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sábado, 19 de abril de 2025

LOS SOLDADOS DE CALAMINA. LA HIPOCRESÍA SILENCIOSA.

LOS SOLDADOS DE CALAMINA.
LA HIPOCRESÍA SILENCIOSA.

La hipocresía es un fenómeno social que, aunque se manifiesta de diversas maneras, a menudo pasa desapercibido para quienes la ejercen. En nuestra vida cotidiana, muchos individuos se encuentran atrapados en una paradoja: critican lo que consideran inmoral o incorrecto en los demás, mientras que ellos mantienen conductas similares o, incluso, peores en su propia conducta. Éste comportamiento no solo revela una falta de autoconciencia, sinó qué también pone de manifiesto la complejidad de las interacciones humanas, donde la percepción y el juicio pueden distorsionarse. Un ejemplo: el señor presidente de una comunidad crítica a un señor mayor que tiene la costumbre de poner en sus escritos el encabezamiento de la Basmala que usan los turcos y le hace una fuerte alusión -en contra de todo lo que sea otomano-.. pero se olvida el señor presidente, de que esa misma comunidad anteriormente utilizaba ese modelo de Basmala en las revistas y periódicos que ellos publicaban, y que después él se vistió de gala para recibir y hacerse la foto de la hipocresía con los representantes del gobierno turco, poniendo su buena cara a lo que tanto -otomano- él ha criticado. Ésto es hipocresía por partida doble.

Uno de los ámbitos más evidentes de ésta hipocresía se encuentra acogido en las redes sociales, donde la imagen personal se cuida con extremo celo. Muchos usuarios se presentan como defensores de causas sociales, del respeto hacia los demás y de ciertos valores que, en teoría, deben ser respetados. Sin embargo, detrás de esa fachada, sus acciones pueden contradecir totalmente sus palabras. Es común ver cómo éstos mismos individuos atacan y critican a otros con comentarios despectivos, demostrando una profunda falta de coherencia entre lo que predican sin pruebas y lo que practican. Ésta bifurcación entre el discurso y la acción aparente genera un ciclo de desconfianza, no solo hacia ellos, sinó hacia la autenticidad de las causas que ellos dicen representar.

La hipocresía también florece en entornos más cercanos, como en círculos familiares o laborales. Muchas personas se posicionan como defensores del compromiso y la lealtad, mientras qué, en la intimidad, fomentan chismes y traiciones. Lo alarmante es que éste tipo de comportamientos a menudo son normalizados, lo que crea la cultura de la complacencia donde los valores se eligen según las conveniencias y no por unos principios firmes. La falta de introspección se convierte en un escudo que protege a las personas de confrontar sus propios defectos.

Éste fenómeno se agrava aún más en la esfera p.ej. política, donde los líderes prometen cambios y muchas reformas significativas y abogan por políticas inclusivas, pero en la práctica, sus decisiones reflejan intereses personales o de ciertos grupos privilegiados. La desconexión entre lo prometido y lo realizado no solo alimenta la desilusión del electorado, sinó que también perpetúa un ciclo de hipocresía que puede llegar a erosionar la confianza en las instituciones.

Por último, es fundamental destacar que la hipocresía no es un rasgo exclusivo de unos pocos; todos somos susceptibles de caer en ésta trampa. La autocrítica se vuelve esencial si deseamos romper con el ciclo de deshonestidad que nos rodea. Reconocer nuestras propias contradicciones puede ser incómodo, pero es un paso necesario hacia la construcción de unas relaciones más auténticas y de sociedades más justas.

En conclusión, la hipocresía es un mal que afecta a muchas personas sin que éstas sean conscientes de ello. A través de la crítica y con la reflexión, se hace imperativo que comencemos a cuestionar nuestras propias actitudes y comportamientos, aún cuando ésto implique enfrentarnos a todas las verdades incómodas. Solo así podremos aspirar a una vida más coherente y significativa. Corregir a tiempo es de sabios.

Assalamo Aleikum.

Sh. Ahmad.