LOS TRES TONTOS Y EL GRILLO. (Fábula)
Tres tontos, llamados Juan, Pedro y Luis, vivían en un pequeño pueblo andaluz. Un día, mientras tomaban té en la plaza, escucharon una historia sorprendente. Un viajero, que llegó de lejos, les habló de un grillo vizco que cantaba en Marruecos. Decía que su canto era tan hermoso que quien lo escuchaba se sentía feliz por días. Los tres amigos se miraron y decidieron que tenían que ir para escuchar a ese grillo.
"¡Vamos a Marruecos!" gritó Juan, emocionado. "¡La aventura nos espera!" Así qué, sin pensarlo dos veces, empacaron sus aperos y se encaminaron a la estación de tren.
El tren avanzaba velozmente por sus vías, llevando consigo algunas historias que respiran, que hablan y que duermen, y las coincidencias, se podían entrelazar como los dedos que se funden entre sí, creando las historias de una narración y un relato extraño, con personajes y sus descripciones más extrañas, pensando en niveles diferentes y en suma contradictorios. El tren avanzaba indiferente al tiempo, y avanzaba hacia la ciudad del muelle de la muerte sin hacer de ninguna otra estación su parada.
El viaje fue divertido. En el barco, Pedro contaba chistes, mientras Luis se reía hasta que le dolía el estómago. Tras varias horas de viaje, llegaron a Marruecos. La ciudad era vibrante, llena de colores y aromas diversos.
Se dirigieron a un mercado bullicioso y preguntaron a un vendedor sobre el grillo vizco. "¡Ah, el grillo!" dijo el vendedor, "él canta en un jardín cerca de Kelaa M’gouna. Pero el camino hasta allí es un poco complicado." Los tres amigos no se desanimaron y partieron hacia el misterioso jardín.
El camino era estrecho y lleno de piedras y polvo, pero ellos iban cantando y riendo. Finalmente, llegaron al jardín. Era un lugar mágico, lleno de flores y algunos árboles frutales. Se sentaron en una piedra y comenzaron a esperar al famoso grillo.
Pasaron horas, y el cielo empezó a oscurecerse. Cuando yá estaban a punto de rendirse, escucharon un suave canto. "¡Es él!" exclamó Luis. Con corazones llenos de emoción, miraron hacia el arbusto de donde provenía el sonido. Ahí estaba el grillo, con un ojo más grande que el otro, cantando con todo su corazón monodramático.
El canto del grillo era extraño pero encantador. Los tres amigos se quedaron maravillados, y su alegría se multiplicó. Decidieron bailar al ritmo del canto. Así, se olvidaron del cansancio y de la larga espera.
Cuando terminaron, se dieron cuenta de que habían aprendido algo importante: a veces, lo más valioso no es el destino, sinó la aventura compartida con los amigos.
Así, regresaron a su pueblo, con las historias y sonrisas, recordando siempre su mágico y costoso encuentro en Marruecos y llevando consigo el eco del canto del grillo vizco y un recuerdo inolvidable.
El trabajo aquí es responder las preguntas que sean correctas, no satisfacer las curiosidades de nadie, por eso, la situación es auténtica, aunque los nombres no sean exactos.
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Nota: La similitud de la fábula con la realidad no es por pura coincidencia.. por si alguien se siente aludido.