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miércoles, 16 de abril de 2025

EL AMOR DIVINO y EL AMOR PROFÉTICO en la POESÍA y la PROSA.

EL AMOR DIVINO y EL AMOR PROFÉTICO.
Dos amores se han apoderado de las almas de los que llevan almas puras, ¿habrán dividido los corazones de los que tienen un corazón puro? O ¿se han inspirado las lenguas de los siervos de los gustos espirituales con obras maestras de poesía y prosa maravillosa? de modo qué, uno de ellos difícilmente puede separarse del uno o ambos de éstos dos amores en lo que dice, afirma y actúa, y en lo que le afecta en términos de escenas y principios rebosantes de los más elevados significados de la belleza, majestuosidad y perfección. Uno de éstos dos amores es el amor divino, en el que el objeto del amor se toma de la Esencia Divina, o de la Verdad Suprema, y ​​en el que se habla del amor mutuo entre Allah y el hombre, o entre la Verdad y la creación, como lo expresan los propios seguidores del Tasawwuf. El segundo es el amor profético, en el que el amante toma como objeto de su amor al Profeta Muhammad, (que Allah le bendiga y le conceda paz), o de la luz musulmana, o la Verdad musulmana, qué, según los estudios del Tasawwuf, precede en la existencia a todo lo que existe en general y/a la existencia de Muhammad, el Mensajero de Allah, (que Allah le bendiga y le conceda paz), en particular.

Algunos siervos combinaron éstos dos amores en su poesía y prosa, y sus obras espirituales eran un espejo en cuya superficie se revelaba su amor por un lado, y su amor profético por otro, y algunos de ellos se especializaron en su poesía y prosa en uno de éstos dos amores en lugar del otro. Así, entre los efectos estéticos que dejó, fue un pregonero de los himnos del amor divino, o un recitador de frases de amor nubias, o un orador del estado de las cosas sobre las notas de éste o de aquel amor que sentía en su corazón.

Los sufíes musulmanes, cuyos corazones están poseídos por el amor divino, o por el amor profético, o ambos amores, han creado, en las obras que han producido, especialmente aquellas obras poéticas, dos estilos diferentes de expresión para el acto de amor que encuentran dentro de sí mismos, y para describir las emociones y sentimientos que difieren en sus corazones y las sutilezas y el conocimiento que se revelan a su ser más íntimo. A veces utilizan un estilo de expresión y de declaración que transmiten absolutamente libre de toda restricción de simbolismo y enigmas, de modo que el lector o el oyente pueden ver fácil y sencillamente que el amor aquí es un amor divino, y que el amado, cuyo amor recitan y cuya belleza, perfección y majestad les fascinan en la esencia divina y la verdad sublime. O bien se hace evidente para éste oyente y para aquel lector que el amor aquí es amor profético, y que es el amado cuyos himnos de amor entonan y cuyas descripciones de su esencia enumeran..
Y continúan mencionando sus virtudes y obras, diciendo que él es el Profeta Muhammad, (que la paz y las bendiciones sean con él), o que él es la luz musulmana o la verdad musulmana. En otras ocasiones emplean el estilo de la alusión y la insinuación, en el que buscan ser extraños y misteriosos, y se apoyan en las metáforas, alegorías, metonimias y todas las demás formas de simbolismo enigmático que puedan aumentar el Misticismo del asunto. El lector o el oyente difícilmente sabe qué hay detrás de éstas palabras, que fueron formuladas de ésta manera, y en éste tipo de estilo. ¿El poeta o prosista pretende presentarnos una descripción de su estado en el camino del amor divino, y una presentación de su doctrina en éste amor divino, y las cuestiones que se derivan de ella que tienen su peligro en los aspectos psicológicos, morales y metafísicos, o pretende alabar la presencia profética y el yo musulmán de una manera que nos purifique a través de ello en el estatus de Muhammad, el profeta de Allah de entre los mensajeros y profetas, y el valor espiritual de su verdad existencial entre las verdades de la existencia. Y aparte de éstos y aquellos temas sufíes y la metafísica con que están relacionados, de cerca o de lejos, con la verdad de Muhammad y su profecía, (la paz y las bendiciones sean con él.)

El asunto no se detiene en éste punto de similitud entre el amor divino y el profético, y la mezcla del sujeto de cada uno con el del otro, sinó qué, ésta mezcla y similitud ocurre a menudo en la poesía sufí entre el amor divino y el profético, por un lado, y entre el amor humano, por otro, y entre el amor amante del éxtasis, por otro. Ésto se debe a que los poetas sufíes, que eran gente de gustos y éxtasis, cuando expresaban sus gustos y éxtasis en su amor divino o profético, buscaban sus palabras y frases en el léxico de la poesía más selecta y eran amantes de tales flores que habían dejado los amantes de los Udhritas que entonaron en su poesía el casto y noble amor, como lo hicieron Majnun Layla, Jamil Buthayna y Katheer Azza, y de los investigadores que cantaron en su poesía al amor material, como lo hizo Omar Ibn Abi Rabi'ah, y de los amantes del éxtasis que cantaron en su poesía del perfume, como lo hizo Abu Nuwas. Así el amor, el encaprichamiento y la pasión, la pasión, el anhelo y el encaprichamiento, la pena, el anhelo y la aversión, la melancolía, la tristeza y la angustia, el llanto, el lamento, el gemido, la separación, la distancia y el anhelo, la cercanía, la distancia, la llegada y el alejamiento, el amante y el amado, y los amados, y el informante y el calumniador, el que culpa y el censurador, y lo que está conectado a todo ésto de los nombres de los amados como Layla y Buthaina, Salma y Azza, y la elaboración del jugo, y lo que está conectado a ello con las melodías sin música, y de un cuenco y una tinaja, y de las reuniones de compañeros, al éxtasis en el éxtasis del aturdimiento, y todas éstas y muchas otras palabras de amor que encontramos.

Dispersas aquí y allá en las obras maestras de la poesía sufí islámica sobre el amor divino y la alabanza al Profeta, algunos poetas sufíes musulmanes se esfuerzan mucho por crear éstas palabras que están relacionadas con el mismo pergamino y de la misma manera que Muhyiddin Ibn Arabi y Sharaf al-Din Umar ibn al-Farid lo hicieron en árabe, y Jalal al-Din al-Rumi y Hafez al-Shirazi lo hicieron en persa, de modo que a cualquiera que lea su poesía y cuya alma aún no se haya purificado de sus deseos y caprichos le parece que éstas palabras son algo eróticas o que están relacionadas con el morapio, si indican algo, entonces solo indican amor humano, cuyo tema es ésta o aquella joven, al igual que indican que los licores descritos aquí son el conocido materialismo de ésta tierra.

Por lo tanto, un grupo de fanáticos con malas intenciones, falta de instinto natural o incapacidad para comprender las verdades sutiles y los significados delicados, comenzaron a difundir rumores contra aquellos poetas por que pertenecían al sufismo, a denunciarlos y a menospreciar los valores espirituales y los significados ocultos contenidos en las palabras y las frases románticas y materiales. En cuanto al hecho de que éstas palabras y expresiones románticas y materiales sean símbolos y signos, metáforas y alusiones, ésto es algo que las mentes de los fanáticos no llegaron a comprenden, y los gustos de los opresores no los aceptan, porque ellos estaban inmersos en los mares del materialismo, y por tanto estaban ahogados en la oscuridad de la vida sensual, estando impedidos de percibir los secretos ocultos por la apariencia de las palabras lingüísticas.

Por lo tanto, un grupo de orientalistas excesivos, arbitrarios o fanáticos, en su errónea comprensión de la poesía sufí islámica, en la que son comunes éstos tipos de expresiones, adoptaron un enfoque lo más alejado posible de la comprensión correcta y el juicio sensato, y de aquello de lo que el investigador y el erudito imparcial deberían estar libres, en términos de fanatismo y caprichos. De éste tipo, por ejemplo, es lo que afirmó el orientalista francés Clément Huart en su juicio sobre Ibn al-Farid, de que éste poeta sufí era un poeta amante del vino, que amaba el vino exprimido de la vid con un amor violento, y lo que afirmaron otros orientalistas, como Huart, de que los sufíes son un pueblo consumido por los deseos sensuales y los placeres prácticos. Sin embargo, a esos sufíes musulmanes que simbolizan la poesía sugestiva y relacionada con el vino, no les han faltado entre los orientalistas quienes los llegan a entender, son justos con ellos y han probado los sabores del no vino. Así, Nicholson, el orientalista inglés, que criticó a los críticos europeos errados que siguen el enfoque de Huart, diciendo en un pasaje de su libro: "...y los críticos europeos a menudo han cometido errores, tanto que uno de ellos ahora llama para la elaboración del vino que predica el poeta Sufi."

El profesor Ince señala que los sufíes parecen ser los amantes más sinceros, y han tratado de dar un matiz simbólico y sagrado a la indulgencia en las mentes; “No necesito proporcionar ninguna evidencia concluyente de que tal opinión sobre el sufismo puro sea una opinión valiosa para todos los que comprenden.”
Sin embargo, muchos de los musulmanes comunes, y especialmente los juristas y religiosos, se adelantaron a los orientalistas fanáticos al entender los poemas de amor y los poemas sobre el néctar que los poetas sufíes usaban para retratar sus gustos y sus éxtasis y para expresar sus estados de amor, como una comprensión que los distancia de las verdades que sus dueños pretendían. Así pues, lo que ocurrió fue que éstos especiales, y aquella gente común, acusaron a los sufíes de permisividad a veces, y los arrojaron con incredulidad y en otras ocasiones les tildaron de menos y peor. Y de éste tipo es lo que le ocurrió también a Muhyiddin Ibn Arabi, yá que tanto la gente común como los hombres religiosos se rebelaron contra él y lo denunciaron cuando se pusieron de pie sobre la poesía que compuso sobre su amor divino, que enumera en su colección (El intérprete de los deseos es el reflejo más fiel de ello. Por ésta razón, Ibn Arabi se vio obligado a escribir una explicación de ésta colección suya, en la que aclara sus fines y objetivos, y revela al público en general y a la élite la verdad de sus palabras y significados. Ésto es lo que llamó "Los tesoros y los mantos de la explicación del intérprete de los deseos.")

No hay mayor evidencia de que Ibn Arabi no se refería al significado aparente de las muchas expresiones eróticas que se repetían en Tarjuman al-Ashwaq, que el hecho de que en la introducción a su comentario sobre ésta colección de poemas, invocara a Allah para que protegiera al lector de dejar que su mente divagara hacia lo que no es propio de las almas nobles y las elevadas aspiraciones relacionadas con los asuntos celestiales. No hay mejor evidencia de ésto que el hecho de que el propio Ibn Arabi pidiera al lector de su colección de poemas que se alejara de las aparentes expresiones eróticas y se volviera hacia los significados ocultos que están más allá de ésta apariencia, que son lo más alejado del mundo de los sentidos y lo que hay en él de manifestaciones básicas, y lo más cercano al mundo del espíritu y lo que contiene de las verdades superiores, de la manera que expresa y exige en su dicho:
Todo lo que recuerdo de lo que pasó..
Menciónalo, o algo similar, para que puedas entenderlo.
De Él provienen secretos y luces que han aparecido en mi corazón o en el corazón de aquel que tiene un atributo divino y elevado. Así qué.. aparta tu mente de su apariencia exterior.
O el Señor de los cielos lo trajo como lo que tengo de las condiciones de los eruditos. Sabía que mi veracidad tenía un punto de apoyo. Y busca tu yo interior hasta que lo sepas.

Y en ésta manera de crear el símbolo, es que Ibn Arabi prefería, a muchos sufíes musulmanes en general, y poetas árabes que recitan sobre el amor divino en particular, y los poetas persas que cantan sobre éste amor divino en particular, siguieron ésta tradición. Un grupo de ellos añadió al símbolo erótico otro símbolo del vino, en el que crearon las palabras de los vinicultores y los estados de dulce aturdimiento, sobriedad, éxtasis y despertar asociados a ellas:
Ibn al-Farid, el Sultán de los Amantes y el Imán de los Amantes en el Amor Divino entre los poetas árabes de gusto sufí y éxtasis espiritual, ha difundido en toda su colección en general, y en sus dos maravillosos poemas sufíes, la Gran Ta’iyyah conocida como (Nizam al-Suluq) y la Mimah conocida como (al-Khamriyyah) en particular, tanto el símbolo erótico como el símbolo del vino. Los dos símbolos están casi entrelazados en sus dos poemas, de hecho uno de ellos está casi mezclado con el otro, de modo que es difícil para el lector o el oyente distinguir si el que lee es Árabe: Para aclarar las connotaciones de los símbolos eróticos y del vino, nos ha mostrado por un lado que ha utilizado la alusión y la ha preferido a la explicitud, de tal manera que ha hecho de esa alusión un estilo con el que se dirige al catador que encuentra el amor divino, tal como él cata y encuentra. También prefería la alusión a la expresión, porque la alusión se distingue por su gentileza, delicadeza y precisión, lo que la hace más expansiva a las verdades espirituales y a las sutilezas elevadas que la propia expresión. Porque ésto, por su revelación y por la materialidad de lo que indica, no es ni arbitrario ni suficiente para expresar éstas elevadas sutilezas y aquellas verdades espirituales. Además de ésto, la alusión es una manera de ocultar los secretos divinos y protegerlos, no sea que quien los ha adquirido y probado se los revele a alguien que no sea digno de ellos o no sea digno de parte de ellos. Todo ésto es de la manera indicada en éstos dos versos de su Ta’in mayor donde dice:
Y al decir saludar, se refería al que tuvo el gusto de entender.
No hay necesidad de declararlo a los testarudos.
Aquel cuya sangre no fue derramada, no la derramó, y en el, ¿Qué significa la frase?

Por otro lado, tuvo acceso a un buen grupo de comentaristas que amaron su amor, sufrieron su ardor y saborearon su sabor, como Sa'id al-Din al-Farghani, Abd al-Razzaq al-Qashani y Abd al-Ghani al-Nabulsi que se dedicaron a su colección de poemas, ampliaron su explicación e interpretación y revelaron los significados de los símbolos y alusiones que se ocultaban tras las palabras y frases. Luego demostraron que lo que Ibn al-Farid menciona en su colección de poemas de símbolos eróticos y relacionados con el vino, se refiere a la verdad divina en los términos de Sus manifestaciones, y sus nombramientos, no éstos nombramientos en sí mismos, ni esas mismas manifestaciones.

Si dejamos la poesía árabe sobre el amor divino y lo que contiene de simbolismo romántico y relacionado con el vino, y nos detenemos en la poesía sufí persa, descubriremos que es la más rica y abundante de ese simbolismo romántico y relacionado con el vino. Basta aclarar ésto presentándoles en éste lugar algo tomado de dos poetas sufíes persas, quizás los poetas sufíes persas más eminentes que cantan en el jardín del gusto espiritual, en el bosque del amor divino. Por éstos dos poetas me refiero a Jalal al-Din al-Rumi y Hafez Shirazi.

Yalal ad-Din al-Rumi dijo:
"Allah es nuestro copero y Él es nuestro viñador.. el que sabe qué clase de amor tenemos."

También dijo:
"Ha llegado mi amada, una luna que el cielo nunca ha visto, ni verá jamás, como yo nunca he visto, despierta o soñando, coronada con un rayo eterno que ningún torrente puede desviar."

Y Hafez Shirazi relata:
"En el mundo de tu amor, oh Señor, has limpiado mi alma."

Quizás quien contemple éstos extractos de la poesía de Jalal al-Din al-Rumi y Hafez Shirazi se dará cuenta de que están llenos de simbolismo romántico y repletos del simbolismo del vino. Y que las pistas, las ocasiones, las evidencias y las circunstancias, si se suman todas ellas y se entienden a la luz de las demás y se usan juntas para entender lo que éste o aquel poeta pretende, serán sin duda una ayuda sincera para nuestro discernimiento, a través de éstos símbolos románticos y del vino, del más noble de los conocimientos y de las más sutiles intuiciones, que, si indican algo, indican, como dice Ibn Arabi, luces divinas, secretos espirituales, ciencias racionales y advertencias legales. Y si queremos explicar la preferencia de los sufíes por el amor divino, yá sean árabes o persas, por expresarlo simbólica y alusivamente, no encontraremos nada mejor ni más apropiado a la naturaleza de las cosas y/a la naturaleza del alma humana que la interpretación de Ibn Arabi de sus gustos y sus éxtasis en el amor divino, que comparte al cantar sobre él con aquellos poetas del amor divino que les mencioné, y aquellos sufíes árabes que no mencioné. Los persas y otros que hicieron de la expresión de verdades y sutilezas, y de conocimiento y sabiduría, el lenguaje de la poesía amorosa y la poesía sugestiva. Ibn Arabi derivó su interpretación de la naturaleza de las almas humanas, yá que vió que éstas almas están más enamoradas de las palabras y las expresiones y ésto es algo que tiene motivos psicológicos que hacen que las almas humanas sean más receptivas a lo que sus dueños leen o escuchan, y más dispuestas a aceptarlo, asimilarlo y escucharlo.. pues muchos significados son los que Allah ha depositado en los corazones de un pueblo, y cuyas verdades han sido extraídas de los secretos de un pueblo.

Assalamo Aleikum.