viajero espiritual llega al estadio de la fe suprema no queda en él ni rastro de hipocresía. Sus actos y acciones ya no son guiadas por las órdenes poco fidedignas de la razón, ni por aprensiones, conveniencias o conservadurismo. Todas sus acciones están entonces motivadas por un celo interior, una inclinación sincera y un amor verdadero. Cuando el viajero espiritual alcanza el estadio de la fe suprema debería estar dispuesto para la emigración suprema (al-hiyrat al-kubra). Esta emigración tiene varios aspectos: Primero, es la emigración física que significa renunciar a las relaciones sociales con la gente degenerada.
Segundo, es la emigración del corazón, que significa no hacer lazos amistad con ellos. El tercero, es la emigración conjunta del cuerpo y el corazón de todos los hábitos, costumbres y usos que le impiden seguir la vía de Allah, aborreciéndolos en lo más profundo de su corazón, porque esos usos y costumbres son las municiones de las ciudadelas de la infidelidad.

Si nos encontramos a cualquier aspirante espiritual entreteniendo su tiempo con diversiones vanas podremos rápidamente concluir que no está completamente dedicado a Allah y que su corazón no está libre de la hipocresía que en éste contexto es denominada la hipocresía suprema (al-nifaq al-akbar) y que es lo opuesto de la fe suprema (aliman al-akbar). Como resultado de esta hipocresía, el hombre no actúa según su impulso interior, sinó que es guiado por la razón, conveniencias o aprensiones. El siguiente verso se refiere a éste tipo de hipocresía: «Cuando se disponen a hacer el salat, se levantan perezosos y lo hacen para que los demás los vean. Apenas si se acuerdan de Allah».
(Corán, 4:142).

Solamente el hombre que se interesa por las cosas triviales se puede ocupar de ellas. Un viajero espiritual que ha alcanzado el estadio de la fe suprema y para quien la acción recta se ha convertido en un hábito, no puede ser aficionado a nada vano, porque ningún corazón puede amar simultáneamente dos cosas que son contradictorias. Allah mismo ha dicho: «Allah no ha puesto dos corazones en el pecho del hombre».
(Corán; 33:4).

MIRA.
Es necesario que el viajero espiritual se esfuerce al máximo para atenerse a lo que es obligatorio y abstenerse de todo lo que es prohibido (muharramat), porque el incumplimiento de los deberes obligatorios y la comisión de actos ilícitos es algo absolutamente contrario al espíritu del viaje espiritual. Todos los esfuerzos del viajero espiritual son beneficiosos cuando se observan estos dos asuntos. De la misma manera que el oro, los adornos y ornamentos son inútiles en un cuerpo portador de inmundicia, así también la realización de los actos supererogatorios y austeridades prescritos por la Shari'a carecen de beneficio para un corazón y alma impuros. También, uno tiene que poner todo el cuidado para evitar los actos censurables (makruhat) y realizar los que son recomendables, porque de ellos depende alcanzar el Islam y la fe mayores. Hay que recordarles, que cada acción tiene una propiedad especial que le es exclusiva y que contribuye al perfeccionamiento de la fe (imán).
Salam.